Al igual que Cristina Cifuentes, María Dolores de Cospedal (Madrid, 1965) progresó en política asegurando que las prácticas irregulares en el PP, si es que se habían producido, eran cosa del pasado y que ella misma se había encargado de frenarlas. Quienes trabajaron junto a ella la acusan de haber intentado esconder los escándalos bajo la alfombra sin poder evitar que esos casos acabasen por golpear a la formación tarde o temprano. 

Se le critica haberse equivocado cuando apoyaba a compañeros en problemas tanto como cuando les dejaba a su suerte sin respaldo. El ejemplo más reciente de lo primero fue el apoyo cerrado a Cifuentes que Cospedal exigió durante la convención que el PP celebró en Sevilla el pasado mes de abril. Solo unas semanas después la presidenta madrileña acabaría dimitiendo. En el capítulo de abandonos, Cospedal dejó a toda una generación del PP asociada a la época de Aznar que sintió que su formación les daba la espalda. De su paso por esas situaciones, ella  aseguraba haberse «partido la cara» por su formación política. Con esas cartas quiso ganar posiciones en las primarias a las que se presentó para dirigir la formación, cuando comprobó que Alberto Núñez Feijóo daba una paso atrás.  

Las grabaciones realizadas por Villarejo han situado a la exdirigente del PP en una situación casi insostenible. Cospedal, que pretendía encabezar las listas a las próximas elecciones europeas, atraviesa su peor momento tras haber sido clave en las primarias que hicieron líder del partido a Pablo Casado: mientras se difuminan sus opciones para irse a Europa en su partido aumenta la presión para que abandone el acta de diputada, que mantiene en el Congreso de los Diputados. 

«Está chamuscada. Pablo tiene que quitarse ese lastre», asegura una de las personas que trabajaron cerca de ella en las labores de dirección del PP. Oficialmente, la posición dominante es la del silencio, ante el temor de que puedan surgir nuevas grabaciones que pudieran desvirtuar todavía más aún el relato que la propia Cospedal hace de sí misma en relación a la corrupción de su partido.

Como secretaria general, gestionó el via crucis judicial que acabaría por arrinconar al PP de Rajoy, llevándolo a la moción de censura que les desalojó del poder. Con ella al frente dimitió el tesorero, Luis Bárcenas pero también se supo del pago «en diferido» que el extesorero disfrutó tras abandonar sus cargos, con derecho a uso de despacho y coche oficial.

La explicación pública que la propia Cospedal tuvo que hacer de aquel acuerdo con Bárcenas pasó la historia del partido como uno de los momentos más ridículos del Partido Popular afrontando su corrupción. En aquellos días no faltó el fuego amigo y las críticas que desde el Gobierno le reprocharon a la secretaria general de acrecentar con sus explicaciones la labor de un Gobierno al que se incorporaría dos años más tarde.   

En su declaración ante el juez Ruz en septiembre de 2013, la exsecretaria general no dudó en señalar a Rajoy como el responsable del trato alcanzado con Bárcenas. «Se le dejaba utilizar un vehículo cuando puntualmente lo pudiera necesitar, podía disponer de una sala para dejar sus cajas y sus archivos (…) se había pactado una indemnización (…) esos términos no los acuerdo yo», dijo entonces ante el magistrado. Para enfado de Moncloa, Cospedal explicó que el acuerdo se había producido en una reunión en la que estaban Rajoy, Bárcenas y Javier Arenas

Javier Arenas fue el primero en una larga colección de enemigos que atesoró a lo largo de años en cargos públicos. Con el veterano político andaluz comenzó su andadura por los ministerios, primero como asesora y después en diversas subsecretarías. Acabaría presentando su dimisión en una suerte de conflicto cuyos detalles nunca han trascendido.

Dirigentes del PP acusan a la exsecretaria general de haber gestionado mal los momentos más difíciles para la formación conservadora y la señalan como la persona que  filtró al diario El Mundo la existencia de pagos en B a cargos del partido: «Protegía más  lo suyo que lo del partido», afirma un dirigente del PP. «Que cada palo aguante su vela», aseguró ella en 2013, desmarcándose de cualquiera que hubiera sido pillado en alguna acción irregular. Si hubo una frase que marcó la distancia de Cospedal con sus compañeros fue esa.  

La llegada de Cospedal a la cúpula de la formación conservadora se produjo en el Congreso que el PP celebró en Valencia en 2008. Rajoy acababa de perder por segunda vez unas elecciones generales contra Zapatero y a su alrededor empezaba a sonar el ruido de sables. El expresidente del Gobierno buscó en ella (y en Soraya Saénz de Santamaría) el apoyo para mantenerse en el puesto y arriconar al aznarismo que reclamaba unos resultados electorales que Rajoy no era capaz de conseguir. Mujer, madre soltera, abogada del Estado… Rajoy creyó haber dado con el perfil perfecto para hacer olvidar a figuras como Acebes o Zaplana. 

