El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció anoche dos semanas más de reclusión, hasta el 10 de mayo, pero una desescalada del confinamiento en el caso de los niños, plan que a falta de más detalles permitirá a los infantes e infantas hollar la calle a partir del 27 de abril.

Ayer fue el día de los niños. El ministro de Ciencia, Pedro Duque, y el director de las emergencias sanitarias, Fernando Simón, fueron los protagonistas de un programa de TVE para explicar a las criaturas todo cuanto se sabe sobre el coronavirus adaptado al lenguaje infantil.

El gran qué de la cosa fue que Duque, reputado ingeniero aeronáutico y astronauta, tranquilizó a los niños en relación a las actividades del ratoncito Pérez. División de opiniones. Una parte de la audiencia se cisca en el Gobierno por frívolo y la otra agradece el perfil humano. Duque y Simón son los nuevos teleñecos, Epi y Blas en carne y hueso. Una pena que en vez de Duque no saliera Iglesias a hacer ese papel o papelón en el coronavirus versión kids.

La prensa recoge el anuncio de Sánchez en su ya tradicional homilía de los sábados, esa que la oposición tacha de «Aló presidente». Según El MundoEspaña es el último país europeo en detallar el desconfinamiento. También es el más golpeado, junto a Italia.

Sin embargo, eso no parece hacer mella en las expectativas de voto del PSOE, según una encuesta de Sigma Dos para el mismo diario de Unedisa cuyos porcentajes son los siguientes: PSOE 31,7% (+3,7); PP, 25,4 (+4,6); Vox, 11,9% (-3,2); UP, 11,5% (-1.3); Cs, 5,4% -1,4); ERC, 3,6% (igual); JxCat, 1,9% (-0,3).

Estaría volviendo el bipartidismo, como en los felices años noventa, según el análisis de Marisol Cruz: «La crisis de la Covid-19, la que ya padece el país y la que está por venir, ha cambiado los usos sociales de los ciudadanos y también sus planteamientos políticos. El abanico del voto empieza a cerrarse y muestra una incipiente tendencia a la concentración en las dos principales fuerzas, el PSOE y el PP.

Ambas subirían con fuerza -más la segunda que la primera- si hoy se celebraran elecciones generales. Juntas, aglutinarían el 57% de los votos, un registro que se perdió tras los comicios de 2016, el último en el que populares y socialistas acumularon más de la mitad de los sufragios».

El País echa un capote al Gobierno y recuerda a sus lectores que la renta mínima está en la rampa de salida. Los efectos económicos de la emergencia sanitaria comienzan a ser visibles.

Hay colas en los centros de reparto de alimentos. Cientos de miles de personas se han quedado sin ingresos de un día para otro, colgados de la brocha, sin liquidez ni crédito. Escriben Xavier Vidal-Folch y Manuel V. Gómez en El País: «Los trabajos técnicos para configurar la nueva renta mínima vital se aceleran. El Gobierno planea un ingreso familiar que beneficiará a los hogares (un millón) más que a los individuos que los componen (tres millones), según el tipo de familia, el número de hijos y su índice de pobreza.

Estos componentes dibujarán un abanico tipológico de 12 casos básicos de hogar. El coste total se estima en cerca de 5.500 millones de euros anuales, una cifra que equivale a algo más de la mitad del coste de las pensiones en un solo mes y que se irá rebajando a lo largo del tiempo, a medida que la renta mínima vaya absorbiendo otras ayudas sociales».

Sigue el texto: «El diseño de la renta corre a cargo del Ministerio de Inclusión y Seguridad Social, que encabeza José Luis Escrivá, y el Ministerio de Hacienda, con María Jesús Montero, en contacto con otros como el de Trabajo, de Yolanda Díaz, y la vicepresidencia de Derechos Sociales, de Pablo Iglesias.

El Ejecutivo prevé que vea la luz en mayo. La renta vital será un instrumento permanente —y no temporal—, como fijó el pacto de Gobierno del 30 de diciembre. Este preveía (punto 2.4.2) un ‘mecanismo general de garantía de renta para familias sin ingresos o con ingresos bajos'».

En La Razón entrevistan al jefe de la oposición, Pablo Casado, que insiste en su tesis de que los políticos salvan vidas, tal como dijera hace una semanas en El Mundo. En el diario de Planeta afirma que acude al pacto con Sánchez al objeto de salvar vidas, no de arruinar España. Es una idea punto mesiánica, pero los políticos se creen omnipotentes. La entrevista es de Carmen Morodo y ahí van las preguntas y respuestas relacionadas con la cita de mañana entre Sánchez y Casado:

–Estamos ante una situación de catástrofe sanitaria y económica ¿Cree que los españoles pueden entender que se sigan manteniendo estos pulsos entre partidos?

