El hundimiento de Ciudadanos en las elecciones generales de noviembre del 2019 arrastró a Albert Rivera, el que fue su presidente durante 13 años, fuera de la política dejando a Inés Arrimadas el timón para enderezar el rumbo de una nave sembrada de minas. Pero no es fácil guiar un barco tocado en medio de las marejadas políticas que han ido estallando por todo el país. La derrota de este martes en Madrid puede desencadenar ya la tormenta perfecta que acabe haciendo saltar por los aires al buque naranja.
Y aunque durante las últimas semanas hayan usado la esperanza de mantener la representación en la Asamblea como balsa a la que agarrarse, puede que en el fondo sospecharan que se avecinaba ese último huracán que les daría la estocada definitiva tras los tsunamis de Murcia y Madrid. No es fácil detener sangrías como las provocadas tras el intento frustrado de moción de censura contra el PP en la Región de Murcia o la convocatoria de elecciones anticipadas por parte de Isabel Díaz Ayuso, que los dejó fuera del Gobierno de la Comunidad madrileña.
Las bajas, atribuidas por los prófugos a las aproximaciones a Sánchez y desde el partido a una campaña del PP por captar cargos de Cs, fueron ingentes. Hasta doce cargos públicos dejaron la formación naranja tras esos tsunamis políticos. Desde Isabel Franco, Valle Miguélez y Francisco Álvarez a Toni Cantó, Marta Marbán, Sergio Brabezo, Emilio Argüeso, Ruth Goñi, Marta Martín, Juan Rubio, Pablo Cambronero y Fran Hervías. La marcha de este último, quien fue secretario de organización con Rivera, al PP es quizá la que más ha desestabilizado a Arrimadas.
La buena campaña realizada por el candidato Edmundo Bal —marcada por un carácter entusiasta tenido de moderación y con más público que en la campaña catalana del pasado mes de febrero— no ha sido suficiente para hacer un torniquete en la hemorragia. Este segundo gran varapalo para Inés Arrimadas tras la derrota catalana no hace más que invitarla a la reflexión sobre las consecuencias de su estrategia de jugar a ponerse al lado de Sánchez para dejar de ser la muleta del PP. Porque aunque no se ha cansado de repetir que no abandonará el barco, la factura es demasiado elevada tanto en representación como en financiación.
Por eso ahora a ella, que quizás haya pecado de ingenua en Murcia y Madrid, le queda seguir los pasos de Rivera o continuar soñando en ser la cuerda que equilibre los extremos.
LOS OBJETIVOS
MANTENER LA REPRESENTACIÓN. Conscientes de que no sería fácil de lograr, su objetivo es mantenerse en la Asamblea. En los comicios del 2019 fue la tercera fuerza más votada con 26 escaños, pero ahora los sondeos más benévolos le daban entre 7 y 8 diputados: Los peores decían que no llegaría al 5 % de los votos.
REEDITAR LA COALICIÓN. Desafiando a las encuestas han dejado clara en las últimas semanas su intención de aspirar a reeditar el Gobierno de coalición con Díaz Ayuso. Lo que han descartado es un acuerdo con PSOE y Más Madrid.
EL FUTURO
LA INTEGRACIÓN EN EL PP. Es una opción factible. El futuro de Ciudadanos puede pasar por su integración en el PP tras haber perdido la oportunidad, por la negativa de Rivera, de consolidarse como partido de centro llegando a un acuerdo con el PSOE en las elecciones generales.
¿QUÉ TIENE QUE HACER ARRIMADAS?.La pérdida de representación en Cataluña, primero, y ahora en Madrid, invitan a la líder de la formación naranja a replantearse su continuidad. Aunque más de una vez ha dicho que continuará llevando el timón de un barco que se hunde.
FUENTE: LAVOZDEGALICIA