El problema de plantear un proyecto, de cualquier tipo, bajo un manto de mentiras es que cuando caen esos ropajes falsos queda uno desnudo; completamente desnudo. Eso le está empezando a suceder al proceso de secesión catalán esta semana. Pocos días antes de que los indepes puedan consumar su golpe al Estado con la declaración unilateral de independencia (DUI), ha saltado por los aires una de las mayores mentiras del procés: la salida de España no tendrá efectos económicos ni supondrá que Cataluña pierda las ventajas de pertenecer a la Unión Europea.
Desde las instituciones europeas se venía advirtiendo desde hacía meses, que cualquier región que abandone un Estado miembro saldría automáticamente de la UE y tendría que partir de cero en su proceso de adhesión. Es decir, ponerse a la cola y empezar negociando un acuerdo bilateral, como Marruecos. Pero desde la Generalitat se mentía con pasión asegurando que Europa no podría vivir sin ellos (algo parecido sucede con el Barça y la Liga de fútbol).
El primer efecto de ese estallido de las falsedades ha sido la huida masiva de empresas de Cataluña. Primero fue Oryzon, y cuando el Banco de Sabadell y Caixabank anunciaron el cambio de domicilio social y fiscal, el vicepresidente Oriol Junqueras intentó convencerles, sin éxito, de que no abandonaran el barco. Pero las razones de las dos entidades financieras catalanas eran de mucho peso: por un lado, la posible corrida de depósitos en el resto de España (ese es el peor escenario para un banco) y, por otro, la salida automática de los mecanismos de liquidez del Banco Central Europeo si Cataluña ejecuta la DUI, sin el que ninguna entidad financiera europea puede sobrevivir.
La procesión de sociedades en busca de nueva sede no ha hecho más que empezar. Gas Natural, Freixenet, Catalana Occidente, Abertis, Eurona Telecom o las multinacionales Dogi Internacional, Seat, Lidl o Bayer pueden ser las siguientes de una larga lista que acabará dinamitando la economía de una de las comunidades autónomas más prósperas de España. Y eso, sin contar el frenazo que ya se ha producido en el turismo.
¿Qué pasará cuando los catalanes comprueben que a muchos de ellos les ha llevado al secesionismo a base de burdas mentiras y al resto que se mantiene firme, a la ruina? La credibilidad de la Generalitat, de las fuerzas políticas y sociales que apoyan la independencia y de los medios de comunicación fuertemente subvencionados con dinero público que difundieron el falso paraíso catalán, están hoy bajo mínimos.
La buena noticia de esta huida empresarial es que los líderes del PDeCAT se están empezando a dar cuenta de la hecatombe hacia la que les conduce la independencia. A lo mejor despiertan de ese sueño secesionista e impiden ese desastre al que les están llevando ERC y la CUP. A ellos y a todos los catalanes.
FUENTE: ELPAIS