LA IGLESIA, EL PARÓN A JUAN XXIII Y EL BLOQUEO AL PAPA FRANCISCO
Hace unas semanas, este colectivo integrado por un grupo de personas, seis varones y cuatro mujeres, cristianos, creyentes , católicos y agnósticos, más un evangelista, todos de nacionalidad española salvo un amigo argentino, de distintas profesiones de nivel cultural medio alto, publicamos en MURCIA TRANSPARENTE – por cierto abierto a todas las ideologías de base democrática y amantes de las libertades y los derechos humanos -un extenso artículo sobre el estado estancado e involucionista de la Iglesia católica en España, abriendo los cauces para establecer una cambio de impresiones sacadas de la realidad, así como de los problemas que se le vienen planteando al Papa Francisco, que hace una semana ha visitado varias naciones hispanas y Brasil, cuya situación humana, política y religiosa ha entrado en un retroceso pasmoso de ambiguedad e inmovilismo espriritual del que están sacando rédito otras iglesias cristianas, como son los evangelistas con un amplio apoyo informativo, que se mezcla con un creciente populismo político de consecuencias imprevisibles. Esta entrada evangelista de la mano de una ideología que hasta ahora no ha acertado socialmente, ya empieza a ser un serio problema en España, sobre todo en las clases más humildes, cuyo nivel de enseñanza y cultural es bajo. El Papa, argentino de nacimiento, conoce perfectamente la situación en las naciones de habla española, pero se encuentra rodeado de una guardia pretoriana, la Curia romana, que hasta la llegada de Juan Pablo II prácticamente dirigía la multinacional más poderosa del mundo, la de las religiones. La crisis actual de la Iglesia católica, sobre todo en la nueva España de Europa, urge un reformismo sin sobresaltos pero combativo, una reforma rigurosa y un cambio de actitud frente a los nuevos problemas que se le plantean, sobre todo a nivel de parroquias, de envejecimiento de sus sacerdotes y la falta de conexión, sobre todo con el elemento más joven.
Uno de los más enérgicos críticos ha sido hasta su reciente fallecimiento, el teólogo suizo HANS KUNG, que ha dedicado toda su vida a luchar contra la burocracia romana, sus escándalos financieros, éticos, morales y de la doctrina de la fe, controlada desde siglos por el sector más conservador de la Iglesia, la curia romana y las pequeñas curias diocesanas, como tenemos en la Región de Murcia, desconectada con la realidad de la calle, aunque existen en el seno de la Iglesia grupos muy combativos en el campo social, sobre todo en los barrios urbanos y el segmento rural. La falta de vocaciones, es otro de los grandes escollos y así mismo la necesaria incorporación de las mujeres a las tareas eclesiales, el sacerdocio femenino y un celibato voluntario.
Para ilustrar a nuestros lectores, les ofrecemos un amplio informe del famoso teólogo suizo,siempre discretamente enfrentado a la cúpula de la Ciudad del Vaticano, choques célebres con Pablo VI, Juan Pablo II y el emérito Joseph Ratzinger, no solo en el plano sociológico sino en el mismo de unas raíces con dos mil años de existencia. Así, experiencias y conocimiento adquieren en este testigo del tiempo que recoge en su famoso libro SIETE PAPAS, observador y actor privilegiado, el rango de un balance que desemboca en una pregunta inquietante ¿QUÉ PAPADO TIENE FUTURO?. Lean, mediten y compren un libro con más luces que sombreas. Veamos.
FRANCISCO – JORGE MARIO BERGOGLIO
¿QUÉ SIGNIFICA PARA UN PAPA HOY ELEGIR EL NOMBRE DE FRANCISCO?
Naturalmente, tampoco la persona de Francisco de Asís, que tenía sus unilateralidades, exaltaciones y debilidades, debe ser idealizada. Su estilo de vida no es una norma absoluta para todo cristiano. Pero sus aspiraciones profundamente evangélicas deben ser tomadas en serio, aunque no tengan por qué ser llevadas a la práctica de forma literal, sino que más bien deben ser traducidas de manera razonable y proporcionada a la época actual.
En relación con estas aspiraciones hondamente evangélicas hay que exigir al papa y a la Iglesia << continuidad >>; no así, por el contrario, en relación con la << sumisión al ministerio >>, entendido evidentemente en sentido medieval – barroco, que reclaman los tradicionalistas católicos, incluyendo << la aceptación sin discrepancia de las vestimentas pertinentes >> (Martín Mosebach). Se sobreentiende que en un ministerio papal así concebido << el carísma no tiene en realidad función alguna >> y que la Congregación para la Doctrina de la Fe debe vigilar la doctrina católica: << Las vestimentas que antaño llevaban los papas son una imagen de todo ello. En tiempos pasados, los papas, por así decirlo, desaparecían bajo sus ornamentos >>. Pregunta: a la luz de las grandes figuras de referencia que son Francisco de Asís y el papa Inocencio III, ¿ante qué alternativas se encuentra, pues, la Iglesia de hoy?.