En el peor momento del PSOE, consiguió arrebatarle a esa formación el Gobierno de Castilla La Mancha en las elecciones de 2011. Su figura iba por entonces es ascenso. El gobierno le duró un año ya que el 2015 perdió las elecciones frente al socialista José María Barrerda que la desplazó gracias a un acuerdo con Podemos. Mariano Rajoy la recupera para el Gobierno en 2016 ofreciéndole el ministerio de Defensa. En aquel momento se convierte en una de las personas con más poder en el PP: la secretaría general del partido, un ministerio de Estado y la presidencia de la formación en su comunidad autónoma. Esa acumulación de cargos supuso para Cospedal un  nuevo motivo para recibir las críticas veladas de sus compañeros.

Su enfrentamiento con Soraya Saínz de Santamaría quedó resumido en una foto tomada tras la renuncia de Rajoy, como consecuencia de la moción de censura. Ambas decidieron competir en el proceso de primarias para optar al relevo. Cospedal no superó la primera vuelta pero acabaría pactando con Casado a quien empujó a la victoria en la segunda vuelta. «Nadie sabe qué pasó entre Cospedal y Soraya. Fue un proceso acumulado por los años de lucha por el poder», asegura un veterano diputado de la formación. Ambas compartían en su currículum la categoría de abogadas del Estado y ambas habían sido el apoyo principal de Rajoy para dejar atrás el aznarismo. El expresidente del Gobierno permitió que su pelea por el poder creciese a lo largo de los años, en una suerte de indefinición que llevó a Rajoy a liderar gobiernos enfrentados en bandos en torno a las dos dirigentes. 

Además de a Cospedal en el PP se critica ahora a su marido: Ignacio López del Hierro. «La figura del consorte al secretario general no existe en el PP y el de Cospedal se pasaba los días en la sede», aseguran fuentes de la formación conservadora. Las grabaciones de Villarejo demuestran que la pareja de la exdirigente participaba en reuniones que se celebraban en la planta noble de Génova 13. «La reunión con Villarejo no fue la única. López del Hierro estuvo en ese despacho muchas veces, en encuentros con más gente. No sabíamos para qué», afirman fuentes de Génova.  

En julio de este año pronunció su último discurso. Se despedía como número dos del partido en el Congreso que elevó a Casado al liderazgo de la era post Rajoy. Aseguró entonces que se marchaba «sin cuentas pendientes» en el PP. Nada más lejos de la realidad. La disparidad de enemigos que se había ido creando fuera y dentro de la formación explican, en buena medida, el escaso apoyo que está recibiendo en sus momentos de mayor debilidad.

 

 

Reunión Cospedal-Villarejo: ocho protagonistas por alusiones

 

21 de julio de 2009. El caso Gürtel está tomando una dirección peligrosa para el Partido Popular. El guardián de sus cuentas, Luis Bárcenas, declara al día siguiente en el Tribunal Supremo como «imputado provisional». En ese contexto, María Dolores de Cospedal recibe al comisario José Manuel Villarejo en Génova. El policía accede a la sede en secreto, acompañado de Ignacio López del Hierro, esposo de la secretaria general del partido. Los extractos de la conversación que ha publicado moncloa.com revelan que la número dos del PP pidió al policía que saboteara la investigación del mayor caso de corrupción en la historia del PP. López del Hierro habla de «pagos». En la hora larga que dura el encuentro, sus tres participantes aluden a varias personas cuya identidad y cargo por aquel entonces permiten reconstruir el puzzle de las maniobras secretas alrededor del caso Gürtel.

En la época de las grabaciones existía una máxima en los cenáculos políticos y mediáticos madrileños según la cuál si ocurría algo sospechoso y no se podía atribuir a alguien, Rubalcaba estaba detrás. La leyenda de intrigante que arrastraba el político socialista se había acrecentado desde que Zapatero le encargó el Ministerio del Interior en abril de 2006 con el objetivo de dirigir el incipiente proceso de paz con ETA.

Dos años después, Rubalcaba se encontró con que la Policía que dirigía recibía el encargo judicial de investigar el mayor caso de corrupción en la historia del Partido Popular. Villarejo, al que Rubalcaba dice no haber tratado nunca, le sitúa en las conversaciones en el supuesto contubernio para teledirigir el caso Gürtel. «Director de cine», «Hitchcock» o «Maquiavelo» son los epítetos que el comisario jubilado dedica al entonces ministro en las conversaciones. «Es más sutil, mucho más hijo de puta, mucho más sibilino, más vaticanista», dice el policía.

