LUTO Y DOLOR EN LA FAMILIA SOCIALISTA

 

La capilla ardiente de la exministra de Defensa congrega en Ferraz a la plana mayor de su partido y de las demás formaciones, pero no propicia la foto de unidad de los tres candidatos

 

 

Un PSOE devastado por la tragedia. Un PSOE abrumado, destrozado, roto por el dolor de un mazazo imprevisto. Un PSOE con el alma encogida por la abrupta muerte de Carme Chacón. El sujeto es correcto: el PSOE. Porque todo el PSOE se dio una tregua en su lucha interna para rendir tributo a una mujer que, como incluso reconocía el PP, abrió el camino a muchas otras mujeres, que fue libre y «valiente», «comprometida», socialista hasta la médula y luchadora. La primera mujer ministra de Defensa y la que más cerca estuvo de gobernar el PSOE en un momento de desolación. La que se marchaba dejando conmocionado a su partido en otro tiempo de crisis y tocada a la clase política. Un duelo masivo que no consiguió, sin embargo, diluir las fronteras entre los dos grandes contendientes: entre una Susana Díaz deshecha y desbaratada y un Pedro Sánchez más entero pero consternado. Ambos no se vieron pese a que ambos estaban bajo el mismo techo, la misma sede. Ferraz, 70.⁠⁠⁠⁠ No era tampoco —tal vez— el momento de la impostura, aunque para muchos no podían sonar en balde las palabras salomónicas del patriarca, Felipe González: «Una noticia como esta nos debería llevar a discutir de las cosas importantes».

 

 

Chacón falleció sola, en su domicilio en Madrid, recién vuelta de un viaje a Miami, donde impartía clases como profesora, pero se fue acompañada por una riada de dirigentes, militantes y simpatizantes que quisieron homenajearla en su último e imprevisto viaje. Ferraz, el lugar de las venturas y muchas desventuras del PSOE, se convirtió este lunes en una multitudinaria capilla ardiente por la que procesionaron centenares de personas desde su apertura, cerca de las tres de la tarde, hasta su cierre, sobre las siete y media, cuando la familia quiso quedarse a solas con el cuerpo de la exministra unos minutos antes de partir. Fueron sus padres, de hecho, los que habían dado la voz de alarma el domingo. Carme no llegó a una comida familiar en Barcelona, no atendía al teléfono, no leía los mensajes de WhatsApp desde la 1:53 de la mañana. Llamaron a una muy amiga suya, María, que había sido además su secretaria en el Congreso, y fue ella la que marcó el 112. Los médicos del Summa solo pudieron certificar su muerte. Su corazón enfermo, el que le había «regalado» —era el verbo que ella empleaba— 46 años de vida, se había detenido unas horas antes.

 

El goteo de caras conocidas no paró en todo el día. Zapatero y varios de sus ministros, Rubalcaba, González, barones… y los tres candidatos

 

Ferraz ya se había ido llenando antes incluso de la llegada del féretro, procedente del Instituto Anatómico Forense, donde le habían realizado la autopsia. Y después el goteo hacia la sala Ramón Rubial, en el sótano, la que acoge los comités federales del partido, no paró hasta la noche. De dirigentes, ciudadanos… y coronas y ramos de rosas, muchas rosas. José Luis Rodríguez Zapatero y varios de sus ministros —María Teresa Fernández de la Vega, Pepe Blanco, Elena Salgado, Juan Fernando López Aguilar, Miguel Ángel Moratinos, Trinidad Jiménez, Beatriz Corredor, Valeriano Gómez, Antonio Camacho, Miguel Sebastián, Pepe Bono, Antonio Camacho, Fran Caamaño, Cristina Garmendia, Ángeles González-Sinde, Ángel Gabilondo—, Alfredo Pérez Rubalcaba, Felipe González, Ximo Puig, Javier Lambán, Emiliano García-Page, Javier Fernández, Miquel Iceta, Mario Jiménez, diputados, senadores, cuadros medios, alcaldes… Y Susana Díaz, Patxi López y Pedro Sánchez. La jefa de la Junta, igual que Zapatero, llegó de las primeras y se marchó, también igual que él, de las últimas, totalmente desolada. No era un duelo normal, para figurar, como apreció Page. Había demasiado sentimiento, estupor, desgarro.

