ENRIC JULIANA

 

Hemos asistido estos días al desesperado intento de dinamitar la legislatura, para acabar con la perspectiva de mayo. La tentativa, desde Madrid y desde Catalunya, sigue en pie, pese a las imágenes apaciguadoras de anoche en Pedralbes, al final de la huelga de hambre en Lledoners, al voto presupuestario en el Congreso y a los llamamientos a la calma desde diversas instancias del independentismo (no todas). Hoy será un día muy especial. Hoy veremos hasta qué punto los iracundos vientos de Francia y los rencores de los independentistas que se sienten engañado han roto la disciplina del movimiento. La ley del péndulo. Mayo y diciembre.

Mayo pilló por sorpresa a mucha gente, empezando por el propio Pedro Sánchez. Hagamos memoria. En puertas del verano, el Partido Socialista naufragaba en las encuestas. Estaba en tercera posición, bajando. Podemos volvía a pisarle los talones. La dureza de la sentencia de la Audiencia Nacional sobre el caso Gürtel obligaba al PSOE a presentar la moción de censura. Sánchez subió a la tribuna del Congreso invitando a Mariano Rajoy a dimitir para despejar la situación. En algún momento pareció que se lo imploraba. Tras ser investido presidente, durante cinco minutos pensó en convocar elecciones generales en septiembre u octubre. Prevaleció finalmente el fuerte instinto gubernamental del PSOE. Gobernar, gobernar, gobernar, para absorber mejor el voto fugado a Podemos, ganar peso en el tablero europeo y proyectarse como el único partido capaz de evitar el desgarro de las Españas.

Pronto empezaron a pasar cosas en cierta medida imprevistas. Pablo Casado, es decir, José María Aznar, ganaba las elecciones internas del Partido Popular a Soraya Sáenz de Santamaría. Iracundo por no haberse enterado de nada durante los decisivos días de mayo, Carles Puigdemont desnucaba a Marta Pascal, personaje clave para el triunfo de la moción de censura, gracias a su excelente interlocución con el PNV. Descabezando al PDECat, Puigdemont aceleraba el caos en la metamorfosis convergente. El incremento del voto a Vox empezaba a ser detectado por los mejores radares. En julio ya se veía a venir la pinza.

Nadie contaba, sin embargo, con los resultados electorales en Andalucía.