Los líderes que pueden gobernar el país, en especial Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Casado (PP), han elaborado unas listas preparadas para conformar un nuevo Congreso a su medida, pensando más en fidelidades personales que políticas. De esta forma controlarán sus grupos parlamentarios. El PSOE y el PP se renovarán más de un 70%, con pocos veteranos y más caras nuevas, ideadas para la disputa mediática y la nueva política, tan pendiente de las redes sociales.

 
La nueva dirección habla de “renovación con unidad” para garantizar la supervivencia. La vieja guardia, recurre a términos tales como “escabechina” y “depuración”. En todo caso, algo que no ocurría en el PP desde el crítico congreso de Valencia de 2008, cuando José María Aznar ni saludó a Mariano Rajoy y Esperanza Aguirre estuvo a punto de montarle una candidatura alternativa. Casado ha pasado en nueve meses de hacer campaña por los barrios para ser aspirante a la alcaldía de la capital a sentenciar la carrera de Soraya Sáenz de Santamaría, sus partidarios, y un buen tropel de exministros: Fátima Báñez, José Luis Ayllón, Cristóbal Montoro, los hermanos Álvaro y Alberto Nadal, José Manuel García Margallo, Jorge Fernández, Cristóbal Montoro, Juan Ignacio Zoido, Fernando Martínez Maíllo.

 
La misma desolación que cunde entre las decenas de parlamentarios excluídos del PP se ha instalado en ciertos sectores del PSOE, y hasta en los partidos independentistas. Los líderes de todas estas formaciones han prescindido de aquellos que no les respaldaron en sus procesos de elección por primarias.
 
Porque la elección de candidatos a diputado o senador por primarias solo es avalada si coincide con la voluntad del líder. Uno de los máximos responsables del PSOE, de confianza total de Sánchez, lo explica así de gráficamente ante los conflictos vividos esta semana con las federaciones de Andalucía y Aragón: “Si no hay acuerdo, la alternativa es que entremos con cirugía o con la sierra eléctrica”.

 
“El afán desmedido de lo nuevo, el filoneismo, fue denunciado por los griegos. Decían que no se trata tanto de los nuevos como de los buenos”, apunta el socialista José María Barreda, el expresidente de Castilla-La Mancha “ilusionado” a sus 66 años por volver a la Universidad a dar clase. En su partida pone en duda las primarias porque entiende que camuflan de democracia interna algo que, al final, se traduce “en que no prima la elección de especialistas y expertos para el bien de la sociedad sino en que los aparatos puedan ejercer el control”.

 
Teófilo de Luis, un histórico diputado popular del Congreso desde 1995 que no repite, se muestra preocupado por la pérdida de conocimiento: “No hay un manual de cómo ser diputado y aquí ocurren muchas cosas que tienen precedentes, como ha pasado ahora en parte con Cataluña sobre lo que sucedió con el plan Ibarretxe o con la crisis económica”. Y añade: “A mí me da más seguridad si veo en mi grupo —como en las empresas privadas— a los mejores, una cabeza jurídica como Arturo García Tizón, o a un economista como Cristóbal Montoro, porque hay que estar preparados para todo, en la oposición o en el Gobierno”.

 
García Tizón, abogado del Estado, 73 años, 17 en las Cortes y partidario de Santamaría en el PP, se marcha defraudado por la vida política actual y por el rumbo hacia la derecha de su partido: “En la Transición, los partidos principales intentábamos confluir hacia el centro. Pero ahora, con la nueva política, se ha provocado una reacción en sentido contrario: el PSOE se ha radicalizado hacia Podemos y el PP, por culpa de la escisión de Vox, hacia la extrema derecha. Son los líderes los que tendrían que embridar esas tendencias”.

Organizaciones juveniles

García Tizón también es crítico sobre cómo se nutren ahora los partidos: “El evidente rejuvenecimiento de la política está produciendo que llegue más gente de las distintas organizaciones juveniles de los partidos que profesionales asentados procedentes de carreras liberales. Y eso conduce a la radicalización”.

Este domingo el Comité Federal del PSOE cerrará su proceso de listas y ahí se apreciará la magnitud de “la purga” final, según expresión de varios de los consultados. Éstos esperan caerse de las candidaturas y piden anonimato para expresar sus posiciones. Pero, con lo que se sabe ya de estas listas, sí se puede asegurar que nadie que apoyara en su momento a Susana Díaz (que logró un 39,9% de los votos en las primarias) tendrá posibilidades de estar en las candidaturas al Congreso o al Parlamento Europeo. La anhelada integración de los perdedores no se ha producido en el PSOE y han quedado fuera reputados parlamentarios como José Enrique Serrano, Antonio Hernando, José Andrés Torres Mora, Juan Carlos Campo, Antonio Gutiérrez Limones, Soraya Rodríguez o Micaela Navarro. Esta última seguramente tendrá puesto en el Senado, una salida muy cotizada. También se ha roto la regla no escrita de “respeto” a quienes han sido vicesecretarios generales del PSOE y secretarios de Organización. Así lo muestra las muchas dificultades que parece encontrar José Blanco o la imposibilidad de Elena Valenciano para volver a Europa. Blanco fue impulsor en la primera candidatura de Sánchez pero en la segunda se pasó a Díaz y ahora había emprendido una fase de acercamiento que no le ha bastado. No hay aún certeza de que César Luena pueda repetir y se va también Cipriá Císcar. Ante esa realidad, los afectados se lo toman con resignación o comprensión disciplinada.

Uno de los diputados con fama de duro en el PP, Rafael Hernando, con nueve legislaturas en el Congreso, ha pedido esta vez “el traslado de expediente” al Parlamento Europeo. Entiende que en la política nacional tocó techo. Cree en la renovación “con buenas formas”. “Con el cambio de liderazgo es normal que haya renovación. Habrá menos escaños, hay veteranos que lo han sido todo pero ¡Qué pintan en las Cortes para ir a votar cuando hay gente pidiendo paso desde hace varias legislaturas!”.

Cristóbal Montoro, de 68 años y presente en las Cortes desde 1993, está también de retirada tras 15 trienios cotizados. Siempre le habían ido a buscar para incluirlo como fuera en las listas. Esta vez no ha sido así. Esperó una llamada hasta el último minuto y manifestó, como su colega Jesús Posada, que le gustaría seguir si se lo pedían, aunque asumía como razonable que no fuera así. La fragmentación y el estilo de la nueva política les ha pasado factura. Les gustaría que sus relevos tuvieran más en cuenta su experiencia y conocimientos pero comprueban que no es así. Posada, 73 años y expresidente de las Cortes en las que ha estado desde 1993, asume que “los tiempos nuevos requieren personal nuevo” pero defiende el legado de su generación: “En los últimos 40 años ha habido un tipo de política que ha funcionado bien. Pero eso ha cambiado, por eso cambian las personas”.
 
 

FUENTE: ELPAIS