Aquel histórico «¡Capitán, mande firmes!»

La mayoría escribió un mensaje privado en los libros de condolencias que la dirección dispuso en una mesa junto a un retrato de Chacón —el de su entrada en la ejecutiva de 2014, la de Sánchez— y una bandera del PSOE. Y muchos se dirigieron a los medios. A Zapatero le costaba seguir, embargado por el dolor, y como él a otros compañeros, e incluso a dirigentes de las filas contrarias, como Soraya Sáenz de Santamaría. «Una gran amiga, una leal compañera y ejemplar servidora pública. Queda en mi memoria y en mi recuerdo, ante todo, el afecto y el cariño tan generoso que siempre me regaló», observaba un afectado Zapatero, que rememoraba aquel histórico «¡Capitán, mande firmes!» con el que Chacón se estrenó como ministra de Defensa en abril de 2008. «Desde aquí, le quiero decir allá donde esté que seguiremos firmes, que seguiremos firmes en los valores que ella defendió, en las causas de la igualdad por las que ella luchó y en el entendimiento aquí, en Cataluña y en España».

 

 

No es posible entender Chacón sin Zapatero. A su abrigo creció como política y creció su estrella. Ella dio un paso atrás para impedir su caída en 2011, cuando él anunció que no repetiría como candidato, y quiso seguir su estela liderando un ambicioso proyecto de renovación en un PSOE abofeteado tras la masacre de aquellas generales en las que nadie podía imaginar la eclosión del fenómeno Podemos. Pero perdió el congreso de Sevilla frente a Rubalcaba. Por apenas 22 votos. Aquello marcó un antes y un después en su carrera, que empezó a declinar. Nunca se reconcilió con su adversario.

Pero Rubalcaba estaba allí este lunes. En Ferraz. Visiblemente convulsionado, con la voz rota. Chacón, dijo, era «muy joven para morir», una «mujer muy inteligente, muy trabajadora, muy valiente y muy comprometida». «La muerte siempre es un asunto horrendo, pero cuando quien muere tiene 46 años, hay un punto de injusticia que lo convierte en algo más horrendo aún». Su pérdida es «irreparable», acabó, casi exhausto, al límite.

 

Rostros desencajados, lágrimas en los ojos, estupor, un clima de enorme «incredulidad«, hasta de rabia. Ese ambiente reinaba en Ferraz, triste como nunca. Algunos, sus mayores amigos, no podían ocultar sus sollozos, su gesto de absoluto dolor. El presidente valenciano, Ximo Puig; la número dos del PSOE aragonés, Pilar Alegría; el alcalde de Soria, Carlos Martínez; el expresidente manchego José María Barreda y su mujer, Clementina Díez de Baldeón; los diputados Eduardo Madina y Meritxell Batet; la expresidenta del PSOE andaluz Amparo Rubiales; el exparlamentario Germán Rodríguez, su fiel hombre de confianza. La propia Susana Díaz, de luto riguroso, con los ojos hinchados y la cara demacrada, tuvo que intentar recomponerse antes de hablar ante los medios, tras desprenderse unos momentos del abrazo de Puig. La exvicepresidenta del Congreso Teresa Cunillera, muy amiga de Chacón, protestaba incluso por ser ella la que estaba acudiendo al adiós de la exministra, cuando la lógica vital mandaba lo contrario.

Pero las lágrimas, la falta de entereza, también se podían percibir en dirigentes del PP como Sáenz de Santamaría o la titular de Sanidad, Dolors Montserrat, y su antecesora Ana Mato. Los padres de la política catalana, Baltasar y Esther; su hermana, Mireia, y sus sobrinos apenas se movieron de la Ramón Rubial, familiares a los que se sumó su exmarido y padre de su único hijo, el exsecretario de Estado de Comunicación Miguel Barroso. Sus allegados más directos partieron con el coche fúnebre sobre las ocho de la tarde, aplaudido por los ciudadanos apostados en Ferraz. Último viaje antes de la incineración, anoche en el cementerio de La Almudena de la capital, y el traslado de sus cenizas a su pueblo natal, Esplugues de Llobregat (Barcelona), hoy.

