ÁNGEL MONTIEL
El exalcalde de Murcia resolvió reunir a López Miras y a Patricia Fernández para escenificar su nueva fe ante ellos y lo que queda de su ejército
El restaurante Gambrinus de Cobatillas ha cambiado de nombre y ahora se denomina sencillamente Cobatillas. Por cambiar, también Miguel Ángel Cámara ha cambiado su patrocinio: hasta ahora apoyaba a Patricia Fernández, alcaldesa de Archena, para sustituir a Fernando López Miras al frente del PP. Pero desde el pasado jueves ha decidido apostar a caballo ganador, y ha puesto a sus ‘tonton macoutes’ de las pedanías murcianas al servicio del actual presidente. La cena, a la que acudieron unas setenta personas, se celebró en el Cobatillas y, a primera vista, no habría sido nada excepcional.
El exalcalde de Murcia se viene reuniendo con quienes fueran sus colegas de gobierno un par de veces al año, al inicio del verano y por Navidad, para compartir nostalgias y confidencias, y de paso constatar la continuidad de las viejas lealtades. Suele haber de todo: exconcejales, expedáneos, algún comprador de votos, algún imputado, algún expulsado y algunos supervivientes, pocos, en la etapa de su sucesor, José Ballesta. Pero esta vez se añadían invitados especiales. Y tan especiales: el presidente, Fernando López Miras, y la aspirante in péctore, Patricia Fernández, alcaldesa de Archena. Un encuentro nada inocente. O sí, según de qué parte.
Hay tres versiones sobre esta foto. Una, la oficial; otra, la oficiosa. Otra, la real. La oficial: el cuento de la tradicional reunión anual. La oficiosa: uno de los organizadores invitó a la archenera, por afinidad, pues no es la primera vez que Fernández acude a este cónclave; ésta debió creer que Cámara le ofrecía un acto de campaña, pero López Miras fue informado y decidió presentarse para interferir y neutralizar. La tercera: Cámara resolvió reunir a los dos para escenificar su nueva fe ante ellos y lo que queda de su ejército. Mensajes: no es tiempo de distracciones, sino de unidad. Unidad en torno a López Miras, unidad en el interior del partido, y unidad del partido con Ciudadanos. Más o menos como si enunciara el menú de la supervivencia. Todo esto delante de Patricia Fernández. «Yo flipaba en colores», asegura uno de los asistentes, «la llamaron para humillarla».
Al parecer, López Miras y Cámara han tenido un par de conversaciones durante el confinamiento. El presidente sabe que tanto el exalcalde de Murcia como Valcárcel (aunque éste tenga durante estos días ocupaciones más perentorias) apoyan a Fernández. Entre ellos no se hablan, pero coinciden en esa alternativa porque las Juventudes de PAS, que ahora gobiernan el partido, los han tratado con desdén. Les llaman la ‘vieja guardia’, y se han atrevido a sacar al expresidente del retiro dorado de Bruselas, despojándolo de su inmunidad parlamentaria para exponerlo a las garras de la Justicia, permitiendo que la Fiscalía pida cárcel para él. El otrora todopoderoso Valcárcel ha visto muy disminuida su ascendencia en el partido: la primera vez que le echó un pulso a López Miras en el congreso nacional del PP, en que el expresidente apoyaba a Sáenz de Santamaría, solo obtuvo el voto de su esclavo, el ya exsenador Pedro José. Sin embargo, Cámara (el Silencioso, el Sigiloso, el Rencoroso) todavía conserva tropa en las pedanías murcianas, un equipo de reservistas que, cual club de alféreces provisionales, se sienten unidos porque el partido ha descontado sus hazañas. Y de López Miras se podrá decir lo que se quiera, pero tonto no es. Se conoce el partido como la palma de su mano, y sabe que un núcleo díscolo en pleno corazón del municipio de Murcia puede ensombrecer su estrategia para la continuidad; como poco, le daría a la también joven Patricia un plus para el futuro a pesar de su segura derrota en el congreso o convención del PP. López Miras sabe que ganará, pero no quiere dejar una alternativa con un porcentaje estimable. Vamos a la búlgara.
