El Ayuntamiento de Murcia vivió el pasado jueves la sesión plenaria más bochornosa de los seis meses que lleva el nuevo Gobierno con el bastón de mando, que condujo incluso al PP a cometer el error de abandonar el Pleno
El espectáculo que se vivió en el pleno pasado es digno de una serie de clase B con una violencia verbal latente desde el principio, con comentarios por lo bajini que causan vergüenza ajena desde la bancada de la oposición. Fuera de micrófono, los populares se descontrolan, al parecer, aún más que cuando tienen el sonido accionado.
Tanto es así que el grupo municipal de Cs estaría incluso pensando en pedir un cambio de ubicación en el salón plenario para no tener que escuchar esa música de fondo que, en la mayoría de las ocasiones, va plagada de insultos que suben la temperatura de los concejales naranjas y crispan el ambiente desde el principio con un alcalde que intenta controlar la ira de unos y otros. Unas veces lo consigue y otras se queda en el camino.
Llueve sobre mojado en esas sesiones plenarias de estrés adicional porque hay concejales que no tienen freno en su lengua y en sus conductas poco respetables, una situación que no ha llegado con el nuevo Gobierno de coalición. Ya existía anteriormente porque los protagonistas son los mismos de siempre.
En la sesión del pasado jueves se escucharon algunas cosas nada procedentes y abandonos injustificados que se producen en los seis primeros meses del PP en la oposición desde hace 26 años. Los populares parece que no han conseguido superar el varapalo dado por los de Mario Gómez (portavoz de los naranjas y concejal de Fomento), que con sus votos y los de PSOE y Podemos los mandaron a la oposición. Un trauma que les puede hacer mucho daño a la hora de mantener la cabeza fría y mirar por lo que le interesa al ciudadano.
Tampoco el líder local de Cs perdona los feos sufridos mientras eran socios de los populares y eso le lleva a darles caña cada vez que puede, una actitud que tampoco ayuda para la pacificación de la política municipal. Los naranjas y los populares no se perdonan. Y Mario Gómez y Felipe Coello cada vez que pueden se echan los trastos a la cabeza. Uno le llama ‘doctor vacunas’ al otro y el otro le dice golfo y otras lindezas.
Si de insultos se trata, los de la bancada del PSOE pueden casi hacer un máster de los calificativos que les han propinado los populares en este mandato y en el anterior. Feo, tonto y gorda son algunos de los términos que han recibido los ediles socialistas que, en alguna ocasión, también han podido responder con la misma moneda sin llegar al límite de la crispación del pasado jueves que llevó al PP a abandonar la sesión.
Los populares se fueron, sin que José Ballesta, exalcalde, dijera nada al respecto interpretando a don Tancredo, un hecho que llamó la atención. Pero luego volvieron tras el ruego de un miembro del equipo de José Antonio Serrano. Lo hicieron para irse de nuevo, algo increíble si se tiene en cuenta que aportaban once mociones, algunas muy significativas como el discreto dinero que llevan los Presupuestos Generales del Estado para el municipio de Murcia. Pero que nadie se preocupe. Cobrarán por la sesión plenaria pese a haberse marchado en los primeros compases del orden del día.
Tras su huida, el Pleno transcurrió con normalidad, incluso cuando José Ángel Antelo y Teresa Franco debatieron por la moción de Vox sobre el uso del lenguaje inclusivo en el ayuntamiento de Murcia. Los populares han puesto su propio listón muy alto y han tirado el carro por las piedras. Qué prepararán para la próxima sesión. Por nadie pase.