 

Nada hacía prever el final

 

Los comentarios de los dirigentes socialistas, pocos, atravesados todos ellos por el dolor de la tragedia, se repetían. Nadie quería dar crédito a la noticia. A todos les parecía demasiado irreal para ser verdad. Porque Chacón no había dado síntomas de fragilidad en los últimos días. Germán Rodríguez había charlado con ella el pasado viernes, antes de regresar de Miami. Madina había quedado con ella para comer el 19 de abril. Y así tantos otros ejemplos. Nada hacia presagiar su final. La hallaban vital, como siempre, y «feliz«, pese a su reciente divorcio.

 

Patxi López resumió magistralmente el sentimiento: «Hoy todos los socialistas lloramos juntos. Creo que la imagen que estamos viendo en esta sede de Ferraz lo dice todo, todo lo que significa Carme», un «ejemplo» para la militancia socialista, el «espejo» en el que a todos les gustaría mirarse, porque era «pasión en la lucha, compromiso con la justicia social». «Hoy se nos ha ido una de las nuestras, de las grandes, y hoy los socialistas tenemos un poco más de frío«, concluyó, apenado.

 

 

Un momento de la capilla ardiente de Carme Chacón, instalada en la sala Ramón Rubial de la sede de Ferraz, este 10 de abril. (EFE / PSOE, Inma Mesa)

 

El candidato había llegado sobre las cinco menos cuarto de la tarde. Y pudo ver a Díaz, que no se había movido de la sede, y a Sánchez, que aterrizó hacia las 17:30, rodeado de sus dirigentes y colaboradores más cercanos. Pero la presidenta y el ex secretario general, que no pisaba Ferraz desde el infausto comité federal del 1 de octubre en el que dimitió, no coincidieron «en ningún momento», según reconocían desde el entorno del exlíder. Ella había abandonado unos momentos la Ramón Rubial, y él permaneció en la sede apenas media hora, y no subió a otras plantas.

 

No comparecieron juntos, ni hubo foto de la unidad. Pero sí imperó la tregua. Total. Sánchez, con semblante serio, hierático, reivindicó la «memoria» de la exministra, el «ejemplo» de su «dignidad en la acción política», su talla como «figura trascendental del socialismo en estos últimos años», su capacidad para abrir camino a muchos hombres y sobre todo mujeres en el PSOE. Un legado que espera que «perviva» en los corazones de los socialistas.

 

Mejor para evitar «malas interpretaciones»

 

Díaz fue la última candidata en comparecer ante los medios. Lo hacía apoyada en Puig —ambos eran muy amigos de la exministra—, terriblemente afligida. Era una mujer «extraordinaria, noble, valiente, dulce, cariñosa, trabajadora y muy honesta». «Nunca dejó indiferente a nadie», cuando alguien penetraba en su entorno «lo atrapaba y esa amistad duraba para siempre». «Cuando hay un ser tan especial, cuando hay una persona tan extraordinaria, la vida nos la arranca demasiado rápido«, decía. La exministra se fue «muy rápido», con un «niño precioso al que adoraba», Miquel, de casi nueve años.

 

Como decía un importante presidente autonómico, quizás era mejor que no se hubiera forzado una foto conjunta de los tres candidatos. La imagen habría sido demasiado poderosa, tanto como para opacar a la propia Chacón, y podía haber riesgo de que fuera «malinterpretada» o que se les acusase de «utilizar» el duelo para las primarias. Y Díaz «no estaba para fotos», como la defendían en su entorno. Habría podido sonar como una pose, además, porque el muro entre Díaz y Sánchez —López sí habló con ambos— es demasiado alto.

La tregua durará unos días, hasta después de Semana Santa. Pero entonces, advertía un conocido diputado, todo volverá a su cauce. La lucha seguirá y es poco probable que la memoria de Chacón —fiel defensora de la presidenta andaluza— amortigüe la crueldad de la batalla, ya demasiado «sucia» a estas alturas, cuando queda más de un mes para que voten los militantes a su nuevo líder. Porque nada escapa a la contienda y nadie podía dejar de olvidarla. «Esta sala está maldita«, indicaba un relevante dirigente a la salida de la Ramón Rubial, la misma sala que fue testigo del duelo a garrotazos del pasado 1 de octubre.

