Continúa la desbandada de votantes en el Partido Popular. Los últimos acontecimientos que han puesto patas arriba a la formación de Mariano Rajoy —la dimisión de Cristina Cifuentes, la detención de Eduardo Zaplana y, más recientemente, la sentencia de la trama Gürtel— confirman la desafección del electorado con los populares y una sangría que no parece tener fin. Los datos hablan por sí solos: el PP apenas se apuntaría el 19,6% de los votos y caería hasta ser la cuarta fuerza política. Ciudadanos, por su parte, se mantiene en cabeza, con el 28,6%, el PSOE aguantaría la segunda posición, con el 20,6% de los votos, y Unidos Podemos escalaría a la tercera, con el 19,7%.
Estas son, sin duda, algunas de las principales conclusiones de la segunda oleada del PanelConfidencial elaborado por IMOP Insights para este periódico. Resulta especialmente relevante, dada la singular metodología del sondeo, que tiene como rasgo distintivo que la muestra permanece estable en el tiempo. Es decir: se pregunta a los mismos ciudadanos periódicamente, lo que permite comprobar la evolución de las opiniones con mayor precisión. Esta segunda entrega se ha elaborado a partir de una muestra de 1.015 entrevistas, realizadas entre el 23 y el 28 de mayo, incluyendo, por tanto, el ‘mes horribilis’ del PP y el anuncio de Pedro Sánchez de la moción decensura para desbancar a Rajoy del Palacio de la Moncloa.
La participación calculada en esta oleada es del 70%, muy similar a la de las elecciones generales de junio de 2016 (69,84%, sin contar los votos del exterior), pero inferior a la de los comicios de diciembre de 2015 (73,2%). El estudio pone negro sobre blanco el desplome que sufren los populares entre su electorado —se dejarían 13,4 puntos con respecto al 26-J y casi dos puntos si se compara con la primera oleada del PanelConfidencial—, el crecimiento sostenido de Ciudadanos —que solo sube una décima desde la última encuesta, pero que ocupa el primer puesto y crecería más de 15 puntos desde las últimas generales— y la recuperación relativa de la izquierda (más Unidos Podemos que PSOE), pero que, en todo caso, apenas supera el 40% de los votos juntos. Los socialistas se dejan un 0,9% en comparación con el primer sondeo y dos puntos desde el 26-J, y el partido de Pablo Iglesias y sus confluencias se recuperan: crecen casi tres puntos desde el último PanelConfidencial y amortiguan su caída con respecto a los resultados en las últimas elecciones: solo caerían un 1,4%.
En el resto de formaciones, los cambios no son tan bruscos. En el caso de los partidos catalanes, ERC y PDeCAT se dejarían dos décimas, hasta situarse respectivamente en el 2,4% y 1,8%; mientras el PNV se quedaría intacto en el 1,2%, EH Bildu perdería una décima, quedándose en el 0,7%, y el partido animalista Pacma continuaría su ascenso, superando el 2% del voto nacional y engrosando sus opciones de entrar en el Congreso.
Otra conclusión reseñable es la que arroja la suma de la intención declarada de voto a los encuestados y su simpatía por los distintos partidos —sin la cocina posterior— sobre datos poblacionales, que también evidencia el triunfo de Ciudadanos: asegura que apostaría por Rivera o que su partido es con el que más se siente identificado un 26,4% del total de la muestra (tanto como decir del censo). Unidos Podemos también mejora en este aspecto: el 20,4% se decanta por Iglesias (tres puntos más que en el sondeo de marzo), mientras que el PSOE se mantiene casi intacto en el 18,7%, y el PP también refleja una caída: solo el 12,2% de los encuestados afirma que votaría a los populares si se celebraran ahora unos nuevos comicios o que es la formación por la que sienten una mayor simpatía.
3 millones de votantes del PP se marchan a Cs
El desmoronamiento de los populares se explica fundamentalmente por la transferencia de votos hacia el partido de Rivera. En concreto, en torno a 3,1 millones de sus electores se inclinarían por la papeleta naranja si ahora se celebraran unos comicios. Dicho de otra manera, de los que recuerdan haber votado al PP el 26-J, solo el 51,1% volvería a inclinarse por apoyar a Mariano Rajoy. Esas cifras explican al mismo tiempo el impactante auge de los centristas, que además de ‘robar’ casi la mitad de los sufragios a los conservadores, también seducirían a 600.000 votantes socialistas. Con Unidos Podemos, en cambio, se produciría un trasvase mutuo. Existe una transferencia de votos en el eje de la nueva política que llevaría a 220.000 votantes de Iglesias a inclinarse por Rivera, pero también 235.000 electores de Ciudadanos preferirían apostar en unas nuevas elecciones por la formación morada. Es decir, que en el saldo neto no habría cambio alguno.