1. ¿Paupertas, pobreza? La Iglesia en el espíritu de Inocencio III es una Iglesis de la riqueza , la presunción y la suntuasidad, de la avaricia y los escándalos financieros. En cambio, una Iglesia en el espíritu de Francisco significa una Iglesia que apuesta por una política económica transparente y éticamente orientada, y una contentadiza frugalidad. Una Iglesia que se preocupa sobre todo de los pobres, los débiles, los desfavorecidos y los necesitados de ayuda. Una Iglesia que no acumula riquezas ni capital, sino que combate activamente la pobreza y ofrece a su propiuo personal condiciones de trabajo modélicas.
2. ¿Humilitas, humildad? La Iglesia en el espiíritu del papa Inocencio es una Iglesia del poder y el dominio, de la burocracia y la discriminación, de la represión y la inquisición. En cambio, una Iglesia en el espíritu de Francisco significa una Iglesia de filantropía, el diálogo, la hermandad, la hospitalidad incluso para los no conformistas, el servicio no presuntuoso de sus gobernantes y la comunión socialmente solidaria, que, lejos de excluirlas de la Iglesia, hace fecundas las nuevas fuerzas e ideas religiosas.
3. ¿Simplícitas, sencillez? La Iglesia en el espíritu del papa Inocencio es una Iglesia de la inmovilidad dogmática, la censura moralista y la protección jurídica, una Iglesia de la canonística que todo lo regula , de la escolástica que todo lo sabe y del miedo. En cambio, la Iglesia en el espíritu de Francisco se perfila como una Iglesia de la buena nueva y la alegría, de una teología inspirada por el Evangelio sencillo que escucha a las personas en vez de limitarse a adoctrinarlas de arriba hacia abajo, una Iglesia no solo docente, sino también, y sin descanso, oyente y discente.
Así, a la luz de las aspiraciones y los planteamientos de Francisco de Asís cabe formular algunas opciones fundamentales también para la Iglesia católica actual, cuya fachada resplandece en los grandes eventos romanos, pero cuya estructura interna se revela frágil y desmoronadiza en la vida diaria de numerosos países, por lo que muchas personas se han despedido de ella interior y a menudo también exteriormente.
Sin embargo, ninguna persona sensata esperará que todas las reformas sean llevadas a cabo de la noche a la mañana por un solo hombre. De todos modos, en cinco años sería posible un cambio de paradigma: esto lo demostró Juan XXIII (1958 – 1963), quien convocó el Concilio Vaticano II . Hoy debería estar clara ante todo la dirección en la que hay que moverse: no un retrógado movimiento restaurativo hacia tiempos preconciliares, como bajo el papa polaco y el papa alemán, sino pasos de reforma reflexionados, planificados y bien explicados en la línea del Concilio Vaticano II y su desarrollo.
A buen seguro, el papa suscitará con ello poderosas fuerzas contrarias, sobre todo en el aparato de poder de la curia romana, a las que habrá que resistirse. Los dirigentes vaticanos difícilmente cederán de grado el poder acumulado desde la Edad Media.
También Francisco de Asís tuvo que experimentar cuán intensa puede ser la presión de la curia. Él, que en su pobreza quería desasirse de todo, se aferró con creciente fuerza a la << Santa Madre Iglesia >>. Menos de de dos décadas después de la muerte de Francisco, el movimiento franciscano, que en Italia se extiende rápidamente, parece domesticado casi por completo por la Iglesia romana, de suerte que pronto se pone al servicio del papa como una orden rica más e incluso se deja instrumentalizar por la Inquisición.
También Francisco de Asís tuvo que experimentar cuán intensa puede ser la presión de la curia. Él, que en su pobreza quería desasirse de todo, se aferró con creciente fuerza a la << Santa Madre Iglesia >>. Menos de de dos décadas después de la muerte de Francisco, el movimiento franciscano, que en Italia se extiende rápidamente, parece domesticado casi por completo por la Iglesia romana, de suerte que pronto se pone al servicio del papa como una orden rica más e incluso se deja instrumentalizar por la Inquisición.
Así pues, si fue posible integrar finalmente a Francisco de Asís y su comunidad en el sistema romano, tampoco cabe excluir, desde luego, que un papa Francisco, además jesuita, termine siendo ganado por el sistema romano que debería reformar. Un papa llamado Francisco: ¿una paradoja?¿Se podrán conciliar alguna vez estas dos palabras a todas luces contradictorias, << papa >> y << Francisco >>? En cualquier caso, no por un papa tradicionalista que apueste por el inmovilismo, sino solo mediante un papa reformista de mentalidad evangélica. Esta es mi esperanza; pero ¿está fundada?.