La política en Mazarrón con sus divergentes idearios, se ha convertido en un dogma interpretable de forma diferente en cada rincón del municipio. La alternativa ideada para dar un giro político de calidad y tranquilidad a cargo de los partidos de índole nacional, cobra fuerza paso a paso. Y el nuevo Alcalde Miras, parece entender mejor que el Vicealcalde Campillo, que en política “lo que no son cuentas son cuentos”, probablemente porque el bagaje de ambos en su vida cotidiana haya sido muy diferente. Competir por ser mejores en armonía sin distinguir entre partidos sea cual sea su color, ideario, historia o calado electoral es algo de lo más normal, y sería un gran acierto su proyección, aunque choque con el repetitivo modelo de trueques interesados sin ton ni son de grupos independientes abocados a la piratería, cuyo principal objetivo es el gansterismo vengativo en su beneficio sin reparar en el daño y la desconfianza que ocasionan a la ciudadanía.                                                                                                                                                        

El debate político tiene utilidad y sentido cuando cumple tres condiciones. Que se le reconozca al adversario -de cuya opinión se discrepa- la buena intención y la lealtad democrática. Que se aborden problemas o proyectos para los que hay más de una solución racional, aunque cada una de dichas soluciones tenga prioridades, costes y efectos distintos. Y que el ciudadano no sea condicionado a hacer un juicio de valor sobre buenos y malos, o sobre puras intenciones, sino sobre la virtualidad y los efectos de las medidas que se le proponen. Si no se cumplen estas condiciones, si cada uno se cree en posesión de toda la verdad, y si cualquier discrepancia se resuelve en términos de buenos y malos, o rojos y azules, es evidente que no estamos ante un debate político sano, sino ante otro nuevo “Spaghetti Western”(y por aquí van ya unos cuantos), en el que el reparto inicial de los papeles designados por los “gurús fácticos” determina todo el desarrollo del film.                                                                                                                                          

Si nos paramos a observar en qué estamos gastando el tiempo y el dinero durante la actual legislatura o en anteriores, enseguida nos daremos cuenta de que el debate político brilla por su ausencia, mientras simulación, postureo y devaneo, aumentan insolentes bajo medios engrasados – «la derecha es mala por naturaleza, y solo piensa en hacer sufrir a la gente»; y «la izquierda es demagógica e ineficiente, y solo sabe derrochar dinero y crear paro dejando el pueblo abocado a la miseria»- invade todos los espacios físicos y mediáticos. A lo único que nos animan es a distinguir honorables de malvados, a los que quieren que Mazarrón sea feliz de los que nos quieren pobres y tristes, y todo para llegar a la absurda conclusión de que siempre está bien lo que hacen los buenos (que son guapos, ganan dinero fácil con rapidez, tienen un gran coche y un buen barco de recreo, un caserón con vistas y de pareja una chica virtuosa), y mal lo que hacen los malos (que son feos, ignorantes que jamás atinan a dar un pelotazo, tienen un coche barato o de segunda mano, y pasan sus tardes de bar en bar, bebiendo y lamentándose de sus amores imposibles).                                                                                                  

Cuando Miras asumió el liderato del PSOE sin los resquicios de su vieja guardia, sabía que se iba a encontrar con un arduo camino por delante, sin llegar a imaginar que su mentor lo complicaría enormemente a las primeras de cambio. Aunque confiaba ciegamente en él, tampoco era ajeno a sus intenciones y que tarde o temprano asomaría la patita, intentaría afianzar sus intereses y se desquitaría de aquellos que conocen su pasado irregular. Muy complicado lo tiene el Alcalde para gobernar y orientar sabiamente su gestión, pero nadie como él sabía que la recomposición del partido y un pacto para el cambio con quienes no quieren cambiar nada, se presentaba como un reto mayúsculo, posiblemente el mayor al que se haya enfrentado, que iba a requerir de grandes sacrificios, un ingente trabajo ingratamente valorado y de muchísima paciencia. Sin embargo, las adversidades que se le vienen presentando, agudizadas ahora por los resultados en las generales y sus posibles consecuencias, convierten la legislatura en un “más difícil para Miras”.                                          

 

COLECTIVO “EN CLAVE TRANSPARENTE”