 

Pero el sabor del alto el fuego impregnaba las paredes y el aire de Ferraz. Era obligado. Se iba una de las «políticas más relevantes de España de los últimos decenios», como advertía Puig. Joven, «valiente», «comprometida», con derecho propio en la historia. «Una noticia como esta nos debería llevar a discutir de las cosas importantes», sentenciaba a modo de escueta y elocuente regañina Felipe González. Que la «inspiración» de la exministra recuerde a todos los socialistas que forman parte «de una familia», apuntaba Iceta. Un canto a la unidad y a la recomposición en otra jornada negra para un PSOE de luto y sobrecogido por la tragedia, por la muerte súbita de una de sus más grandes figuras: Carme Chacón.

La despedida de los primeros espadas

 

A la una de la tarde llegaron los primeros dirigentes de la oposición. También querían despedir a Carme Chacón, rival política y, sobre todo, “mujer extraordinaria y valiente”. Fueron los adjetivos más repetidos por todos los que firmaron el libro de condolencias expuesto en el ‘hall’ de la sede de los socialistas en Madrid. Hubo otra coincidencia entre todas las políticas de la oposición allí presentes, desde la ministra María Dolores de Cospedal hasta la portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimadas, pasando por la diputada de Unidos Podemos, Ione Belarra: el papel crucial que jugó la extitular de Defensa en la lucha por la igualdad. La vicepresidenta del Gobierno lo resumió en una frase con gran significado: “Nos abrió el camino a muchas”.

 

En total, cinco ministros del Ejecutivo de Mariano Rajoy rindieron sentido homenaje a Chacón. Además de Soraya Saénz Santamaría y Cospedal, se acercaron al número 70 de la calle de Ferraz la titular de Sanidad, Dolors Montserrat; el de Interior, Juan Ignacio Zoido, y el ministro de Justicia, Rafael Catalá. El partido del Gobierno se volcó en la despedida a la dirigente socialista desplegando una amplia presencia que se extendió hasta la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, quien resaltó de Chacón “la buenísima persona que era”, la diputada Alicia Sánchez-Camacho, la vicesecretaria Andrea Levy y la exministra de Sanidad Ana Mato. Junto a la vicepresidenta, acudió el secretario de Estado de relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, visiblemente conmocionado. Ambos reconocieron la conexión generacional con la socialista fallecida este domingo en Madrid y recordaron anécdotas de sus «inicios” en política que causaron emoción en más de una persona entre los presentes.

 

El bipartidismo predominó con claridad, pero la nueva política también se hizo notar ante una noticia que sobrecogió a los dirigentes de todos los partidos políticos sin excepción. Arrimadas —junto a José Manuel Villegas Miguel Gutiérrez— insistió en la marcha de una mujer ejemplar, y no escondió su tristeza ante el fallecimiento de una persona “muy joven”. La juventud fue, de hecho, la otra característica que todos los dirigentes presentes señalaron en mitad de una tristeza que no se podía esconder

 

Horas después, acudieron a la capilla ardiente improvisada en la casa de los socialistas los parlamentarios de Unidos Podemos Ione Belarra y Ramón Espinar, y el exJemad Julio Rodríguez, para mostrar su “más sincero reconocimiento” a una mujer cuya labor “pasará a la historia”. Rodríguez, la mano derecha de Chacón en Defensa, dedicó unas sentidas palabras a una mujer “llena de bondad, una gran persona”, a la que prometió de alguna manera “luchar por este país, que fue lo que ella quiso”. Dirigentes a los que se añadieron representantes de la Generalitat, como el conseller Josep Rull y el delegado en Madrid, Ferran Mascarell (PDeCAT), o la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena. Una despedida multitudinaria en la que los grandes partidos dejaron a un lado la ideología y se centraron en rendir honores a “una mujer extraordinaria”

 

Pero no solo acudieron políticos españoles. También se acercó el primer ministro portugués, el socialista António Costa, o las actrices Concha Velasco y Cayetana Guillén Cuervo.

 

FUENTE: http://www.elconfidencial.com/espana/2017-04-11/carme-chacon-reune-todo-psoe-adios-no-salva-muro-pedro-sanchez-susana-diaz_1365108/?utm_campaign=BotoneraWebapp&utm_source=whatsapp&utm_medium=social