La palabra político significa en su origen ciudadano, equivalente a persona inteligente y libre. Para los griegos y los romanos, eran ciudadanos los que tenían derecho a votar y a ser votados. En la época medieval y en la monarquía absoluta, la ciudadanía estaba basada en el linaje o la propiedad. Después de la Revolución francesa se recuperaron los derechos del hombre y del ciudadano. Esa palabra tan bella fue adoptada en la última democracia española por un partido político que nació en Cataluña para luchar por la ciudadanía de todos sus habitantes.
Albert Rivera, un catalán de la Barceloneta, fue elegido máximo protagonista del cásting de un partido constitucional y liberal, que aspira a ser heredero de una posible metamorfosis del PP. El líder de Ciudadanos es un político limpio, no porque jugara al waterpolo, sino porque, al no gozar de poder, no se ha manchado las manos. El joven político puede ser con el tiempo armado caballero de las dos derechas, después de heredar lo bueno que hizo el PP. Como se dice en el Julio César de Shakespeare, «el mal que hacen los hombres les sobrevive y el bien queda frecuentemente enterrado con sus huesos».
Ha sido subir en las encuestas y se ha puesto en marcha el arrasamiento de Albert Rivera. Le han llamado miserable, gorrino y hasta lerrouxista, que significa populachero, republicano, demagogo y anticlerical. Esos improperios no le cuadran. El dirigente de Ciudadanos no se parece nada a «los jóvenes bárbaros», que pretendían alzar el velo de las novicias. «Ciudadanos es un partido compresa, absorbe y no mancha», me explica un dirigente de Podemos. Y añade: «La operación del Banco Sabadell para frenar a Podemos va transformándose en una OPA con las bendiciones de Aznar y González a modo de pasarela para, una vez agotado el PP por la corrupción, hacer la transfusión de sus votantes y convertir a Cs en una UCD 2.0».
Es verdad que Albert gusta mucho a Aznar y a Felipe González, con el que suele verse, a pesar de que las encuestas indican que Cs se acerca al PSOE. «Eso se dice siempre -contesta Moncloa- y luego pasa lo que pasa, que acaba siendo un bluf». Pero lo cierto es que Ciudadanos sube como una riada, aunque no llueva. «Albert Rivera ha aprovechado el acontecimiento catalán para adelantar por la derecha aMariano Rajoy, envuelto en la bandera española», ha escrito Enric Juliana, el escribiente florentino.
Y Pablo Iglesias, como el profeta Daniel, ha avisado en el Congreso de los Diputados a Mariano Rajoy de que sus días están contados: «No se fíe usted de Rivera: es el operador político de Aznar. Y Aznar a usted no le quiere mucho».
FUENTE: ELMUNDO