El Diario 16 del 6 de agosto de 1988 no se andaba con chiquitas. En portada, la cara de un perplejo Alfonso Guerra, entonces vicepresidente del Gobierno socialista. Bajo ella, un titular: «Carcajada general al decir Guerra que el PSOE es un partido obrero». Las risas, acompañadas de silbidos y abucheos según el diario, habían salido de las bancadas de la Universidad Complutense, a donde se había acercado el político para participar en sus cursos de verano. El tiro le salió por la culata: al día siguiente, parte de la prensa madrileña señalaba los reproches de los estudiantes y las palabras del dirigente. Junto a ellas, el escándalo del día: el futbolista José Ramón Alesanco, capitán del Barça, había sido detenido en Holanda acusado de un delito de violación. Este verano, infoLibre repasa la historia española reciente a partir de las portadas de los principales periódicos de la época, un espejo de los temas que llenaban el debate público en las vacaciones de entre 1978 y 2002.
El País recogía también en portada el incidente en la Complutense, con el siguiente titular: «Guerra afirma que el mundo del PSOE es el de los obreros y campesinos». La crónica del acto, celebrado en la sede de la universidad en San Lorenzo del Escorial, estaba firmada por Anabel Díez: «El mundo del PSOE es el de los campesinos, trabajadores y obreros’, dijo Guerra, que no pudo nombrar a más sectores sociales —parece que se disponía a decir ‘profesores’— por las risas generalizadas que provocaron sus palabras en los alumnos del curso sobre la Constitución». Seis años después de tocar el Gobierno por primera vez, con dos elecciones generales a sus espaldas, el Partido Socialista experimentaba ya el desgaste del poder. Entre los comicios de 1982 y los de 1986, la formación de Felipe González, entonces en la presidencia, había perdido más de un millón de votos. Atrás quedaba el cambio de posición del PSOE, del no al sí, con respecto a la pertenencia a la OTAN en el referéndum de 1986; el estallido del escándalo de los GAL tras la investigación de Diario 16 iniciada en 1987; o la ruptura, ese mismo año, entre PSOE y el sindicato UGT por desavenencias en la política laboral que llevó a que el histórico sindicalista Nicolás Redondo abandonara su escaño en el Congreso.
En páginas interiores de aquel 8 de agosto, El País recogía que la jornada había transcurrido con normalidad: el vicepresidente había acudido invitado por el también socialista Gregorio Peces Barba, uno de los padres de la Constitución, para cerrar el seminario sobre el décimo aniversario del texto. «Una vez que el vicepresidente del Gobierno terminó su disertación sobre la Constitución, que fue acogida con una fuerte ovación», contaba Díez, «se abrió el turno de preguntas para los estudiantes». Y ahí es donde estuvo el problema. Decía Diario 16: «Estas espontáneas reacciones [las risas y silbidos] a las palabras de Guerra se produjeron durante el coloquio que siguió a la conferencia, y estuvieron motivadas por la airada respuesta del vicepresidente a una pregunta que le incomodó visiblemente«. Un alumno, «en tono muy respetuoso» según El País, reprochó al político que con el PSOE se estuviera dando «un retroceso en las libertades públicas y en la libertad de información» y que el Ejecutivo no permitía que el Parlamento hiciera «su labor de control». «Con cierto sentimiento, este estudiante requirió a Guerra que no renunciaran a la ejemplaridad. Un prolongado aplauso siguió a la intervención», escribía Díez.
La respuesta de Guerra fue dura: «Usted no me ha hecho una pregunta, sino una prédica, y no sé desde qué ángulo habla, porque algunas de las cosas que ha dicho las leo en el ABC«. El socialista pasó entonces a negar que el Gobierno pusiera cortapisas a la información —»aquí se sabe hasta el color de los calcetines de los políticos»— y se lanzó en defensa de su partido con la frase que originaría las carcajadas: «Puede haber media docena de socialistas conviviendo con esa llamada beautiful people, que no tiene nada que ver con el socialismo. El mundo del PSOE es de campesinos, trabajadores, obreros…». Según la crónica de El País, y aunque estaba previsto que Guerra almorzara con los organizadores, Guerra abandonó la universidad de inmediato, en compañía de Peces Barba.
El héroe del Barça, acusado de violación
Aquel día, los principales periódicos abrían con otra noticia que ocuparía las conversaciones de las siguientes semanas: José Ramón Alexanko (conocido como Alexanco o Alesanco), capitán del Barça, había sido detenido por la policía holandesa acusado de un delito de violación. El futbolista había sido denunciado por una joven de 20 años, trabajadora del hotel de la ciudad de Papendal en el que se alojaba el equipo. La noticia se hacía pública el viernes y llegaba a los quioscos el sábado, pero el deportista había sido arrestado el miércoles anterior. El mismo 8 de agosto, Alexanco era puesto en libertad con cargos.
Las reacciones en el club fueron tibias. Al poco de su detención, el presidente del Barça, Josep Lluis Núñez, decía a El País: «No estoy preocupado porque creo que se trata de un error, pero quiero saber qué ha pasado realmente» y calificaba al futbolista de «gran deportista y de conducta intachable«. Nicolas Casaus, vicepresidente primero del club, aseguró primero que «sería espantoso que José Ramón Alexanco volviera a vestir la camiseta azulgrana», y aclaraba que Alexanco «nunca negó ni a nosotros [por el club] ni a su esposa que hubiera tenido contactos sexuales con la empleada del hotel de Papendal». Pero matizó luego sus palabras alegando que la situación del jugador sería estudiada por el Consejo Directivo. Casaus señaló también a los periodistas que «las muchachas holandesas son diferentes de las españolas, son menos recatadas y pueden entrar en un vestuario mientras los jugadores se duchan».
El caso se alargaría en los tribunales. A principios de septiembre, la denunciante se quejaba, a través de sus abogados, del acoso de la prensa española, que según ella había tratado de averiguar su identidad a través de otros empleados del hotel. «La cliente pide a la prensa que no siga por ese camino, ya que la mención de su nombre, otros datos personales, e incluso su fotografía, le harían un daño inútil, tanto a ella como a sus familiares. La cliente desea que la Prensa suspenda sus inoportunas investigaciones actuales», rezaba su comunicado. Pese a las publicaciones en prensa que aseguraban que Alexanco no sería procesado «por falta de pruebas», en enero de 1989 la justicia holandesa anunció que el futbolista sería procesado. Sin embargo, en diciembre de 1990 el caso era sobreseído: los abogados de ambas partes habían llegado a un acuerdo, cuyas condiciones no se hicieron públicas, y la Fiscalía decidió no seguir adelante «en interés de la propia víctima».
Alexanco no fue expulsado en ningún momento del club, donde seguiría jugando hasta 1993 y donde seguiría trabajando después en labores técnicas y organizativas. En febrero de 2017 fue nombrado director deportivo del Valencia, puesto del que fue despedidoen septiembre de ese mismo año.