Inés Arrimadas no entiende o no quiere entender la democracia parlamentaria en la que vivimos. Niega los principios más básicos de su funcionamiento y hace demagogia barata para ocultar sus carencias, su ineptitud. La política que lideró a Ciudadanos para ganar las últimas elecciones catalanas no movió un dedo después para intentar formar gobierno; sencillamente, se borró del mapa. Ahora, vuelve a intentar boicotear el acercamiento Pedro Sánchez-Quim Torra para intentar sacar rédito que vuelva a dibujar a una formación naranja cada vez más borrada.
Decir, como de hecho dice hoy Arrimadas en una entrevista en El Mundo, que “Sánchez tiene que tener muy claro que al reunirse con Torra está dejando de reunirse con millones de catalanes“ es intentar manipular a la ciudadanía. Es una negación de la democracia, del sistema de representación en el que ella participa y del que vive.
Si Arrimadas hubiera intentando formar gobierno, consiguiendo gobernar la Generalitat, habría sido un error decir que ella no representaba a Catalunya. Claro que la representaría; cosa bien distinta es que eso agradara a los millones de catalan@s que no la votaron.
En el fondo, la lideresa de C’s en Catalunya lo sabe, pero es la baza que ha decidido jugar para seguir azuzando el conflicto catalán que tan buen resultado electoral le ha dado. Cuanto más retrógrada y represora era la postura de los naranjas -compitiendo con el PP en caspa-, más votos ganaba. Por eso, mantener el conflicto catalán le interesa, por eso Arrimadas se ha quedado sola a la hora de no querer reunirse con su president, con Torra.
Lo que para las personas demócratas es dialogar, para ella es negociar España. Arrimadas afea a quienes se han sentado con Torra para intentar desbloquear la situación. Ahora le toca a Sánchez,que pasa a ser objeto de sus críticas huecas, artificales, estériles. Arrimadas quiere seguir el dictado de Rajoy durante más de seis años: ignorar lo que ha votado la mayoría de Catalunya, negar vías para la solución a un problema que sólo quiere aplastar con puño de hierro.
Afortunadamente, habrá diálogo. No se trata de ser rehenes de un pacto de moción de censura, ni de ceder a todas las pretensiones de Torra. Se trata de escuchar, de acercar posturas, de admitir que el modelo territorial de España, más allá de Catalunya, hace aguas por todos lados porque de lo que realmente somos rehenes es de una Constitución obsoleta. Arrimadas vive de prolongar ese cautiverio, del odio y del ultranacionalismo español. Le pasará factura que no hay coaching que abone.