Así que el presidente, que es muy autosuficiente y parece que va sobrado, a la vez es muy calculador, a veces hasta cauto, y ha decidido amigarse con Cámara. Éste no soporta a la joven mesnada, pues PAS le obligó a dimitir de la secretaría general para cumplir las exigencias de su pacto de Gobierno con Cs, pero en el orden práctico se ha hecho una composición de lugar consistente en que hay que apoyar a López Miras para impedir que un ‘vacío de poder’ derivado de la Ley Electoral, que impide al actual presidente optar a un tercer mandato legislativo, conduzca al partido a buscar una solución de emergencia que pase por promover al alcalde José Ballesta a la candidatura a la presidencia de la Comunidad. Todo el mundo sabe que el candidato futuro de Teo García, que es quien sostiene el tambanillo, es José Miguel Luengo, alcalde de San Javier, localidad donde por cierto se ubica la empresa que viene dando el cante en contratos con la Administración local y regional gestionada comercialmente por Manuel Durán, exconcejal de Cámara. O sea, que ahí está clave fundamental. Pero podría darse el caso de que, llegado el momento del todo por el todo, la alternativa Luengo flojeara electoralmente y la opción Ballesta reluciera en las encuestas.
Cámara no soporta a Ballesta. Es lo de siempre: Bilardo contra Menotti. Hizo lo posible y lo imposible para impedir que el exrector fuera su sucesor, pero Valcárcel le ganó por la mano, ingeniando incluso falsos candidatos para revolucionar a los ‘tonton macoutes’ y que éstos aceptaran a Ballesta como mal menor. ¿Queréis a Ballesta o a Violante? Y, claro, el clamor fue: «Ballestaaa…». Así lo coló en territorio comanche, y ya lleva dos mandatos; en minoría y contra los elementos (léase Mario Gómez), pero ahí está. Insoportable para Cámara, tanto porque se trata de Ballesta como por haber quedado claro que no fue capaz de ganarle el pulso a Valcárcel en su propio territorio. Valcárcel ha engañado a mucha gente, pero a Cámara con alevosía.
Es lógico que Cámara medite ahora (y probablemente sea porque López Miras le haya aportado los materiales para la meditación, ya que el exalcalde no es de muchas profundidades): ¿Qué hago yo apoyando a la misma candidata que apoya Valcárcel, que a la vez es a la que sospecho que también apoya Ballesta (la clave: López Miras tampoco soporta a Ballesta), y en el entreacto cabe la posibilidad de que éste se me suba a la candidatura a la presidencia de la Comunidad? Mal negocio. López Miras, a sabiendas de los resortes que activan al exalcalde, le ha venido a decir: Despierta, Cámara. Y Cámara ha visto que es posible cambiar una franquicia, Gambrinus, por una marca con arraigo: Cobatillas.
Pero hay un problema: apostar por López Miras es hacerlo por el corto plazo, puesto que el que será revalidado como presidente del partido ya no podrá optar otra vez, concluida la actual legislatura, a presidente de la Comunidad. Lo impide la maldita ley que promovió durante su año de ejercicio el entrometido Alberto Garre, cuya sombra es alargada. La pregunta es: ¿dónde vamos con un político con fecha de caducidad?
Y aquí viene lo bueno. López Miras ha encargado a Cámara que negocie con Ana Martínez Vidal la reforma de la Ley que limita a dos mandatos la continuidad en la presidencia del Gobierno. Martínez Vidal será proclamada, tras las elecciones autonómicas de hoy en el País Vasco y Galicia, coordinadora regional de Cs. Así lo asegura a dirigentes de otros partidos alguno de los actuales responsables de la Gestora que ella nombró y, por tanto, tutela, según declaraciones propias. Mejor la jefa real que cualquier sucedáneo.
La esperanza de López Miras es que Martínez Vidal se la juegue promoviendo una reforma de la ley que, al menos, distinga entre mandatos por designación y mandatos electos (los dos primeros años de su ejercicio fueron por designación de PAS cuando éste tuvo que dimitir por la presión de Cs, y el actual año corriente, a pesar de haber perdido las elecciones, se contabiliza como electo al haber sido salvado precisamente por el pacto con Cs). A cambio de este tremendo ejercicio de contorsionismo se le garantizaría a Martínez Vidal, en el supuesto de la desaparición de Cs, un importante protagonismo futuro en el partido del que procede.
