Lo dicen fuentes bien informadas y registros públicos en Estados Unidos: el Gobierno de España no practica lobby en EEUU. Sin embargo, la Generalitat mira al futuro, gana a España por goleada y no ha perdido el tiempo: desde que Artur Mas preparaba el 9-N en 2014 hasta ya los días previos al 1-O, Cataluña gastó casi 1,5 millones de dólares en buscar apoyos entre congresistas, senadores y políticos diversos de Estados Unidos.

Así se desprende de los gastos semestrales de la Delegación del Govern en Nueva York y Washington, que obligatoriamente son entregados al Departamento de Justicia de EEUU. La aplicación del artículo 155 de la Constitución, no obstante, podría convertir esta embajada de la Generalitat en una de sus primeras víctimas.

Pero hay un aspecto que llama más la atención de la mayoría de las reuniones mantenidas por los representantes catalanes desde 2014: apenas hay encuentros con delegados de oficinas comerciales. Casi todas las reuniones (hubo casi 170) tienen un marcado perfil político, pues son con miembros de comisiones de inmigración, derechos humanos… orientadas al soberanismo.

En los primeros dos años los encuentros se mantenían sobre todo con asesores de congresistas, un camino que allanaba el paso hacia los políticos más influyentes del país. Ya este año, han aumentado exponencialmente las reuniones de más alto nivel en busca de apoyos al procés.

Otro hecho que aleja mucho a esta delegación de ser una misión con fines comerciales o, al menos, no relacionada con la causa independentista, es la relación de «material informativo» que ha enviado al registro estadounidense.

Por un lado, el artículo que el mes pasado publicó Puigdemont en el Washington Post, titulado «Lo siento, España. Cataluña va a votar sobre su independencia te guste o no». Por otro, notas de prensa en inglés como la «opinión de un grupo de respetados académicos» sobre la legitimidad de la autodeterminación, el pasado mayo, donde anunciaban que «la campaña para el referéndum pronto estará en su pleno apogeo». O la declaración del president del pasado 20 de septiembre, día que la Guardia Civil realizó las detenciones de los organizadores del referéndum, que calificó de «una agresión coordinada de las fuerzas policiales del Ministerio del Interior del Gobierno español con el objetivo de prevenir que todos los catalanes puedan expresarse el 1 de octubre en paz y libertad». Lo último que han remitido fue una traducción del ambiguo discurso del 10 de octubre, en el que no se sabe si Puigdemont declaró la independencia o no.

Una de las reuniones de este mismo año fue con un asesor del congresista californiano demócrata Brad Sherman, miembro del Comité de Asuntos Exteriores, que en julio presentó una moción de impeachment contra Donald Trump por «obstaculizar la investigación» sobre la intromisión de Rusia en la campaña presidencial. Este mismo año también han buscado el apoyo del congresista republicano Jim Sensenbrenner a través de un asesor suyo. Sensenbrenner, miembro también de este comité de Asuntos Exteriores, propuso pagar el muro que separaría México de EEUU con el dinero requisado a los cárteles mexicanos.

El principal objetivo de la delegación ha sido buscar apoyos en Estados Unidos a la independencia, y por eso se desarrolla gran cantidad de reuniones con cargos vinculados a la política exterior. Los más importantes de la lista son, entre otros, un asesor del senador Bob Corker, que es el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado; o un asesor del senador Robert Menéndez, su antecesor en ese cargo.

Relacionados con la política exterior y abordados por el lobby catalán han estado también el congresista republicano Tom Marino, que consiguió que se despidiera al director de la DEA en 2015; el republicano de Texas Randy Weber o Philip Bednarczyk, este último no congresista, pero director del Subcomité de Europa y Eurasia del Congreso de EEUU. En ese mismo subcomité está el republicano por Michigan David Trott, con cuyo asesor se celebró otra reunión.

En otro subcomité especializado en Europa está un asesor del senador republicano por Wisconsin Ron Johnson, con el que se reunieron en 2016. Y ese año también se reunieron con el asesor de otro congresista, Paul Cook, miembro del grupo del Congreso sobre Taiwán, precisamente uno de los lugares donde se mira con más interés al procés.

En este tiempo también se han reunido con Scott Cullinane, miembro de la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso y especializado en Europa. Scott Cullinane, a su vez, es interesante porque forma parte de la oficina del congresista republicano de California Dana Rohrabacher.

Con Cullinane se reunieron en febrero, y con su jefe congresista en marzo de este año, encuentro al que acudió el propio president Puigdemont. Unos días después de esa reunión, Rohrabacher se retrataba en Barcelona con Puigdemont y, unos meses más tarde, el congresista estuvo en Londres con Julian Assange, adalid de la causa independentista desde entonces. Rohrabacher está considerado uno de los mayores defensores de Vladimir Putin en EEUU.

Tras ver a Rohrabacher, Puigdemont también estuvo con los congresistas Elliot Engel, demócrata de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, y Francis Rooney, representante de Florida, que fue embajador de George W. Bush en el Vaticano.

La embajada no ha dejado de lado al lobby cubano. Congresistas por Florida también son Mario Díaz-BalartIleana Ros-Lehtinen y Carlos Curbelo, con los que se reunió Puigdemont en marzo. Los tres tienen mucho peso en la comunidad hispana y son conocidos líderes anticastristas, además de formar parte del grupo de Amigos de España en el Congreso. El president aseguró tras esas reuniones que había logrado el apoyo de estos congresistas a la causa catalana, aunque ellos tampoco lo explicitaron así ante la prensa.

En la multitud de reuniones celebradas desde 2014, también destaca en 2015 la que mantuvieron con Walker Zorensky, entonces asesor de la senadora por California Barbara Boxer, ya jubilada. Esta senadora ha sido una de las más liberales de la historia de EEUU, así como una de las más respetadas e influyentes, pues estuvo desde 1992 en el Senado.

 

 

 

FUENTE: ELMUNDO