«JUSTICIA Y ODIO»

Solo la Justicia puede delimitar, con precisión, las culpas del escándalo de los ERES, tan silenciado que hiere, cuando ANDALUCÍA era y sigue siendo uno de los cortijos más grandes, no solo del país español, también de Europa, de tal tamaño de tristeza, que ha sonrojado a la izquierda histórica, en plena decadencia de una socialdemocracia sin nombre y apellidos, pero que urge resucitar antes que el populismo fantasmal, sombra del nihilismo oculto, salte a nuestra yugular, mano a mano con los antisistemas ácratas, armados y acompañado del separatismo rompedor, quebrantahuesos del resto de la España que nos queda de herencia hambrienta, sin embargo de pie. Ya nos parecemos al submarino asfixiado por falta de ese oxígeno limpio que llene los  pulmones de esta vieja nación empeñada en no levantar cabeza, sin abrir los ojos y mantenerse vigilante y en pie, oteando el horizonte con los viejos periscopios de la sensibilizada experiencia ofidia. Hasta oye a veces la carga de nuestros enemigos de siempre, que somos nosotros mismos, y algunos más, tan atrevidos.
                             
Ahora más que un mar de corrupciones al uso en los territorios de aquí al lado y de ultramar, lo que hay en el fondo de los ERE es una patología del clientelismo crónico y familiar, el maloliente nepotismo de los partidos sin ideologías, ni valores, simplemente son fuentes de negocios redondos mezclados con el veneno de la codicia histórica y sus incapacidades para promocionar y fortalecer el diálogo embellecido por la verdad que conduce a la igualdad y a la solidaridad, sin amenazas del odio, el arma que divide y hace crecer el dolor y hasta mata el Derecho para ahuyentar el bienestar. El odio, sin fecha de caducidad, el ritmo más violento del rencor, la venganza y la ira incontenible. El odio, la cólera de los débiles, que hemos perpetuado en España y en los territorios conquistados. Se refleja, repugnante en la vida y en la existencia política. Su gran escenario. Han convertido el odio en arte cruel, refinado y aplaudido por una multitud. Antes eran retratos joyescos. Estamos en pleno apogeo de una Democracia, la nuestra, imposible. Los rostros de Griñán y Cháves lo explica todo. Los vengadores, que han aterrizado, se apuntan hasta a un bombardeo y quedan admirados, observando que somos tan españoles como los catalanes. Luego, luego llegarán los salvadores de la Murcia irredenta. Y las calles murcianas parecerán riadas humanas, pero sin una gota de agua. Es nuestro destino. Morir matando. Y siempre huyendo, hasta los imputados, confraternizando con los medios belgas flamencos, aquellos que se enfrentaron a los reyes de una nación en donde nunca se ponía el sol. De secano. Le llaman Destino porque vamos a peor. Torraos y sin el líquido elemento. Es un solemne fraude aquello del «AGUA PARA TODOS». 

EL GALLO