No hagan números. En los tebeos y en los dibujos se encuentra toda la filosofía del mundo, así como las explicaciones pertinentes acerca de lo que nos pasa. Vean ustedes a esa izquierda que ni siquiera sabe llenar los papeles y llegar a tiempo para inscribirse en la mega-ultra-chupi-guay coalición andaluza o que se pone de todos los colores cuando le ocupan la sede de la UGT y ordenan desalojarla en cero coma. ¿No le recuerdan a ese maquiavélico Willy E. Coyote -Comunistus Contumacis- que, tirando del catálogo inacabable de la marca ACME, perseguía al escurridizo y burlón Correcaminos -Patriam Rapidisímum- sin conseguir más que pegársela una y otra vez? Del mismo modo, ¿no les parece que España es el rapidísimo e inteligente pájaro que sabe huir de un modo u otro de las artimañas más sofisticadas que emplea su pérfido enemigo, que solo busca comerse sus carnes morenas?

No es broma. La caída de Pablo Iglesias es igualita a cuando el Coyote caía por un precipicio hasta al fondo, percibiéndose un sonoro ¡Paf! y una nubecilla de humo al estamparse contra el duro suelo de la realidad. Eso, para no hablar del complejísimo artefacto, marca ACME, insistimos, que intentan organizar entre Yolanda Díaz -Chulísimum Modelitus-, Ione Belarra -Sillonem Agarradem- o Ada Colau -Simplisimus Bochornem-, por poner algunos ejemplos de especies que quieren poblar «el espacio». Pero el Correcaminos, España, a pesar de tener que emplear todo su tiempo en escapar de las garras de estos carnívoros patrios, les saca la lengua, se burla y continúa, a pesar de todo, su carrera. Es cierto que sin tanto percance podría ir más rápido, es cierto que viviría sin tantos sobresaltos, es cierto que llegaría mucho más lejos, pero qué le vamos a hacer, el desierto por el que transita es largo, poblado de peligros y lo único que le queda es sobrevivir a tanto depredador que se oculta bajo la imagen de Coyote.

Claro está que el Coyote tiene también sus admiradores. Son esos tontos con balcones que te dicen poniendo carita de Baby mocosete «Ay, es que me da pena, pobrecito, que lo soja al menos una vez», sin darse cuenta de que con una sola ocasión, se acaba el Correcaminos. Son quienes a la hora de votar han elegido las papeletas del Coyote, pensando que estaría bien que los de las trampas pudiesen tener la ocasión de pegarle un buen bocao en la rabadilla a la España Correcaminos, la España a la que le faltan horas para llegar a final de mes, la que intenta escapar de tanto gravamen injusto, de tanta burocracia de secarral, la de tantos organismos públicos tan útiles como un secarral en el Sáhara, la de las ocurrencias woke, la que tolera okupas y delincuencia en función de si comes jamón o no.

Ah, pero ahí tienen ustedes a las encuestas. El pobre Coyote podrá emplear todos los petardos, muelles, patines y artilugios ACME que quiera, pero tenemos la íntima convicción de que la España Correcaminos acabará, de nuevo, escapando de tan funesto destino como le espera si cayera en manos del Coyote. Y otro día ya les explicaré quien es en las andaluzas La Hormiga Atómica, Baloo y Scooby Doo.

¡Bip, Bip!

 

 

MIQUEL GIMÉNEZ