Cámara fue quien dio a la actual consejera de Empresa el primer pase a la política, aunque después, sobre todo al final, se produjo un desencuentro. A la vista de que Cámara ya no tenía futuro y de que Ballesta no iba a aceptar, salvo en lo orgánicamente inevitable, herencias de su antecesor (tres concejales, que estaban en la cena del Cobatillas: una, en la foto, Maruja Pelegrín, desplazada ahora a diputada silente, entre ellos), Martínez Vidal se convirtió en informadora de PAS, que precisaba conocer las interioridades de La Glorieta para acceder al cerrado mundo de Cámara en el municipio de Murcia. Sin embargo, PAS no recompensó a Martínez Vidal en las listas autonómicas ni en los cargos de su Gobierno, de modo que ella dio la espantada, tras cantarle la Traviata por teléfono al entonces presidente, y reapareció tiempo después en Cs, tras alguna primera intentona frustrada, de la mano de Valle Miguélez, curiosamente ahora desterrada para el ascenso de su patrocinada. En política no hay amigos, sino oportunidades.
Pues bien, al parecer, la relación personal entre Cámara y Martínez Vidal se ha recompuesto con el tiempo, y López Miras ha observado que el primer promotor político de la actual consejera de Cs podría tener cierta ascendencia sobre ella como embajador de su propuesta para eliminar obstáculos legislativos a su continuidad como candidato presidencial, y evitar así la impresión de que ejerce de ‘pato cojo’, la denominación que reciben los presidentes norteamericanos durante su segundo mandato: en estas circunstancias, el personal está con un ojo mirando al que manda y con el otro al que sospechan que lo sustituirá en el mando.
Parece un delirio intentar que Cs cambie de orientación en el capítulo de su ‘política regeneracionista’ fundacional, pero por intentarlo, que no quede, y es obvio que ese partido ya no puede sorprendernos más en ciertas cosas. Pero ¿tendría sentido que Cs facilitara que López Miras se volviera a presentar a las elecciones, cuando éste se siente muy fuerte por los informes que el sociólogo Ismael Crespo (al que los murcianos pagamos la nómina de la empresa Cemop en el contrato a dedo por la Asamblea Regional) traslada verbalmente a la jefa de gabinete del presidente, Mar Moreno, en sus cafés en el bar Nueve Pisos, cercano a San Esteban?
Hasta aquí debe quedar claro que esta operación López Miras-Ballesta no tiene necesariamente que ser conocida por Martínez Vidal, pues las fuentes no llegan hasta ahí. Pero la consejera y muy probable nueva líder regional de Cs está contemplada como un supuesto posible, facilitado porque hay una relación de confianza entre el presidente y esta consejera que se deduce del intercambio tuitero de alabanzas, que no se produce habitualmente con los propios c0mpañeros de Gobierno. Martínez Vidal elogia públicamente más a López Miras que a su compañera Isabel Franco, por ejemplo, lo cual es expresivo. Y elude defender al vicealcalde de Murcia Mario Gómez, hasta el punto de no exponerse como portavoz del Gobierno a previsibles preguntas de los periodistas sobre el caso, dejando las comparecencias públicas tras los últimos Consejo de Gobierno para los titulares del PP. Digamos que se está reservando hasta el campanazo de Madrid que la proclame. Y después, ya veremos.
No sé qué diría a este delirio Miras-Cámara la consejera de Transparencia, Beatriz Ballesteros (Cs), también seleccionada al cargo por Martínez Vidal, según ésta sugirió públicamente. Ballesteros tiene en el texto del pacto de Gobierno PP-Cs un amplísimo proyecto de reformas que todavía, al cabo de un año, no ha abordado, y mientras tanto pasa por ser la jueza que garantiza la transparencia de una Administración en la que se están promoviendo contratos rarísimos. Ahora dice que va a cambiar la Ley de Contratos para eliminar las ‘subjetividades’. A buenas horas, cuando el PP ya nos la ha dado con queso en el SMS, en la televisión autonómica (con la complicidad de las organizaciones profesionales que dicen defender a los periodistas) y en ciertos contratos de urgencia durante el estado de alarma. La impresión es que a esta consejera se la utiliza como ‘tonta útil’, algo que no debería permitir, dado que quienes conocen su trayectoria la identifican como una magnífica profesional. Ah, pero la política es otro mundo, que hay que dominar.
