A finales de 1943, el joven químico Primo Levi, hijo de una familia judía de Turín, se echó al monte para unirse a los partisanos antifascistas. Cayó enseguida en manos de la milicia de Mussolini y fue deportado a Auschwitz. Llegó al campo de exterminio nazi en marzo de 1944, en una partida de 650 judíos italianos. Diez meses después, cuando el campo fue liberado por el Ejército Rojo, de aquel grupo solo quedaban veinte con vida. Levi, uno de los supervivientes, dedicó el resto de sus días a testimoniar la experiencia del horror.
Es pertinente leer a Levi estos días en que puede parecer que no pasa nada pero pasa todo. Líderes populistas, autoritarios o mesiánicos son encumbrados en Europa y en EEUU. Excitan el miedo, el embrión del odio. La ultraderecha propaga el euroescepticismo, la xenofobia, el regreso a la tribu, el desprecio por los derechos.
Conviene leer a Levi porque su obra entera tiene un único sentido: describir la inhumanidad, descifrar su código y fijarlo en la memoria para poder advertir el peligro. Es oportuno leer a Levi, también, ahora que se usa con tanta liviandad el término fascista.
En Si esto es un hombre, uno de los libros indispensables del siglo XX, Levi alienta a conocer la historia. «Porque lo sucedido puede volver a suceder, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las nuestras también».
Aberraciones o tonterías
El escritor italiano subraya que tanto Hitler como Mussolini eran creídos y adorados por las multitudes. Sus proclamas eran «aberraciones, o tonterías, o crueldades», y sin embargo millones de fieles los veneraban.
Como la filósofa Hannah Arendt, la acuñadora de la expresión «banalidad del mal«, Levi constata que los ejecutores de las órdenes no eran monstruos, sino gente corriente, «funcionarios listos a creer y obedecer sin discusión». El superviviente de Auschwitz exhorta a desconfiar de los jefes carismáticos y de las verdades reveladas, y recomienda elegir las que se conquistan poco a poco, con trabajo, estudio, discusión y razonamiento, y que pueden ser demostradas y verificadas.
Lo que queda del verano es un buen tiempo para pasarlo con Levi. El otoño nos lo agradecerá.