–El pulso preocupante es el que hay entre el PSOE y Podemos en el Gobierno, e incluso entre ministros socialistas. Sánchez pide unidad a la oposición, pero tiene un Ejecutivo dividido. Pide lealtad al Partido Popular, pero arremete contra nuestros alcaldes y presidentes autonómicos.

–Le preguntaba por la relación de su partido con el PSOE y qué prioridad tienen hoy los acuerdos de Estado que siempre han defendido ustedes.

–Pero, ¿cómo es posible que el ministro de Seguridad Social se entere por la Prensa de que ese día tiene que dar una rueda de prensa sobre la renta mínima? Es imposible intentar coordinar grandes pactos de estado si Sánchez es incapaz de coordinar a 23 ministros, que, por cierto, podían reducirse para ahorrar costes en esta crisis.

Lo importante es que se garantice de una vez el material de protección de calidad, y no el defectuoso que se ha mandado esta semana poniendo en riesgo a miles de profesionales. Y que se hagan test que funcionen, no los de las «gangas» que decía la ministra. Y que se cuenten bien a las víctimas, que no es mucho pedir en un país que respeta a sus ciudadanos.

–Pero a pesar de todo eso, o precisamente por todo eso, muchas voces de la sociedad, no vinculadas a ninguna sigla de partido, reclaman esa acción conjunta para salir de esta crisis.
–Nosotros hemos apoyado el estado de alarma, que es la medida más dura de nuestra historia democrática, mientras sus socios de investidura les abandonaban en la votación. Le concedimos a Pedro Sánchez el mayor poder que ha tenido nunca un presidente del Gobierno para poner freno a los contagios y a las muertes.

Pero somos el país con más muertos por cada millón de habitantes y el país con más sanitarios contagiados, mientras los materiales de protección y los test siguen sin llegar. Incluso hemos apoyado decretos económicos de los que nos enterábamos por la Prensa. Desde el principio hemos dicho que tendría nuestro apoyo para salvar vidas, pero no para arruinar España ni para ocultar sus errores.

En Cataluña, los ayuntamientos hacen el trabajo sucio de la Generalitat, afirma Crónica Global en lo alto de la página. La Generalitat presume mucho pero hace poco, salvo en el terreno de la agitación y la propaganda. La pieza de apertura es de María Jesús Cañizares, que escribe: «Las competencias son de la Conserjería de la Generalitat, pero son los ayuntamientos los que acuden al rescate de los alumnos más desfavorecidos durante esta crisis del coronavirus. Numerosos consistorios han atendido la petición del departamento para que colaboren en el reparto de ordenadores y conexión a internet a los niños y jóvenes que han vuelto a clase de forma virtual».

Continúa el texto: «Previamente, los alcaldes ya habían asumido el reparto de 160.000 tarjets monedero a los beneficiarios de becas comedor, colapsando unos servicios sociales que han estado entregados a atender a las personas mayores y en riesgo de exclusión desde el inicio de la pandemia. Más duradera en el tiempo es el coste de las guarderías que, durante años, han asumido los municipios desde que Artur Masdecidió reducir a cero las ayudas a las escoles bressol. El Covid-19, tal como denuncia el sector, amenaza con el cierre de una buena parte de estos centros».

Se tiene por descontado que los referentes científicos de los críticos con el Gobierno son Iker Jiménez y Bertín Osborne, pero hay gente muy reputada que puede decir con propiedad que ellos sí que vieron venir la pandemia. Es el caso del cirujano Pedro Cavadas, según la nota de Marta Espartero en El Español: «‘Por simple evolución biológica el ser humano tiene que sufrir en las próximas décadas una pandemia que diezme la población. Ha ocurrido en todas las especies desde hace cientos de millones de años y el ser humano no va a ser distinto. Eso va a suceder’.

El doctor Pedro Cavadas, el llamado ‘médico milagro’ por sus operaciones microquirúrgicas que son poco menos que hazañas -trasplantes que han salvado piernas, manos, pies, dedos, caras y hasta mandíbulas y lenguas-, no tenía dudas cuando, en una de sus escasas apariciones televisivas, se le preguntó por el coronavirus».

Continúa la pieza: «Quiso alertar a todo aquel que le escuchara. ‘Es un virus que se contagia fácilmente, que es muy invasivo. Cuando en China, que no es el país más transparente del mundo, aparentan transparencia desde el minuto 1 me da que pensar. Me preocupa’, adujo el reputado cirujano. Era 30 de enero.

Faltaban 45 días para que el Gobierno de España, presidido por Pedro Sánchez y tras el consejo de su equipo de especialistas, liderado por el epidemiólogo Fernando Simón, decretara el estado de alarma. (…) ‘No parece un truco para vender mascarillas’, dijo Cavadas».

 

Crónica Global