En el caso del PSOE, se produciría una mayor transferencia de votos desde las filas socialistas a Ciudadanos (en total, un 13,5%) que a Unidos Podemos. Y, aunque existe en torno al 7% de electores fieles a Sánchez que se inclinan ahora por Iglesias, hay un mayor número de votantes de la formación morada que se decantan por el Partido Socialista. Hasta el punto de que los de Sánchez podrían sumar unos 200.000 votos de las filas moradas.
De todos los partidos, Ciudadanos es el que mantiene un electorado más fiel. El 80,5% de los encuestados que aseguran haber votado a Rivera repetiría su opción si se celebraran nuevas elecciones. Justo detrás se sitúa Unidos Podemos, que también consigue retener a un 73% de sus votantes. En el caso del PSOE, el 66,9% de los que recuerdan haber apostado por Sánchez continúa inclinándose por la papeleta de los socialistas.
Gana el bloque conservador
Más allá de las transferencias de votos entre partidos y otras variables, y teniendo en cuenta que el panorama puede cambiar de inmediato con una moción de censura en trámite y sin elecciones generales a la vista, el sondeo pone de manifiesto que el bloque conservador (formado por PP y Ciudadanos) sumaría un 48,2% de los votos frente al bloque de la izquierda, integrado por PSOE y Unidos Podemos, que alcanzaría el 40,3%. Ocho puntos de diferencia en favor del centro-derecha que, sin embargo, continúa dejando claro que en el mapa político español del futuro seguirán siendo necesarios los pactos entre las distintas formaciones para poder gobernar.
FUENTE: ELCONFIDENCIAL
El nerviosismo del PP es pánico en Cs
Se cargan estos días las tintas sobre la enorme preocupación que hay en el Partido Popular (PP) por la moción de censura que se debate hoy. Queda a un lado, siempre a la derecha, Albert Rivera (Ciudadanos), que habrá tenido que tirar de media docena de libros de autoayudaen sus clases de coaching para hacer frente al miedo que le agarrota las pantorrillas sólo con pensar en un Gobierno de izquierda.
Que por los pasillos de Génova cunda el pánico, el nerviosismo, la preocupación no sorprende. No es para menos, se desmonta el chiringuito de un partido con la corrupción institucionaliza antes de que pueda devolver todos los favoreces recibidos. A diferencia de lo que hace con la ciudadanía, con la que el PP nunca rinde cuentas, sí tendrá que hacerlo con sus acreedores.
Si Rajoy califica al que viene como “Gobierno de Frankenstein”, siguiendo con el mundo del cine (algo me dice que, salvo el Marca, Rajoy es de poco leer), hoy asistiremos a El Hundimiento (2005), aquella cinta de Oliver Hirschbiegel en la que vimos los últimos diez días de la vida de Hitler. Veníamos de sufrir El Golpe (1973) hasta que una sentencia como la del Gürtel ha evidenciado lo que sucedía y, entonces, hemos pasado del largometraje de Newman y Redford a Woody Allen y su Toma el dinero y corre (1969).
Podría seguir, porque la cantidad de películas que se adaptan a la trayectoria de Rajoy son muchas (La ley del silencio (1954); La escopeta nacional (1978); Todos a la cárcel (1993); La ola (2008); B, la película de Bárcenas (2015)…) pero quisiera centrar la mirada en Rivera.
Si en el PP tienen congoja a que triunfe la moción, en Ciudadanosestán muertos de miedo. No soportan la idea de ver un Gobierno de izquierda en el poder porque sabe que al desaguisado en que está convertido el país, gracias a la asociación de PP-C’s, puede dársele la vuelta en pocos meses. Son tantas las iniciativas legislativas que los dos partidos de derecha tiene paralizadas y que se desbloquearían en muy poco tiempo, que sería un duro golpe para la formación naranja.
Tanto teme Rivera ese escenario que ni siquiera se ha subido al tren de la moción a pesar de que se le ha puesto un cheque en blanco para que sea él mismo quien ponga fecha a las elecciones anticipadas. Tal es su seguridad en que no hacen falta muchos meses para dejar en evidencia el daño que PP-C’s han hecho a esa España de sus amores.
Es cierto que su padre político, el Ibex35, no tiene tanto miedo, aunque sí nerviosismo. Con el PP o C’s vive mucho mejor, pero sabe por experiencia que el PSOE tampoco es mala muleta… su nerviosismo llega por la izquierda, por una posible subida de Unidos Podemos, los precursores de esta moción de censura que tendieron la alfombra roja a un Pedro Sánchez desaparecido.
Parece evidente que desahuciado Rajoy de La Moncloa, Rivera endurecerá su discurso ultranacionalista para intentar tapar sus carencias, que no son pocas y saldrán aún más a la luz cuando se desarrollen políticas sociales de una vez por todas. Será entonces cuando veamos el remake de Espérame en el cielo (1988) con él como protagonista.