–¿Era inevitable esta escalada de tensión de Catalunya?
–Era evitable y aún se puede frenar, pero solo hay una persona que puede hacerlo: Carles Puigdemont. El Estado de derecho no va a frenar. Si alguien comete delitos, la fiscalía, los jueces y la policía tienen que actuar. Tenemos la obligación de mantener la convivencia y la paz social entre catalanes. Puigdemont será el responsable de todo lo que pase en Catalunya en los próximos días.
–Pues el presidente de la Generalitat respondió a la macrooperación del miércoles anunciando los colegios electorales del 1-O. Y afirma que tiene «planes de contingencia» para celebrar el referéndum. ¿Hasta dónde tiene que llegar el Estado?
–Puigdemont es un conductor suicida que está llevando a toda velocidad contra el muro de la ley un coche en el que vamos todos los catalanes. Lo que hay que hacer es cambiar de conductor. La única solución para parar esta locura son unas elecciones autonómicas. Hay que elegir un nuevo presidente o presidenta y un nuevo Govern, e intentar reconducir la situación. Este Parlament, con una Mesa imputada, y este Govern ya no están legitimados.
–Pero antes del día 1, si el Govern pretende que haya votación sí o sí, ¿hasta dónde habría que llegar?
–Hasta donde esté dispuesto el señor Puigdemont. Lo que no puede hacer el Estado de derecho es escoger si se aplica o no. Si el president sigue acumulando delitos, el Estado de derecho no puede frenar. Empiezan a haber dudas en el Govern, así que si logran convencer a Puigdemont de que tiene que parar esto y convocar elecciones, igual después hay algo que hablar.
–¿Sin elecciones no puede haber diálogo?
–Solo puede haber diálogo si se restablece el orden constitucional. Hasta que no se vuelva a abrir el Parlament y hasta que no haya un Govern legítimo que no dé un golpe a la democracia, no hay nada que hablar. Se han resquebrajado las reglas de juego y hay que recomponer la autonomía de Catalunya, que paradójicamente es Puigdemont quien la ha suspendido.
–Entonces, ¿cree que es un error el diálogo sobre financiación y fiscalidad que han ofrecido PP y PSOE?
–Solo se puede dialogar con demócratas, no con gente que está delinquiendo. La clave del diálogo son los tiempos: ahora toca parar el golpe y volver al orden constitucional, después legitimar un nuevo Govern a través de unas elecciones, y entonces se verá cuáles son las mayorías y qué se puede hacer.
–Unas elecciones difícilmente permitirían construir un Govern alternativo. Inés Arrimadas ha explorado recientemente una moción de censura sin demasiado éxito. Y las encuestas indican que el próximo president podría ser Oriol Junqueras. ¿De verdad cree que es la solución?
–Dependerá de lo que hagan los partidos nacionales. Algunas encuestas reflejan que el bloque separatista podría perder la mayoría absoluta, y eso abriría nuevas vías. La mía es un Govern de suma, aunque sea temporal, que estabilice Catalunya y que sea un interlocutor válido con Madrid. Y para eso estoy dispuesto a pactar con el PSOE, con el PP, con Podemos y hasta con CDC si hubiera gente dispuesta a ello.
–¿Con Podemos también? No parece que haya muchos puentes entre Pablo Iglesias y usted.
–Para salvar la unión de todos los españoles y la Constitución, estoy dispuesto a pactar con Podemos siempre que abandone la deriva en la que ha entrado. Iglesias va a tener que elegir entre Junqueras o Arrimadas.
–Ciudadanos se ha opuesto a crear una comisión en el Congreso para abordar el modelo territorial. ¿Tan malo es ese foro de diálogo?
–Es un error porque lo que hace falta en España es una reforma de la Constitución, y no una comisión para hablar solo de Catalunya. A Pedro Sánchez le propuse acordar una ponencia de reforma constitucional, pero en vez de eso ha planteado una comisión que puede convertirse en el caballo de Troya para debatir el referéndum independentista. El PSC ha tomado las riendas del PSOE porque está pensando en un futuro tripartito con Junqueras y CDC. Sánchez es el único líder que no ha comparecido aún en esta crisis. Por algo será.
–¿En esa reforma de la Constitución cabría la posibilidad de permitir a Catalunya un referéndum sobre su encaje en España?
–El único referéndum que se puede votar es el que hagamos todos los españoles el día que se reforme la Constitución. Esa votación también se hará en Catalunya y tendrá una lectura política.
–¿Y si en Catalunya ganase el ‘no’?
–Si se reforma la financiación, si aclaramos las competencias, si la economía va mejor y si se pasa página de la corrupción, la mayoría de los catalanes estaríamos a favor.
–Además de las operaciones judiciales, estos últimos días estamos viendo cómo se suspenden actos políticos porque se iba a defender el derecho a decidir. ¿Lo ve normal?
–Hay que acatar las decisiones judiciales, pero esos actos no deberían ser el principal problema. Lo grave es la malversación, la desobediencia o la sedición. Todavía no he oído a nadie alegar qué derechos se han violado porque la policía siga las órdenes de un juez. Los derechos que sí se han violado son los de la oposición en el Parlament, los de los alcaldes y concejales amenazados o los de las familias de políticos acosados. Es la Generalitat la que está arrollando el ordenamiento jurídico.
–¿Habría que actuar contra Ada Colau por ceder locales municipales?
–Me parece muy grave porque responde a un pacto entre el ayuntamiento y la Generalitat. El problema de saltarse la ley una vez es que mucha gente puede decidir saltársela cuando le convenga, por ejemplo, no pagando el IBI a Colau.
–¿Los Mossos están cumpliendo con su obligación?
–Distinguiría entre mossos y dirección de los Mossos. Hay sospechas de que la cúpula de los Mossos puede estar mirando hacia otro lado. Si es así, hay que corregirlo porque está en juego la seguridad y la paz social.
–¿Cómo hay que corregirlo?
–Hay que dar un toque de atención a la dirección de los Mossos. Confío plenamente en los agentes que están a pie de calle, pero no en la parte política del cuerpo. Que los agentes se olviden de lo que les digan el ‘conseller’ Forn y Puigdemont.