Hotel Plaza, Plaça d’Espanya, BCN. Se trata del solar de los Cuarteles Lenin en los que Orwell pernoctó cuando el 37. Por razones distintas y distantes, es el local elegido por C’s para su noche electoral, desde donde les saludo con la manita. Hola. Estamos en una sala repleta de prensa. Somos tantos frente a un monitor que parece l’Agència Espacial Catalana. En el ambiente se respira algo parecido a napalm/victoria. Los coles acaban de cerrar, y los primeros sondeos dan a C’s ganadora en votos. El sistema electoral esp –Cat puede tener uno propio, pero en tres décadas no ha encontrado el momento de legislarlo y crear otro que envíe al garete a CDC–, diferencia los votos emitidos de su traducción en escaños, en lo que es un suspiro de melancolía ante el hecho de que la Esp/Cat profunda sean tan determinantes en la superficie de la realidad. Ser ganador en votos –Maragall lo fue un par de veces– no significa ganar. Pero tradicionalmente da como rabia al ganador en escaños. Es, objetivamente, un éxito. Por eso, a las 20:19 salen tres pollos –el que habla y los dos de C’s que siempre hay al lado del que habla; C´s parece estar formado, por lo que se ve, por diversos tríos de boleros–, a evaluar la situación. Cuando un partido se estrella, en fin, no sale nadie hasta la 23:00. El señor que evalúa la situación se centra en dos puntos. Punto a) la normalidad democrática del día, etc. De hecho, emplea tanto rato en hablar de eso que se le olvida el punto b), que igual era el retorno de la bota por encima de la rodilla. Se piran tan comedidos y moderados como entraron. Supongo que a un reservado, en el que se quedarán el ropa interior, beberán tequila y dispararán al aire con el revólver.

No es para menos. Los datos del recuento que se empiezan a matizar son la pera. Y dibujan dos fenómenos inesperados. Fenómeno inesperado 1): el PDeCAT chulea a ERC. El electorado procesista, al que en 2015 se le prometió la indepe y en 2017 la autonomía, ha vuelto a comprar. Y, en la compra, ha considerado que el exilio es mas sufrimiento que la cárcel. Fenómeno inesperado 2). C’s gana en votos, pero también en escaños. Al final, 37. El último se lo manga, en lo que es una metáfora de lo que ha pasado esta noche, al PP, el partido que, al parecer, ha pagado el Piolín System y los 155 Awards. C’s, un partido nacionalista esp –me temo que– radical, fundado en 2006 para solventar la tibieza del PP hacia la reforma del Estatut y el hecho que Esp se resquebrajara non-stop, ha ganadoC’s parece ser el partido en Cat que más y mejor ha rentabilizado ese resquebraje de suelo patrio anunciado en 2006. Lo ha rentabilizado, de hecho, más que la Oficina de Turismo Argentina rentabiliza el resquebrajamiento anual del glaciar Perito Moreno. Los resultados son impresionantes. Más de un millón de votos, la opción mas votada en tres de las cuatro capitales, y arrasando en el Cinturón ex-Rojo de Europa. Se trata de un cambio de paradigma. Por primera vez un partido nacionalista esp gana las elecciones. Es más, por primera vez, un partido no catalanista –el PP cat, en sus estatutos, lo es– es el primer partido cat.

Es muy posible que esa victoria no se traduzca en presidencia y Govern. Parece poco verosímil que PSC y Comuns apoyen un gobierno C’s. Pero esa victoria matiza la victoria, en términos globales, del procesismo –JxC y ERC–, que suma menos que la mayoría absoluta. Parece poco probable –si bien no es descartable– que la CUP –con la que se accedería a la mayoría absoluta–, se ponga en modo procesista otra temporada, y le ría las gracias y los presupuestos a otro Govern postCDC. También está por ver si esa victoria de C’s tiene traducción esp –me parece, ahora mismo, poco probable–, o si C’s sigue siendo un partido cat, que obedece a una problemática cat intraducible en Esp, ese territorio más grande, pero que tiene suficiente con una sola derecha nacionalista.

La victoria de C’s, en todo caso, no supone la derrota del procesismo, que igual, si deja de sacarse lo ojos y cambia de candidatos, puede formar algo parecido a un Govern. En minoría o no. Pero esa victoria, junto a los exitosos resultados de JxC explican que el Procesismo no era una ventana de oportunidad para las izquierdas cat y esp, sino una lógica de derechas nacionalistas. Explica que la corrupción –llamativa en la sucesora de CDC, si bien C’s ha tenido también problemas, silenciados, con su financiación– es un tema solventado ya electoralmente, del pasado. Y que lo único importante, mañana a primera hora, son las banderas. La crisis de representación, la crisis del R’78, verbalizada en 2011, parece ser que ha sido reconducida. O, incluso, superada, en Cat. A través de banderas, que han permitido el crecimiento de la derecha esp y la derecha cat en Cat, una sociedad ha decidido que los problemas asociados a la mayor crisis económica, política, democrática y social en décadas han sido solventados, por ambas derechas, con esa maravilla denominada Procés.

Frente al Hotel Plaza hay fiestuqui. La derecha esp en BCN, desde los mundiales de Sudáfrica o el Concilio Eucarístico, no tenía mucho que celebrar. Hoy, pues sí. La fiesta la paga PP. Y, al parecer, contento. Todo sigue igual que en 2015. Sí. Pero radicalmente diferente, me temo.

 

 

 

 

 

 

 

FUENTE: CTXT