Dos semanas después de la reunión con Villarejo,  Cospedal sale a denunciar desde su lugar de vacaciones que el PP está sufriendo «escuchas ilegales». «Algunos dicen la mayor barbaridad del mundo y se dan un chapuzón», contestó Rubalcaba. El exministro nunca ha dudado del trabajo de los mandos policiales a los que alude Villarejo en los audios y de los que el comisario jubilado asegura que practican un doble juego.

Integrante de la cúpula de la Policía nombrada por el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. González era el responsable de los servicios centrales que luchan contra el crimen organizado, incluida la corrupción. Una de las unidades a su mando es la UDEF, encargada de investigar el caso Gürtel. González fue uno de los policías que trajo a Luis Roldán de vuelta a España dentro del montaje conocido como ‘Los Papeles de Laos’. Su aval para llegar a la cúpula policial fue el ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, a pesar de los recelos de otros comisarios vinculados históricamente al PSOE. Asistió a la cacería celebrada al día siguiente de que estallara el caso, junto al juez del caso entonces, Baltasar Garzón, y el propio ministro Bermejo, quien tuvo que dimitir por aquello.

Ante Cospedal, Villarejo se refiere a él de forma despectiva, le describe como un advenedizo y asegura que quiere reunirse con el entorno de Cospedal en plena investigación. El comisario y López del Hierro discuten sobre si lo hace para acercarse al PP o enviado por el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. eldiario.es se ha puesto en contacto con González, quien ha desmentido que se reuniera con nadie. No ha querido contestar al resto de preguntas.

El Gobierno de Zapatero revolucionó la investigación de los delitos económicos y la corrupción con la creación de la Unidad contra la Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) en 2005. Su jefe desde el principio fue Olivera. Bajo su mando se desarrollaron grandes operaciones como Malaya, Astapa… y Gürtel. En todas ellas colaboró José Manuel Villarejo como una suerte de liberado de la Comisaría General de Policía Judicial, utilizando empresas o falsas ONG para obtener información. Ese puesto ocupaba cuando se reunió con Cospedal.

En la conversación con Cospedal, Villarejo habla de Olivera como «un hombre nuestro» que ya ha saboteado la investigación de Gürtel desde dentro. Cospedal asiente y dice que sabe que José Luis Olivera es un comisario favorable al PP porque se lo ha dicho «Juan», en referencia al dirigente del partido en Valencia Juan Cotino, director de la Policía durante seis años del Gobierno de Aznar.

Al mismo tiempo que Villarejo vincula a su amigo Olivera con el PP, dirigentes del Partido Popular lo sitúan en el centro de la conjura contra el partido. Francisco Álvarez Cascos llegó a ubicarle, junto a González, en una «camarilla policial» dedicada a fabricar informes en el marco del caso Gürtel. Fuentes del entorno de Olivera rebaten las acusaciones de Villarejo. Recuerdan que los informes de la UDEF eran documentos sellados judicialmente con los originales en la caja fuerte del juzgado. La Fiscalía, añaden, tenía copia de avance de todas las investigaciones para que no se pudiera alterar nada. «La UDEF actuó como una auténtica apisonadora en Gürtel», añaden.

Cuando cambió el Gobierno, Olivera no fue destituido por el PP como jefe de la UDEF hasta pasados siete meses. Y finalmente no fue desterrado. Se le encargó la dirección del Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CICO). Durante el mandato de Fernández Díaz llegó incluso a sonar para convertirse en el director operativo del Cuerpo. El actual equipo de Interior llegó con un solo nombre como cese seguro e inmediato, el de Olivera.

Por entonces titular del Juzgado Central de Instrucción número 5, Garzón reclamó para sí la querella que dio origen al caso Gürtel, a partir de las grabaciones del concejal de Majadahonda José Luis Peñas. El juez, en una decisión luego avalada en sentencia, consideró que había conexión con otro caso que ya investigaba, el BBVA Privanza, en el que estaba implicado uno de los presuntos arquitectos financieros de Gürtel, Luis de Miguel.

Villarejo, por el contrario, asegura en las grabaciones que a Garzón «se le preparó» el caso Gürtel, esto es, que se maniobró para que fuera el juez que asumiera la investigación de la trama de corrupción en torno al PP. Garzón perdió la competencia de la causa cuando aparecieron aforados, ya fuera ante el Tribunal Supremo, como Luis Bárcenas, o diputados autonómicos, lo que llevó el caso al Tribunal Superior de Justicia de Madrid. El caso Gürtel supuso a la postre el epitafio de la carrera judicial de Garzón. El Supremo le condenó por ordenar unas escuchas ilegales entre los cabecillas de la trama y sus abogados cuando estaban en prisión.