Ejemplo: ahora van a montar un Consejo de la Transparencia por todo lo alto. Nuevas instalaciones, amplia dotación de profesionales, sueldo para el responsable, en fin, todo lo que no ha tenido José Molina durante su ejercicio, que concluye este mes. Y tan molesta personalidad (que sea molesto e inquisitivo es lo que se espera de un cargo de este tipo, como del Defensor del Pueblo) será sustituida, o al menos lo pretenden, por un joven concejal de Cs en uno de los municipios de la costa.
En fin, que el Gambrinus ya no es el Gambrinus, y Cámara también está por reciclarse. Lo que nadie me ha podido contar es si miró a los ojos a Patricia Fernández. Pero tampoco es su costumbre.
¿Cuántas carreras tiene Mario Gómez?
El pasado viernes, una compañera de esta Redacción envió el mismo correo electrónico a dos direcciones. Una, la del vicealcalde de Murcia, Mario Gómez (Cs), y otra a su jefa de prensa. El texto: «Tras consultar en la web murciasalud.es las bolsas de trabajo del SMS, aparece que Mario tiene una puntuación total de 89,195 puntos. De esta puntuación, 30 puntos los obtiene por tener ‘un título de licenciado o de grado distinto al exigido para acceder a la opción convocada que guarde relación directa con los puestos a proveer’. El título exigido para acceder a la plaza es de Ingeniero Técnico Industrial, pero no consta en el currículo ningún título de licenciado o grado. ¿Qué méritos hacen que logre esos treinta puntos?».
Es sorprendente que Gómez no respondiera a una pregunta tan elemental y que no tuviera interés en facilitar de inmediato los datos correspondientes para despejar toda duda una vez que sus actuaciones anteriores en este asunto promueven todas las dudas. Dejó la respuesta en manos de su secretaria de prensa, tal vez para no romper la dinámica de llevar medio año sin responder personalmente a la prensa.
La curiosidad periodística deriva del hecho de que en el currículo oficial del ayuntamiento de Murcia figure solo el título de Ingeniero Técnico Industrial, mientras que la plaza en el hospital de Yecla (ya hemos dado abundante noticia de las circunstancias en que accedió a ella fingiéndose en el paro) le fue otorgada por el mérito de añadir a ese título otro distinto que le sumaba treinta puntos y lo ponía en la cabecera de la bolsa de trabajo. Repito: «Título de licenciado o de grado distinto al exigido para acceder a la opción convocada que guarde relación directa con los puestos a proveer» (murciasalud.com). Pues bien, ese otro título no figura en ninguna de las referencias públicas que difunde el propio político, lo que ya es raro. Dice su secretaria de prensa: «Él suele decir que es ingeniero técnico, pero evidentemente tiene el Grado, porque si no no le habrían dado los 30 puntos». Vale, título y grado. Pero consultada la facultad universitaria murciana en que se expenden estos títulos, aclaran: «No hay dos títulos, sino que después de Bolonia, la ingeniería pasa a ser denominada como Grado».
No son dos carreras, sino dos definiciones de la misma carrera. Entonces, ¿por qué Gómez suma treinta puntos como si además de ingeniero tuviera otro título? Asiste toda la razón a su secretaria de prensa: si no tuviera un segundo título el SMS no lo habría puntuado con treinta puntos añadidos. En este caso es una pena que los datos de estas características en poder del SMS sean confidenciales, pero deberían revisarlos. Y en el partido de Gómez, Cs, tal vez sería oportuno que obtuvieran de él las noticias al respecto que a este diario le niega al eludir la respuesta personal al correo que le fue enviado. ¿Cuántas carreras tiene usted? Fácil.