La limpieza que ha emprendido Pablo Casado a la hora de confeccionar las listas de cara a las cuatro citas electorales que se celebrarán en los dos próximos meses no ha sentado nada bien en los sectores del PP más afectados. Los afines a Rajoy, a Soraya Sáenz de Santamaría y a María Dolores de Cospedal han desaparecido o han quedado relegados a plazas menores.

Lo cierto es que muchos ya se esperaban este baile de sillas que ha emprendido Casado para rodearse de sus más fieles, pero jamás que este fuese a resolverse de una forma tan radical y que puede resumirse en dos brochazos: la marcha de diputados con una dilatada trayectoria y la incorporación de próximos al aznarismo, economistas sin carné de partido, toreros y otras figuras independientes, que cuentan con grandes opciones de ocupar un escaño en la próxima legislatura. Eso siempre y cuando el batacazo electoral del PP al que apuntan determinadas encuestas no sea tan catastrófico como vaticinan los críticos.

Estos castigados aguardan con expectación a conocer los resultados de la noche del 28 de abril, y algunos de ellos deslizan a este periódico que la posición de debilidad en la que puede quedar Casado puede llegar a tal extremo que, de repetirse el bacarrá un mes más tarde con las autonómicas, las municipales y las europeas, podría provocar una rebelión dentro del partido en la que los líderes vuelvan a mirar hacia el noroeste como el único sitio desde el que podría realizarse con éxito una auténtica reconstrucción del PP.

«Los malos resultados podrían precipitar la celebración de un congreso extraordinario y que la opción Feijoo volviese a quedar sobre la mesa. Sería elegido por aclamación popular», comenta una fuente del partido en el Congreso que ha visto cómo su nombre ha desaparecido de las listas.

Una integración que no llegó

Lejos de proceder a la integración de las distintas corrientes que prometió tras imponerse en las primarias el pasado verano, Casado ha cincelado la dirección de Génova 13 a su antojo. No queda ni un solo peso pesado de la etapa anterior. Pero eso no significa que Rajoy, Sáenz de Santamaría o Cospedal hayan dejado de tener cierta capacidad de influencia en las filas populares.

Pero el gran desafío al que se enfrenta Casado es lo mucho que le está costando hacerse con un control efectivo del territorio. Los barones de ciertas zonas asisten con recelo a una derechización que, temen, pueda conducirlos a la ruina. A esto se suma que muchos de ellos ni han comulgado ni comulgan con el nuevo presidente, como en Valencia, Andalucía o el País Vasco. En Asturias también cuenta con muchos enemigos tras relegar a la directiva. El de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, se retira en un mes, pero no se cansa de pedir sentidiño. Cataluña, Aragón, el heredero de Cospedal en La Mancha… Todos pendientes de la resaca del 28A.
 
 

FUENTE: LAVOZDEGALICIA