HA PASADO EL TIEMPO Y ESTE ANALISIS DE NUESTRO COMPAÑERO JOSÉ JUAN CANO VERA, PARECE ESCRITO HOY. EL LLAMADO ESTADO DE LAS AUTONOMÍAS HA ENTRADO EN UNA FASE DE CAÓTICA POLÉMICA Y NO HAY TERTULIA EN LA QUE NO SE EXPONGA CON ACRITUD, LO QUE ALGUNOS POLITÓLOGOS, COMENTARISTAS E HISTORIADORES CONSIDERAN UN ERROR HISTÓRICO, OTROS OPINAN QUE NO ES ASÍ, AUNQUE PIDEN AMPLIAS REFORMAS DE LA CONSTITUCIÓN. LOS RECIENTES HECHOS ACONTECIDOS EN CATALUÑA HAN PUESTO DE ACTUALIDAD UN PROBLEMA INTENSO QUE AFECTA YA AL RESTO DE LAS COMUNIDADES AUTÓNOMAS. TELEVISIÓN ESPAÑOLA OFRECERÁ ESTE MIERCOLES UN AMPLIO REPORTAJE SOBRE TORCUATO FERNANDEZ MIRANDA, EL VERDADERO GUIONISTA DE LA TRANSICIÓN QUE TERMINÓ ROMPIENDO CON ADOLFO SUÁREZ, TRAS UNA FUERTE DISCUSIÓN EN PRESENCIA DEL REY JUAN CARLOS. CANO VERA DA SU VERSIÓN.
«REFLEXIONES DE URGENCIA DE UN ESPAÑOL INCRÉDULO» (HEMEROTECA)
Hace unos días, repasando GOOGLE, leí un párrafo dedicado al DIARIO LINEA, desaparecido atropelladamente, cerrado a instancias del Delegado del Gobierno y Jefe Provincial del PSOE, que fue dentista de Felipe González (menos mal que no fue su psiquiatra).
Meses antes advertí a Andrés Hernández Ros, presidente de la Comunidad Autónoma, y a Julio Feo, asesor y enviado personal de La Moncloa, algo parecido al papel ruín de Vicente Martinez Pujalte, nombrado por el ministro Montoro, como consejero aúlico de Ramón Luis Valcárcel Siso y posteriormente de Alberto Garre, al que traicionó siguiendo las pautas de la Casa pepera de los últimos veinte años de cacicato y mareas de corruptos a manta, la mayoría a la espera de pasar por los tribunales.
Decía, que les advertí que cerrar aquel gran diario murciano, escuela de grandes periodistas, porque dejar en solitario a La Verdad supondría un problema serio ejerciendo un monopolio informativo y un probable peligro para la libertad de expresión y de los intereses de los murcianos. A lo mejor me equivocaba.
Pues bien, cuarenta días después de mi cese político, lógico, se produjo el cerrojazo siendo director Felix Alcaráz, periodista militante de UGT (rompió el carnet en la noche del 23-F muerto de risa), buen trabajador profesional que entró en LINEA, de mi mano, aún sabiendo su formación política, lorquino y amigo de Carlos Collado.
En un informe de GOOGLE se aclara que José Juan Cano Vera «fue el director encargado de llevar a buen término una transición modélica de los medios de comunicación del Régimen a la democracia». Bueno, no se si fue modélica, lo cierto es que me mantuve en los distintos cargos de dirección y jefaturas intermedias, durante la friolera de veinte años, antes y después del proceso de la democratización de la prensa del Estado y privados, entre ellos la cadena de Editorial Católica en la que se integraban nuestros colegas de La Verdad, que nunca, en aquellos años, admitía publicidad electoral de los comunistas.
Recuerdo, en cambio, que LINEA, bajo mi dirección fue el primer diario español que entrevistó al líder del PCE, en nuestras propias instalaciones, un domingo muy caluroso y bajo fuertes medidas de seguridad. Dos meses más tarde entrevistamos al presidente de Fuerza Nueva, el polémico Blas Piñar. Ninguno se quejaron del trato que le dimos.
A partir de esos momentos tensos, que se fueron suavizando, tras las elecciones legislativas de 1977, creo, LINEA hizo un esfuerzo para lograr ser un medio que colaboraba en el proceso democrático del reino de Murcia. Cada día de la semana ofrecimos nuestras páginas a los cinco partidos con representación parlamentaria, que ellos mismos editaban. Naturalmente que hubo roces, pero dimos todos una lección de ejemplar objetividad en libertad y responsabilidad. No olvido que fuimos el segundo rotativo español, con el diario Información, de Alicante, que realizamos una encuesta para conocer a los políticos emergentes más conocidos por los murcianos.
El primer puesto fue para el conocido arquitecto DEMETRIO ORTUÑO, con su partido Reforma Social Española, algo así como una izquierda descafeinada, que posteriormente se integró en la UCD. Me río en silencio porque durante un año tuve a Demetrio como colaborador anónimo, siendo concejal de Murcia. En sus artículos era extremadamente crítico con el joven alcalde de entonces, Clemente García, que no era falangista sino del Movimiento. Clemente se subía por las paredes y me amenazaba con ir con el cuento al Poncio: «No me gustas nada Cano Vera».
Durante el reinado de Ramón Luis, siempre estuvo bajo la sombra del césar y se convirtió en la cabeza pensante del tinglado. Siempre en el lugar apropiado y en el momento oportuno. Un as de la versatilidad. Se despidió como un demócrata de toda la vida, y a lo mejor es cierto. Ha sido y es una leyenda, aún al día de hoy ocupa un lugar importante en el escalafón del oficialismo.
