En los próximos días la Comisión Europea aprobará un plan que tendrá que presentar a los líderes, seguramente el próximo 6 de mayo, y que será la base del trabajo durante las próximas semanas
Durante las últimas semanas, norte y sur de la Unión Europea se han enfrentado en un pulso respecto a la respuesta europea a la crisis económica generada por el coronavirus. Madrid, París y Roma lograron que el Eurogrupo aceptara la creación de un Fondo de Reconstrucción, y aunque todos los flecos están aún sueltos, los líderes han encargado a la Comisión Europea que empiece con el diseño de una propuesta. Y es aquí donde empiezan los problemas.
España propuso, en un documento muy aplaudido en Bruselas, la creación del Fondo con un tamaño de entre un billón o 1,5 billones de euros, financiado con bonos perpetuos respaldados por el presupuesto europeo. Esos fondos se repartirían en forma de transferencias o subvenciones, pero no en forma de crédito, ya que esa solución no aportaría remedios al gran problema de los altos niveles de deuda pública en los países más golpeados.
Los planes de la Comisión Europea para ese fondo que han sido filtrados a la prensa muestran un diseño que sigue la larga tradición de multiplicar, como un milagro, los peces y los panes. Pretenden que el Fondo se financie con 300.000 millones provenientes de los presupuestos europeos, y 320.000 millones captados en los mercados. De esos 620.000 millones de euros, de manera poco explicable, Bruselas considera que el Fondo alcanzará los 2,2 billones de euros.
Cuando la Comisión Europea utiliza el verbo «movilizará» saltan todas las alarmas en la capital comunitaria. Significa, normalmente, que el Ejecutivo comunitario pondrá un pequeño monto al que se le aplicarán cálculos y «multiplicadores», muchas veces opacos y poco explicados, que harán que la cifra final que llegue a la economía real sea supuestamente mucho mayor. No es nuevo, y Bruselas ha hecho uso de ellos en distintos momentos, siendo el proyecto más destacado el Plan Juncker.
El milagro de los panes y los peces: Bruselas y los «números mágicos» del covid
En los próximos días la Comisión Europea aprobará un plan que tendrá que presentar a los líderes, seguramente el próximo 6 de mayo, y que será la base del trabajo durante las próximas semanas
Durante las últimas semanas, norte y sur de la Unión Europea se han enfrentado en un pulso respecto a la respuesta europea a la crisis económica generada por el coronavirus. Madrid, París y Roma lograron que el Eurogrupo aceptara la creación de un Fondo de Reconstrucción, y aunque todos los flecos están aún sueltos, los líderes han encargado a la Comisión Europea que empiece con el diseño de una propuesta. Y es aquí donde empiezan los problemas.
España propuso, en un documento muy aplaudido en Bruselas, la creación del Fondo con un tamaño de entre un billón o 1,5 billones de euros, financiado con bonos perpetuos respaldados por el presupuesto europeo. Esos fondos se repartirían en forma de transferencias o subvenciones, pero no en forma de crédito, ya que esa solución no aportaría remedios al gran problema de los altos niveles de deuda pública en los países más golpeados.

Los planes de la Comisión Europea para ese fondo que han sido filtrados a la prensa muestran un diseño que sigue la larga tradición de multiplicar, como un milagro, los peces y los panes. Pretenden que el Fondo se financie con 300.000 millones provenientes de los presupuestos europeos, y 320.000 millones captados en los mercados. De esos 620.000 millones de euros, de manera poco explicable, Bruselas considera que el Fondo alcanzará los 2,2 billones de euros.
Cuando la Comisión Europea utiliza el verbo «movilizará» saltan todas las alarmas en la capital comunitaria. Significa, normalmente, que el Ejecutivo comunitario pondrá un pequeño monto al que se le aplicarán cálculos y «multiplicadores», muchas veces opacos y poco explicados, que harán que la cifra final que llegue a la economía real sea supuestamente mucho mayor. No es nuevo, y Bruselas ha hecho uso de ellos en distintos momentos, siendo el proyecto más destacado el Plan Juncker.

Fondo de reconstrucción: ¿cuánto cuesta salvar Europa?
En su plan para la transición ecológica, la Comisión Europea también propuso un Mecanismo para la Transición Justa que movilizaría 100.000 millones de euros, pero a la hora de la verdad Bruselas solo pudo justificar 7.500 millones de euros del llamado «dinero nuevo», que serían la base sobre la que se irían aplicando los multiplicadores y añadiendo contribuciones de los Estados miembros y fondos provenientes de otros programas europeos en una operación poco transparente.
Por eso, cuando el plan para la reconstrucción del covid-19 comenzó a circular la semana pasada empezó a extenderse una preocupación expresada esta semana en la comisión de Asuntos Económicos y Financieros a Valdis Dombrovskis, vicepresidente de la Comisión Europea, que explicó que no hay ningún plan aprobado. «No sé si es una buena noticia o no, dependerá de cuál es la propuesta final», explica Jonás Fernández, eurodiputado socialista que preguntó al vicepresidente por ese documento.
Hay dos tipos de multiplicadores. Uno, transparente y que la mayoría comprende, es la cofinanciación por parte de los Estados miembros: un proyecto recibe fondos europeos a cambio de que la capital también invierta en él para «multiplicar» el dinero real que hay al final. El otro tipo de multiplicador, el aplicado a crédito, es el más opaco, y busca llevar a los inversores privados vía Banco Europeo de Inversiones (BEI) a operaciones más arriesgadas por las que normalmente no querrían apostar.
Pero Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), cree que el PIB de la Eurozona puede caer un 12%. ¿se puede confiar en que se podrá movilizar la inversión privada en ese contexto? ¿Puede la Comisión Europea tener como escenario base que se podrán aplicar los mismos multiplicadores que se usaron para el Plan Juncker? Para Jonás Fernández, eurodiputado socialista, eso es «muy bienintencionado». «En la situación en la que nos vamos a encontrar va a ser difícil que veamos a inversores privados dispuestos a asumir riesgos», explica.
El eurodiputado señala que el Plan Juncker comenzó a dar crédito bastantes años después del momento álgido de la recesión. «En el 2008 o el 2009 no habría apalancado nada porque nadie estaba dispuesto a invertir un euro ante las incertidumbres», asegura Fernández, explicando que no puede haber un paralelismo entre el contexto económico del anterior plan de la Comisión Europea y el que ahora debe constituirse.
EL CONFIDENCIAL