Cuántas veces nos pasa que empezamos una conversación normal con un amigo y, sin saber muy bien cómo, acabamos criticando a alguien o cualquier cosa, dirigente, tema o cuestión. Lo peor es que lo justificamos diciendo que es un desahogo o que, si es verdad lo que se dice, no hay ningún problema. Al terminar ese tipo de conversaciones, puede que hasta nos hayamos reído, pero nos deja un poso de tristeza el sentimiento que queda después de desbarrar. Partimos de la base de que el espíritu crítico es positivo. Gracias a él, las sociedades evolucionan y se adaptan a nuevos cambios. Incluso emocionalmente es positivo, pues obliga a evitar una comodidad que acabe en una paz falseada, y a luchar contra el mal o la injusticia. Muchas críticas son elogios disfrazados y otras tantas motivan “críticas que esperan milagros”.
Quien analiza debe ser cuidadoso si no quiere convertirse en un murmurador que destruye la unidad y se fija solo en lo malo. Solo hay que transmitir criterios, juicios o sucesos que sean verdad y estén contrastados; porque si es algo que hemos oído por ahí o si es mentira, difamamos y violamos el derecho al honor de las personas. Aquí es importante distinguir un juicio sobre el comportamiento de una persona, que es legítimo, y un juicio sobre la calidad moral de esa persona, que casi nunca lo es. Que sea público y pensemos si a la persona que escucha le aporta algo; porque si no es público y no aporta nada, revelamos secretos que deben seguir siéndolo y fomentamos actitudes insanas. Es más importante para los ciudadanos, que la crítica vaya envuelta de respeto a la persona y de una búsqueda real de la Verdad, el bien para ella y para la sociedad.
Pensar que solo nos inspiran sentimientos positivos es ingenuo, puesto que los negativos pueden convertirse en el inicio de una conversión emocional que nos lleve a iniciar un enfoque crítico y particular de situaciones o personajes de la vida pública. Solo con una actitud de tranquilidad espiritual y escucha atenta de nuestra voz interior podemos caminar con un espíritu crítico que, tanto individual como grupalmente nos lleva hacia la Verdad que, desde la integridad nos ayuda a mantener el equilibrio emocional y hacer críticas constructivas, nos hace libres. ”Quien se enfada de las críticas, reconoce que las tenía merecidas”.
Estos días vivimos de nuevo en Mazarrón un momento muy especial, pero ya bastante habitual en la política local. Los que logren sobrevivir al estallido gubernamental que ha provocado el grupo socialista, saldrán a flote y se posicionarán cada vez más. Algo pasa en esta vieja escuela progre que no es capaz de aceptar los cambios políticos evidentes en el funcionamiento Institucional. La irrupción a lo bestia y sin respeto de nuevas generaciones con otros modos y otras formas de hacer las cosas, o esa suerte de sincretismo que permea el Consistorio, el partido y toda la población, no solo se manifiesta en la vida política sino en cualquier expresión social.
El tremebundo panorama de estos días merece otra escritura más colaborativa, honesta y dinámica, pero no menos aguda. Que dé cuenta de la nefasta homofilia inculcada a la nueva camada progre, aunque sea para adelantar la purga y eliminar a los “supuestamente críticos” con el régimen establecido, repletos de ambición, deslealtad, venganza y “ansia viva”. Otra “noche de los cuchillos largos”, tantas veces vivida en C/Progreso planea por la Agrupación Socialista y, no parece que desde Princesa estén por la labor ni puedan evitar la nueva guerra cainita que en breve estallará.
Creo que parte de la rabia hacia el dirigente egoísta y oportunista, expresada tantas veces aquí por los críticos (criticando a los críticos), tiene que ver con el deleznable espectáculo originado en el PSOE y su Grupo Municipal, que puede dar por tierra con el pacto de gobierno y el resurgir de viejos fantasmas del pasado que, el pueblo detesta porque los sufrió en sus carnes por la avaricia e intereses bastardos de los tragaldabas de siempre…”los verdaderos dueños del poder en Mazarrón. ”El buen arquero no es juzgado por sus flechas, sino por su puntería”.
POST SCRIPTUM: La mejor forma de no ser criticado, es no decir nada, no hacer nada y no ser nadie. “No te preocupes por las críticas. Si no es cierto, ignóralo; si es injusto, evita la irritación; si es ignorante, sonríe; si está justificado, no es una crítica, aprende de ello.”