El centro-derecha ha abierto una batalla inaudita en España desde hace décadas y Ciudadanos, que ha entrado a la pelea cuerpo a cuerpo con el PP, no se amedrenta. La formación liderada por Albert Rivera considera incumplido el pacto de investidura que aupó a Mariano Rajoy a La Moncloa y, crecido por las elecciones catalanas y las encuestas, se lanza a presentarse como líder de la oposición. «Nosotros consideramos que ya lo somos», sentencia Miguel Gutiérrez, secretario general del grupo parlamentario en el Congreso.

 
En Ciudadanos celebraron unas declaraciones de Fernando Martínez-Maillo como si las hubiese pronunciado el propio Rivera. «Parece el líder de la oposición», les reprochó el miércoles el coordinador general del PP, usando unas palabras que en la sede de la cuarta fuerza supieron a victoria. Desde que firmó el pacto de investidura, Ciudadanos ha hecho equilibrios para presentarse como garante de la «estabilidad» y, a la vez, visibilizarse como partido de oposición. Ahora, en plena guerra con los populares, esa estrategia se ha intensificado y las palabras de Maillo, según explica un miembro de la dirección, les sirven para armar su discurso.

El objetivo es presionar al PP, en caída libre en los sondeos tras el 21-D, y presentarse como «alternativa». Siempre, con la mirada puesta en 2019, cuando se celebrarán comicios municipales, autonómicos y europeos. El camino lo marcó Rivera a sus diputados. Tras considerar «en jaque» el acuerdo de investidura, en una reunión con su grupo parlamentario, el presidente de Ciudadanos advirtió a Rajoy que el pacto «no es un cheque en blanco» y tensaba la cuerda, sin llegar a romperla: «Cumplir es el único camino que le queda si quiere aguantar la legislatura».

Mientras, la dirección de Ciudadanos vende la labor de sus «solo» 32 diputados. «Con el acuerdo de investidura hemos influido en toda la legislatura», apunta Miguel Gutiérrez, que destaca cómo sellaron un pacto de 150 puntos que ha servido para «logros muy concretos, como la subida del permiso de paternidad de dos a cuatro semanas, o poner fin con los presupuestos de 2017 a la subida de impuestos y a los recortes sociales». «Somos el único partido que ha desarrollado su programa», apostilla el secretario del grupo parlamentario, que considera al PSOE desaparecido —en su opinión, por la ausencia de Pedro Sánchez del Hemiciclo— y a Podemos instalado en un improductivo «No continuo».

«Otras reformas como la de RTVE, el sistema electoral o la despolitización de la Justicia están bloqueadas por el viejo bipartidismo. Si no hacemos más es porque Rajoy incumple [el pacto]», dice el diputado de Ciudadanos. «Tenemos congelado el acuerdo hasta que dimita Pilar Barreiro [senadora imputada en Púnica]. Si no lo hace, veo bastante bloqueada esta legislatura», continúa Gutiérrez, que se muestra satisfecho por esa calificación de Maillo como líderes de la oposición: «Nos parece estupendo».

 
Pero el PP y el Gobierno no se lo van a poner fácil. Los populares se han propuesto recuperar la iniciativa para que Ciudadanos no se cuelgue la medalla de las reformas que se puedan aprobar —hasta las elecciones catalanas, según las quejas de algunos dirigentes del PP, había habido cierta inacción—. El Ejecutivo, además, cree que su socio de investidura le ha «declarado la guerra» y dio luz verde a un contraataque que se recrudeció con el plan para sembrar dudas sobre la financiación de su oponente, con dos sesiones monográficas en el Senado sobre sus cuentas. Esa ofensiva ha sentado muy mal en Ciudadanos, que la considera un intento de «enfangar» y a la que respondió solicitando la comparecencia en el Congreso de Francisco Granados, imputado por Púnica, para explicar su «relación con Rajoy».

El 21-D, punto de inflexión

Al echar la vista atrás, ambos contendientes marcan un punto de inflexión a la hora de explicar esta escalada de tensión: las elecciones catalanas. En Génova saltaron las alarmas tras la victoria de Ciudadanos y los líderes regionales del PP reclamaron a la dirección del partido mayor iniciativa política. Con los comicios autonómicos en el horizonte, los veían por primera vez como un rival real. Y arrancó la respuesta con iniciativas como las presiones a Inés Arrimadas para que presentase una inviable candidatura a la presidencia de la Generalitat; la búsqueda de pactos de Estado con los socialistas para obviar a Rivera; o la presentación de un endurecimiento de la prisión permanente revisable.

La pregunta que corre ahora por los pasillos del Hemiciclo es si en esta batalla, con claros tintes electorales, alguno de los dos se atreverá a anunciar una ruptura del pacto y si eso se traducirá en el final de la legislatura. En Ciudadanos repiten que eso depende del jefe del Ejecutivo, que ellos han cumplido con su parte del acuerdo y que Rajoy es el único que tiene capacidad de adelantar elecciones —una moción de censura ni se menciona—. En el Gobierno insisten en que Rajoy piensa aguantar, prorrogando los presupuestos incluso dos años y colocando las urnas a partir de diciembre de 2019.

A todo esto, en la izquierda ven con recelo esta pugna del centro-derecha. «Ciudadanos da leña por la mañana y abrazos por la noche al PP. Ciudadanos es una de las garantías de que el señor Rajoy siga gobernando», sentencia Pablo Iglesias, líder de Podemos.

 

 

 

 

 

 

FUENTE: ELPAIS