Reflexión de Antonio Sánchez LaPaz
El disparate sigue en marcha imparable y el “monotema” se ha convertido en una pelea callejera, hasta el punto que los Catalanes decentes, cabales y muy hartos de lo que vislumbran, los que ven, ojean y hablan, han tomado una decisión, ellos se suman al colectivo de los cabreados y dejarán de comprar productos de empresas, comercios o grandes establecimientos, y de mandar sus hijos a colegios racistas que forman parte del entramado independentista que pagan soterradamente a los reaccionarios sectaristas de la CUP, ERC, Podemos y demás socios del PDeCAT como el “Tío de la Vara” que sigue de vacaciones en Flándes. Patria común de la extrema derecha afín a la ideología del padre del marxismo, el supremo nazi Adolfo Hitler.
Los seguidores de esta ideología, los Pujolistas, oportunistas y populistas que procurarán depurar desde los más altos mandos a todo aquel que no comulgue con sus ideas, se verán frustrados ante la fuerza de la democracia de este país que es España.

El boicot a los productos catalanes con sabor, gusto y perfume soberanista, dicen, va a aplacar a los que han convertido la imagen de Cataluña y del resto de España en territorio de tribus zulúes, ante el intento golpista que seguro será frustrado por las leyes de este país, no se consentirá de modo alguno lapidar al pueblo Español.
Las ideas de hacer daño a lo bestia, vivir de nuestros impuestos y montar espectáculos típicos de «Night Clubs» son un auténtico desvarío. Así que como decían nuestros antepasados los Iberos “donde las dan las toman”, y al Sr. Rajoy, insistirle que la próxima vez nada del artículo 155 en solitario, la próxima que será pronto, un referéndum Nacional para que todos den la cara, sobre todo los corruptos que esconden castillos y cortijos bajo las siglas de los mal llamados partidos políticos independentistas.

El dolor que pueden sufrir los trabajadores y empresarios que hoy tienen que abandonar Cataluña por culpa de unos cuantos anarquistas, separatistas que poco o nada les importa el bienestar del pueblo y la buena convivencia entre todos los españoles que durante muchos años han convivido en buena armonía como es mi caso, que durante veinte años de mi adolescente vida contribuí al desarrollo de esa bella región de España que es Cataluña, libre y en paz, lo han convertido en un terrible sufrimiento por la incertidumbre de ver como convierten a una de las regiones más prósperas de Europa en espectro fantasmal, perjudicando a sus pobladores y sobre todo a los pensionistas que durante muchos años han contribuido a levantar esa región que hoy, si no se frena la situación, puede ser un funeral, donde todos estemos de luto riguroso durante muchos años divididos en “semanas trágicas”. Cataluña la pueden hacer caer como a un castillo de naipes.
