ANTONIO RODRÍGUEZ
Este viernes se cumplen seis meses de la presentación de la moción de censura en la Región de Murcia por parte de PSOE y Ciudadanos, que unos días después naufragó por la división en el grupo parlamentario de los naranjas. El equipo de Inés Arrimadas reconoce por primera vez, en un informe interno al que ha tenido acceso Vozpópuli, que la iniciativa estuvo «mal diseñada» antes de la moción y que luego fue «mal contada» a la ciudadanía.
El intento para echar del gobierno murciano al PP de Fernando López-Miras se gestó en Ciudadanos con varias semanas de anticipación, aunque nadie se atreve a decir quién fue el promotor de la misma. «Lo pidieron los compañeros de Murcia y nos pareció bien aquí», subraya a este periódico un miembro de la dirección nacional, quien mantiene que estuvo «bien planteado» en su preparación.
Dos meses antes del 10 de marzo había estallado el llamado ‘Vacunagate’ que le costó la cabeza al consejero de Sanidad, Manuel Villegas, por la masiva vacunación a todo el personal de su consejería. También se habían producido pullas y navajazos en el Ayuntamiento de Murcia entre los dos socios de gobierno -PP y Cs-, si bien en Cs Murcia replican que los primeros que pusieron la moción sobre la mesa fue la Ejecutiva de Arrimadas.
A principios de febrero, con Ana Martínez Vidal ya como líder naranja en la región, el partido supo que el PP había «tocado» a la diputada Valle Miguélez, quien hasta unos meses antes había sido la secretaria de Organización de Cs Murcia. En aquel momento, la moción ya se estaba discutiendo en Madrid bajo la batuta del ‘hombre fuerte’ de Arrimadas, Carlos Cuadrado. Fue el primer indicio de que Miguélez podía «desequilibrar» la frágil balanza.
Arrimadas y su equipo sabían que la vicepresidenta murciana, Isabel Franco, no aceptaría de buen grado romper el Ejecutivo regional y que arrastraría en su negativa a su diputado de máxima confianza, Francisco Álvarez. Esas hipotéticas bajas eran subsanables pues podían ser suplidas por los dos diputados de Podemos. De ahí que Miguélez fuese determinante para que la iniciativa prosperase.
Mientras que Cuadrado pedía calma en Madrid y decía tenerlo todo bajo control, en Cs Murcia hubo dirigentes que advirtieron a Martínez Vidal de que el PP daría a Miguélez lo que fuese para que la moción no terminase con la carrera política López-Miras. «Sin Valle atada, no se puede hacer nada«, insistieron.
Además, la exsecretaria de Organización no perdonaba a Martínez Vidal haber quedado fuera de la dirección de Cs Murcia, así que se sugirió al equipo de Arrimadas que se le ofreciese una salida laboral con la presidencia de la Autoridad Portuaria de Cartagena.
La fecha de la moción en Murcia
Cuadrado comunicó al núcleo duro de Arrimadas la presentación de la moción de censura para el miércoles 10 de marzo. La fecha fue un error monumental del que nadie en Madrid le advirtió, pues ese día era el único de la semana que se reunía el Gobierno madrileño. Un hecho que Isabel Díaz Ayuso aprovechó para apretar el botón de las elecciones anticipadas esa misma mañana.
Si PSOE y Cs hubiesen elegido otro día, la presidenta madrileña no hubiera podido fijar los comicios del 4-M ya que, para ello, hubiera tenido que convocar una reunión extraordinaria de su Ejecutivo -se exige deliberación previa para ello-. Y en el lapso de tiempo de convocar y que los consejeros fuesen a la Puerta del Sol, tanto PSOE como Más Madrid hubieran tenido tiempo para registrar una moción de censura contra Ayuso en la Asamblea de Madrid. Incluso, el propio Ciudadanos, que recolectó firmas aquel 10 de marzo a la desesperada.
A medida que se acercaba la fecha del 10 de marzo, en la dirección nacional de Ciudadanos afloraron las dudas. «Puede saltar todo por los aires. Si no tenemos atados a los tres, moriremos en el intento«. Cuadrado explicó a Arrimadas que lo mejor era ir primero a por Miguélez y dejar para el final a Franco y Álvarez, si bien se decantó por convocar una reunión con el equipo municipal el 9 de marzo -en el Ayuntamiento también se presentó una moción con el PSOE- y luego decirles ese mismo día a los tres implicados que se sumasen al cónclave y allí contarles los planes.
En esos compases finales antes del anuncio, Martínez Vidal propuso a la dirección nacional que valorasen la opción de dejar la presidencia al PSOE y que, a cambio, Ciudadanos tuviese el mismo número de consejeros que los socialistas y que los naranjas controlasen las áreas de mayor peso. Pero Cuadrado descartó ese escenario ante la posibilidad de que Murcia fuese la primera comunidad autónoma gobernada por el partido centrista.
«Frustración» en Ciudadanos
Tras el fracaso de la operación política para desbancar al PP de la región de Murcia, llegó el momento de la «frustración» para Ciudadanos, con un grupo parlamentario «dividido e indisciplinado» que expulsó a Martínez Vidal y su compañero Juan José Molina al grupo mixto.
Finalmente, la que fuera candidata naranja a suceder a López-Miras tiró la toalla a principios de julio con su dimisión como coordinadora autonómica. Martínez Vidal mantuvo el acta de diputada porque su salida permitiría la entrada de otro ‘díscolo’ en la Asamblea murciana. En su carta de dimisión se reafirmó en que la moción de censura contra el PP «era más necesaria que nunca, tras 26 años de inmovilismo, de ausencia de gestión».
Además, justificó la misma por los «innumerables casos de corrupción, de compra de voluntades, de prácticas mafiosas, de censura, vetos y amenazas, de blanqueo del transfuguismo y de una falta de ética y moralidad absoluta»; algo que en su opinión estaba «muy alejada» de la «ejemplaridad» que exige la sociedad.
En Cs Murcia lamentan que desde Madrid no se reconociese públicamente a las decenas de cargos públicos naranjas que se fueron al paro
Pero también dejó la dirección de Cs Murcia al no sentirse apoyada por Arrimadas en público y al ver que el secretario de Organización nacional, Borja González, se reunía sin que ella lo supiera con concejales murcianos que no eran de su cuerda y la puenteaban, según indican fuentes de su entorno a este diario.
Martínez Vidal se quejó en los meses previos a su dimisión el hecho de no tener un jefe de prensa ni algo tan elemental como un equipo audiovisual para organizar videoconferencias. La soledad llegó a tal punto que ella misma redactó el discurso de la moción o las posteriores notas de prensa sin ayuda de la dirección nacional.
En Cs Murcia lamentan que desde Madrid no se reconociese públicamente a las decenas de cargos públicos naranjas que se fueron al paro por culpa de la fallida moción de censura y que desde entonces, no se ponga en valor la gestión de los dos años de gobierno con López-Miras.
Martínez Vidal intentó durante varios meses que la número dos del partido, Marina Bravo, fuese a Murcia para levantar los ánimos tras el golpe anímico de la moción, pero desde Madrid no se vio oportuno. Al final, la coordinadora se sintió «abandonada«, a juicio de personas de su entorno, y presentó su dimisión irrevocable a Arrimadas. A esta última le pilló por sorpresa el portazo de la líder regional que ella misma había aupado unos meses antes en sustitución de Franco, pero no intentó que recapacitase.