Hombre fuerte del PP valenciano durante décadas, Juan Cotino conocía bien la Gürtel. Así se desprende del escrito de acusación de la Fiscalía Anticorrupción por el que solicita para él 13 años de cárcel por varios delitos de corrupción, cometidos en torno a la visita del Papa Benedicto XVI a Valencia, una de las piezas separadas de la causa. Cotino se sentará en el banquillo junto a Francisco Correa y el Bigotes en el banquillo de los acusados por hinchar las facturas de los trabajos que realizó la trama.

Villarejo asegura en las grabaciones que había avisado a Cotino de una operación contra su sobrino, un empresario imputado también en Gürtel y otras investigaciones contra la corrupción, para que destruyera pruebas. Cotino fue director de la Policía entre 1996 y 2002 y aún guarda ascendente en algunos sectores de la Policía. Recientemente, Interior ha destituido al subdirector del Gabinete Técnico del Cuerpo  por invitarle a una charla sobre ética a pesar de estar procesado por corrupción.

Anticorrupción pide para él 40 años de cárcel por las adjudicaciones que El Albondiguilla y su equipo concedieron a empresas de la Gürtel a cambio de sobornos. Boadilla del Monte es el segundo municipio más rico de España y lugar de residencia del comisario Villarejo. En su entrevista con Cospedal, el policía le cuenta que él ya había avisado a González Panero de que había una investigación en marcha, en referencia a la Gürtel, y que le recomendó que avisara al presidente del Senado, Pío García Escudero, o a ella. «Pues no lo hizo», replica la secretaria general del PP.

María Dolores de Cospedal llevaba un año como secretaria general del Partido Popular cuando se reunió con Villarejo y ya tenía claro quién era el objetivo a batir internamente. Ella y el comisario acuerdan que la investigación no debe trascender al tesorero del partido, Luis Bárcenas, quien al día siguiente declaraba como «imputado provisional» ante el Tribunal Supremo.

«A mi si me dicen pasado mañana: tenemos un suplicatorio… se acabó, lo largamos ya», dice la número dos del PP en referencia al procedimiento para imputar a un aforado, como era entonces Bárcenas. Y el comisario replica: «Tenerle ahí es un pim, pam, pum que, mientras le lleguen las tortas a él, no le llegan a nadie más. Algo así para que los tipos digan: si está amortizado, al camión”, asegura en el audio el comisario Villarejo.

A la postre, el extesorero se ha convertido en el más alto cargo del PP en sentarse en el banquillo de los acusados y ser condenado. Los secretarios generales que declararon como testigos en la Audiencia Nacional, incluida Cospedal, insistieron en que el tesorero era un ente autónomo en el que tomaba decisiones sobre las cuentas ajenas a ellos. Aún quedaban casi tres años para que El País publicara los ‘papeles de Bárcenas’ con la caja B del PP.

Villarejo dice que Bárcenas presume de haberse llevado mucha documentación de la sede de Génova. «Se ha llevado menos de lo que ha dicho», asegura Cospedal en su conversación con Villarejo. El tesorero denunció al partido por quedarse con dos ordenadores que él había utilizado y que, según su versión, guardaban información sobre la contabilidad de los populares. El asunto derivó en el caso conocido como los ordenadores de Bárcenas, destruidos por el Partido Popular y por el que la propia formación y tres de sus responsables  se van a sentar en el banquillo.

Su nombre aparece en la exposición que hace Villarejo para presentarse ante Cospedal como alguien cercano al Partido Popular desde hace mucho tiempo. Pastor Ridruejo fue presidente de Alianza Popular y organizó el congreso de la transición de Fraga a José María Aznar, quien se distanció de él por su rechazo a la participación española en la guerra de Irak. En un momento de la conversación, López del Hierro pregunta a Villarejo si «Félix» era su contacto.

«Si, Félix, todo lo que me ha encargado era delicado. Mírame esto, mírame aquello y tal y cual. Siempre se lo he dicho a Félix: yo tengo la cartera en un lado y el corazón en el otro. El corazón es vuestro. Siempre que gobernáis vosotros, nunca he ganado dinero, pero siempre que está el PSOE, como son tan desastres, pues siempre me encargan cosas», responde el comisario Villarejo. Félix Pastor Ridruejo moriría un año después de la reunión de Cospedal con Villarejo.

 

 

FUENTE: ELDIARIO