Ciudadanos quiere encarar el nuevo curso político con espíritu negociador y se plantea sentarse a hablar con Pedro Sánchez y con la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, para tratar de pactar unos presupuestos “moderados y pragmáticos” que estén a “la altura de las circunstancias” ante “una emergencia sanitaria como la actual”.

Los de Inés Arrimadas sólo ponen una condición: que esas cuentas para el año que viene no recojan las tesis de Pablo Iglesias. “Vamos a trabajar noche y día para que no sean unos presupuestos bolivarianos”, señalan desde la formación naranja, aunque también reclaman al Gobierno “sinceridad” en las negociaciones y la participación “de la oposición y los agentes sociales”.

Desde el partido de Arrimadas, recuerdan que España tiene un panorama muy negro por delante con “las peores previsiones económicas”. “Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el paro podría dispararse hasta superar el 20%, el producto interior bruto (PIB) ha caído un 22% y se han perdido más de un millón de puestos de trabajo”, indican.

Para Ciudadanos, la situación es de “emergencia económica nacional” y, en consecuencia, estos”serán los presupuestos más importantes de la democracia, por lo que sería una grave irresponsabilidad –subrayan– permitir que quedaran en manos de Gabriel Rufián y Arnaldo Otegi”.

Ciudadanos quiere preservar los pactos con el PP y no será un socio estable del PSOE

Sánchez no oculta su interés por estrechar aún más los lazos que le unieron a Ciudadanos durante el estado de alarma. La formación naranja apoyó las prórrogas del confinamiento y, en alguna ocasión, sacó con sus diez votos las castañas del fuego al presidente del Gobierno, que se vio en apuros para ganar la votación ante la negativa del PP, Vox y ERC a apoyar la prolongación de ese estado de alarma.

El presidente quiere sentarse a hablar con los de Arrimadas para tratar de incorporarlos a ese gran pacto presupuestario que espera cerrar este otoño. Sin embargo, es consciente de las dificultades que implica poner de acuerdo a Cs con Unidas Podemos, puesto que las medidas económicas de uno y otro son como agua y aceite. En el Gobierno también son conscientes de que los diez escaños de los naranjas pueden serles de gran utilidad, pero en ningún caso pueden prescindir de los 35 votos de Unidas Podemos, que además ahora forma parte del Ejecutivo.

Eso sí, para Ciudadanos, dar el paso de cerrar un acuerdo presupuestario con los socialistas también puede tener consecuencias políticas difíciles de sortear. Tras la marcha de Albert Rivera, que dejó de presidir el partido en noviembre al perder 40 escaños en la repetición electoral, Arrimadas tomó las riendas de la formación e impulsó un giro al centro que le ha permitido compatibilizar sus acuerdos puntuales con Sánchez con los pactos estables de gobierno que mantiene con el PP en Andalucía, Madrid, Castilla y León, Murcia y algunos ayuntamientos.

Arrimadas quiere mantener esos equilibrios e insiste en que en ningún caso Ciudadanos va a convertirse en un socio estable del Ejecutivo de Sánchez. Pero habrá que ver cómo se toma el PP de Pablo Casado esos acuerdos presupuestarios entre sus aliados naranjas, con los que concurrió en una lista conjunta a las elecciones en el País Vasco del pasado 12 de julio, y con los que podría repetir algún tipo de acuerdo para presentarse a los comicios catalanes, que podrían estar a la vuelta de la esquina. Casado ya ha avisado de que no entrará a pactar las cuentas de Sánchez bajo ninguna circunstancia.

Cuadros intermedios no comparten el “optimismo” que derrocha la dirección

Un distanciamiento entre Ciudadanos y el PP alentaría el fantasma de la ruptura en la Comunidad de Madrid, donde las relaciones del Gobierno bicolor han sido bastante tensas. La presidenta popular madrileña, Isabel Díaz Ayuso, ya amagó con adelantar las elecciones durante el momento álgido de la crisis de coronavirus y estaría por ver cuál sería el resultado de unos nuevos comicios para Cs, que no ha dejado de caer en las encuestas desde el sonado batacazo electoral del pasado noviembre.

En principio, la dirección de Ciudadanos celebra su giro al centro, pero en el partido hay dudas sobre esa nueva estrategia. El 17 de julio, la dirección de la formación naranja celebró una reunión secreta en Madrid y algunos cuadros intermedios, principalmente diputados autonómicos, expresaron su inquietud por el “triunfalismo” que derrocha la cúpula del partido. Estos críticos no comparten el “optimismo” de la dirección, no ven que Ciudadanos haya recuperado el protagonismo político como pretenden desde arriba y temen un nuevo fracaso en esas elecciones catalanas–aún sin fecha–, que se sumaría al sufrido en las gallegas del 12 de julio, donde Ciudadanos se quedó sin representación.

 

 

FUENTE: LAVANGUARDIA