Las dificultades que tuve que sortear desde mi llegada, fueron de diversos grados, tirando a muchas. LINEA publicó un amplio informe ¡coño, miren ustedes, sobre la Bahía de Portmán!.
Inmediatamente me tiraron de las orejas, pero hasta hace unas semanas he seguido erre que erre. Incluso EL PAIS publicó unas declaraciones mías, y del redactor-jefe de LINEA, Juan Sánchez Rada, ex director del fallecido diario cartagenero EL NOTICIERO. Otro error, pero de ellos, los empresarios cartageneros.
Me salía del alma luchar, y con la cabeza, porque era prudente un cambio tranquilo. Llegué a ser el redactor jefe más joven de la prensa, y tres años más tarde, el director, hasta el nombramiento de Jesús Prado, que luego llegó a ser afortunado Jerifalte de una cadena de Prensa de la que forma parte LA OPINION, un medio que se merece más suerte, pero los murcianos son como son.
Jesús Prado y yo protagonizamos, ingenuamente, un rifirrafe empresarial. El gran jefe del Estado español nos recibió en audiencia en El Pardo. Nos citamos antes de la peregrinación, y todos acudieron luciendo la camisa azul de la Falange. Jesús Prado y yo llegamos vestidos de punto en blanco, incluso las camisas. Se retrasó la salida unos diez minutos hasta que encontraron camisas reglamentarias. Ibamos guapísimos. Estuvimos allí con EL con gestos marciales, la verdad que los ojos del GENERAL me llegaron a impresionar, y su frialdad gélida. No se emocionó al vernos y nosotros no nos echamos a llorar. No era la primera vez que estuve en visita oficial. La primera fue en Burgos. Tengo entendido que sobre Franco se han escrito unos 3.421 libros y se le ha dicho de todo a este hombre histórico. Desde luego tonto no era a pesar de los insultos que ha recibido. O es que los subnormales fueron sus opositores políticos, que no fueron tantos como se presume ahora.
La realidad es que los únicos que le dieron guerra fueron los comunistas. Los otros estaban escondidos, camuflados de falangistas o huidos, y cuando se ponían pesados la televisión ofrecía espectáculos de primera calidad, como ahora, aunque estos de las seis grandes cadenas es pura basura. Basta observar que desde que falleció no hemos sido capaces de ganar ni un Festival de Eurovisión. Y que los impuestos han subido por las nubes para pagar a cerca de setenta y siete mil políticos y sus pesebres, es evidente la diferencia democrática. Antes eran unos pocos. En estos son unos muchos y creciendo. Los partidos, los sindicatos y sus familiares funcionariales. También le amargaron la existencia los etarras, pero en la Democracia los pistoleros crecieron en su intensidad asesina colaborando para afianzar la democracia que tuvo hasta su golpe de Estado. Que historias, más repugnantes. A estas alturas de la crisis económica solo reconocen que no existe Rajoy y sus rancheros.
Se había iniciado el relevo generacional gracias al mejor político que ha tenido nuestra invertida nación en el último siglo. TORCUATO FERNANDEZ MIRANDA. Tuve el gusto de conocerle. Una cabeza portentosa, un pragmatismo de calidad sin caer nunca en el relativismo oportunista y el gran director de la Orquesta Verde de la Transición, que enseñó y explicó al Rey don Juan Carlos, y antes Príncipe de España, que el camino factible y menos peligroso era una Transición negociada y sin rupturas que no generara choques de trenes sangrientos. Y una evolución reformista desde dentro del régimen. Adolfo Suárez fue solo un actor secundario al servicio de La Zarzuela que le ordenaba siguiendo las directrices que daba con energía Torcuato Fernández Miranda, salvo en el invento de ese error dramático del Estado de las Autonomías, cuyas consecuencias más graves las sufriremos MÁS BIEN PRONTO QUE TARDE. En Murcia ya es un hecho siendo la Comunidad más pobre, la segunda de este país en permanente estado de ensombrecimiento, corrupción y crisis de todo tipo y olores.
Un placer de conocerle y oírle en largas horas de conversación de toda una personalidad con talla de estadista. Durante unos años, una decena de directores, ya muy jóvenes y alguna vieja gloria de larga experiencia política y humana, nos reuníamos discretamente en unos despachos de la calle Bravo Murillo 9, en donde solía aislarse de la máquina oficial. Ya era vicepresidente del Gobierno.
Nos hablaba como un maestro en el arte limpio de otro modo de hacer política, y nos escuchaba humildemente cuando la transición no estaba muy lejos. Franco se moría. A pesar de su aparente frialdad fue un soñador y un patriota, que se adelantó a su tiempo. Murió en Londres, lejos de España. Casi olvidado, como siempre en este país mueren los grandes. Gustan mas los políticos de copas, cama, tertulias acojonantes, coche nuevo y trabajador infatigable para el partido, y yate. Y financiados por bancos y Estados mafiosos con sus dictaduras. En 1974 llegué a Murcia.
Mantengo mi vida aquí, pero triste. Se tambalea esta democracia de «peleles«. La noticia de que una zagala de 18 años ha sido violada brutalmente por una pandilla de locos posiblemente borrachos, nunca tuvo lugar en unos san fermines navarros. La formación de un Gobierno se aleja. Primero son ellos, los partidos. Luego, quizás, remotamente, usted, nosotros. Los que votamos. España ¿de qué España me hablan?