Tu quoque Brute, fili mei. (“Tú también, Bruto, hijo mío”). Desde que William Shakeaspeare introdujera en su obra “Julio César” la frase que el dictador romano dirige a su amado discípulo Bruto tras comprobar que el yerno de Catón formaba parte del grupo de senadores que le acababa de infringir heridas mortales en aquellos sangrientos idus de marzo de la Roma antigua, la cita ha quedado como percha a la hora de referirse a situaciones en las que el discípulo “traiciona” al maestro; o , llegado el caso, un suponer, lo arrincona, lo desplaza, lo aparta, lo posterga e incluso también lo intenta arrumbar.

Te hago esta introducción, latinajos incluidos, para contarte que aquí acaba de suceder cosa similar no en marzo, sino en pleno julio; no en el Senado Romano, sino en el IMIB que es un instituto para la investigación biomédica con sede adjunta al hospital “Virgen de la Arrixaca”. Este episodio que te cuento no fue nada sangriento, faltaría plus, y, además, no había túnicas romanas; si acaso unas cuantas batas blancas. Así que todos tranquilos. El paralelismo no está ahí, sino en la relación discípulo-maestro y en la situación que insospechadamente se originó con motivo de la reciente visita de los Reyes de España al citado centro.

 

“TÚ TAMBIÉN, RAMÍREZ, HIJO MÍO”

Te confieso que cuando el enano infiltrado, ya sabes ese pequeño cabroncete que en todas partes se mete, me vino con esta historia tardé bastante en darle crédito. Y no por desconfianza en mi diminuto fisgón, que ya sabemos todos que informa con toda credibilidad, sino por lógicos reparos a que episodios como el que nos ocupa puedan llegar a suceder.

Nos situamos en los días previos a la visita de los Reyes. Me cuenta el enano que se produce una llamada de Pablo Ramírez, actual director del IMIB, a su mentor Pascual Parrilla. Y la conversación entre ambos discurre, más o menos, por similares términos:

 

–Te llamo, Pascual, para informarte que pasado mañana los Reyes visitan el IMIB.

— Muchas gracias por el detalle, Pablo. ¿Pasas a recogerme?

–No puedo Pascual… es que no estás en la lista de invitados. Ya sabes, tenemos que reducir el protocolo por las normas vigentes.

 

Y Pascual Parrilla, medalla de oro de la Región, impulsor y fundador del IMIB, profesor de cirujanos, maestro del bisturí con eterno mando en plaza, autoridad mundial en cirugía gastro-esofágica y en trasplante hepático, miembro de honor de numerosos comités científicos, congresos y sociedades médicas, hijo adoptivo de la Ciudad de Murcia y una de las figuras más reconocidas por la sociedad civil de esta Región, guardó silencio y debió pensar para sus adentros, remedando al gran dramaturgo inglés:

«Y tú también, Ramírez, hijo mío”

 

IMIB “MADE IN PARRILLA”

Ocurre, como me recuerda nuestro pequeño pigmalión, que el IMIB (Instituto Murciano de Investigación Biomédica) es una indiscutible obra de Pascual Parrilla. Tampoco hace falta que me lo cuente nadie, ni siquiera el querido enano, porque yo andaba por allí. En lo político, fue una apuesta personal del entonces presidente Valcárcel. En lo profesional fue cuestión de arte y parte del profesor Parrilla. A él lo seleccionaron, a él lo convocaron y a él le correspondió la labor de anfitrión del comité científico que al final decidió la idoneidad de la sede murciana. Para hacértelo más fácil. Sin Pascual Parrilla hoy no habría IMIB en Murcia. Y según Ramírez no había sitio previsto para Parrilla a la hora de recibir a los Reyes en el IMIB. Un desplante en toda regla. Como diría el conde de Romanones (el de “joer, vaya tropa” que también valdría para la ocasión) donde esté Parrilla está la presidencia. Ojo al dato, Ramírez.

 

RAMÍREZ, DISCÍPULO AMADO

A mí, ya te digo, me costaba asimilar la historia no por dudar de la fuente, sino porque Pablo Ramírez es un producto de la “Factoría Parrilla”. De hecho uno sustituye al otro al frente de este órgano de investigación biosanitaria hace apenas dos años. Y si el enano infiltrado no está mal informado, y tú bien sabes que no suele estarlo, es el propio Parrilla el que lo propone para tal cargo. Como en su día lo propuso para coordinador regional de trasplantes. Pascual Parrilla durante sus años de gestión hizo que el IMIB superase con nota todas las evaluaciones del Instituto de Salud Carlos III y fue el gran impulsor para que este centro dinamice más de medio centenar de grupos y varios centenares de proyectos y estudios clínicos en activo. Si Ramírez es el heredero de Parrilla, no se entiende esta reacción del susodicho. A no ser, un suponer, que aquí realidad y ficción se hayan vuelto a confundir como en aquella celebrada anécdota del célebre Camilo José Cela.

–Don Camilo, don Camilo. ¿Sabe usted que don Fulanito no va hablando bien de usted?

–Qué raro es eso, don Perenganito. Yo a don Fulanito jamás le hice favor alguno.

 

LO INVITA EL PRESIDENTE: DESPLANTE FRUSTRADO

 

Llegado el día de marras, describe el enano infiltrado, a Pablo Ramírez se le muda el rostro al observar que en la fila de protocolo está Pascual Parrilla. Cuentan los observadores del acto, e imágenes hay grabadas para poder comprobarlo, que cuando Ramírez pasa por delante de Parrilla acompañando a sus majestades, le esquiva la mirada al maestro. Resulta que Parrilla no se había colado de rondón en la fila de recepción a tan altos dignatarios. Había sido invitado esa misma mañana por el presidente López Miras quien, enterado del desplante, puso rápido remedio a través del servicio de protocolo de San Esteban que es el que tiene mando en plaza, obviamente, en estas situaciones. Menudo es mi admirado Antonio Esteban para que se le discutan estas cosas. Incluso había un coche oficial preparado por si al profesor Parrilla le hubiese hecho falta. Como debe ser. Al César los que es del César. Y a Parrilla lo que es de Parrilla. Tan sencillo como eso. De hecho cuando llegó el turno de presentaciones, fue el presidente López Miras quien lo presentó con un recorrido tan merecido como elogioso que hizo exclamar al Rey Felipe VI que se encontraba ante una eminencia, según me cuenta el enano que andaba por allí disimulado como siempre. A lo que Parrilla respondió algo asi como » es el cariño que me tiene el presidente, Majestad».

 

PARRILLA “NO COMMENT”

Pascual Parrilla no ha querido atender a las llamadas de este confidencial. Incluso personas de su entorno han tratado de evitar esta publicación. Pero tú tienes derecho a estar informado y yo a contártelo. Porque Ramírez y Parrilla, sobre todo el primero, son personajes públicos. Y aquí no se está exponiendo otra cosa que la falta de tacto, de delicadeza, de atención que se merece un personaje de la trascendencia pública del profesor Parrilla. El resto queda para la consideración de cada uno.

Yo es que, te confieso, soy de los que piensan que el maestro no se ausenta. Nobleza obliga. Siempre está y estará presente. Porque si se ausenta, o lo ausentan, sucede lo que aquel otro maestro mío denominaba el tierno cataclismo en la primavera de las generaciones. Y ya no está uno en edad de cambiar ni de valores, ni de creencias, que quieres que te diga. No sé si me he explicado, pero es seguro que me has entendido. Y Pablo Ramírez, también.

 

J.A. RUIZ VIVO – MUY CONFIDENCIAL