MENTIRAS, MENTIRAS Y MUCHAS MENTIRAS

 

La película que estamos viendo en la pantalla de cine de España es tan simple como eficaz cubriendo objetivos envenenados, dos grandes familias en crisis sentimental destruida por bandas salvajes que primero disparan y luego preguntan haciéndose los tontos. Siempre a la salida del sol, como sabe España.

La imagen es como una pelea de perros asilvestrados que se muerden entre ellos para comerse a Bambi, la Democracia, que ha sido alimentada a duras penas por la conjunción de dos familias medio humanas, que se llamaba bipartidismo, y mordían lo más exquisito de la carne fraterna. Ahora, el humo y el polvo de la pelea nos impide seriamente determinar un diagnóstico riguroso para cortar la rabia. Si los espectadores del espectáculo del circo romanizado fuéramos conscientes del peligro de las manadas políticas, estaríamos acampados exigiendo elecciones ya al objeto de vivir al amparo del bosque de las libertades y no enjaulados en perreras abominables.

Si el Partido Popular quiere afrontar un verdadero proceso de renovación, no solo en Génova 13, la curia pepera, los candidatos a suceder al Gran Can están obligados a lograr una amplia movilización entre la militancia de un partido en estado de coma inducido tras la abrupta salida del Gobierno Rajoy. No basta con operar retoques cosméticos ni tampoco con remozar la fachada o meternos en un concurso de misess o misters, algunos de ellos herederos directos de Mariano, ellas, las señoras Soraya y Dolores, por encima de los cinco varones, y no nos tachen de machistas empedernidos. Después de las elecciones del Gran Hermano popular se debe convertir la pugna de cine en un serio y responsable ejercicio de debate que facilite el camino de la unidad, el rigor y el juego limpio, lo contrario sería entrar en otro tipo de dinámica corrupta y quizás el final del Partido Popular por agotamiento ético e ideológico. 

 

 

En el otro campo del bipartidismo, el socialismo ha echado a correr y ha caído en brazos de un populismo, que le tiende toda clase de trampas, como en las antiguas películas de malvados chinos  al mando de Fu-Manchú, ahora aparentemente más guapo. Pero lo peor que se puede hacer es abordarlo desde el falso buenismo instrumentalizado emocionalmente por las sentimentales gentes de Pablo Iglesias y sus plañideras separatistas, todos los días lamentándose de los españoles bordes. La última metida, mirando al tendido, es ese nuevo desembarco de refugiados en Barcelona, total, sesenta, más dos diputados españoles, !!qué casualidad tan oportuna!! que nos retransmiten la navegación como anteriormente hizo una periodista de Radio Nacional, rumbo a Valencia. Nosotros, los murcianos, quedamos a la espera de que Urralburu, delegado de Podemos, proponga en la Asamblea Regional el buenísimo espectáculo  correspondiente a modo de show sardinero, aunque nos extrañaría mucho, que los subsaharianos en fuga, quisieran tocar tierra a orillas del contagioso Mar Menor, que Bruselas no considera saludable a pesar de los informes secretos de Ramón Luis y sus mandados.

La ansias, las prisas, la estampida socialista está siendo tan peligrosa por los azotes de Pedro Sánchez a su cabalgadura, que nos tememos que los cosacos podemitas, mejores jinetes, terminen llegando antes a La Moncloa si no lo impide una coalición de la caballería de los constitucionalistas, que es lo decente, un pacto de gobierno serio y al servicio del pueblo, con un estado mayor integrado por Albert Rivera, Pedro Sánchez y al que le toque el  barco escorado que ha abandonado Rajoy.

Es lo que deseamos los ciudadanos sufridores, millones, la mayoría absoluta, pero nos tememos que el objetivo salvaje de los radicales de un lado y otro, no es La Moncloa, sino La Zarzuela o el Palacio Nacional, y por ello están tensando a la nación y buscando un enfrentamiento brutal, que seguro que va a estallar con la mecha catalana. Fecha tope, el uno de octubre que fue Día del Caudillo desenterrado. Les importamos uno o dos testículos, los urdidores de la trama lo que piden es coronarse presidentes de una república desintegrada para dar paso a una dictadura bananera, fuera de la infernal Europa, donde se asienta el Vaticano y el diabólico dinero. Para ellos, los conspiradores jefes, lo mejor es ser pobres todos a excepción de ellos, ya que la miseria compartida es justicia social leninista, y los ciudadanos que no estemos conformes, que embarquemos en pateras mafiosas y a navegar en dirección a Islas Chafarinas.          

 

 

José María QUEVEDO