ENRIC JULIANA

 

“Menos autonomías y más pensiones”. En muchas farolas del centro de Madrid han pegado un pedazo de papel con este lema. Es un anuncio algo borroso, una triste fotocopia, y en esa sencillez reside su eficacia. Un mensaje de pobre apariencia para gente asustada: el joven precario que empieza a considerar una quimera el cobro de una pensión el día que sea viejo, el empleado que no sabe cuál será su futuro dentro de diez años, la trabajadora de cincuenta años que ve como se eclipsan las buenas prejubilaciones, el trabajador de sesenta que teme un cambio de normas a última hora, y, al final de la fila, el jubilado que no acaba de estar seguro que le paguen la actual pensión durante muchos años. La pensión es la respuesta que el Estado social europeo ha dado a la gran pregunta kantiana: “¿qué puedo esperar?”. A esa respuesta hoy le tiembla la voz.

“Menos autonomías y más pensiones”, dicen los papeles pegados en los semáforos de Madrid. Hay que prestar atención a esos anuncios aparentemente invisibles. Tal y como está el mundo, lo que hoy es un triste pedazo de papel pegado a una farola ma ñana puede ser el centro de una briosa campaña electoral.

Treinta años de generoso Estado del bienestar (1950-1980). Treinta años de desregulación neoliberal (1980-2010). Treinta años de populismo. Este es el diagnóstico sobre Europa efectuado por Gideon Rachman, uno de los más destacados columnistas del Financial Times, en el debate sobre la actual coyuntura internacional organizado por La Vanguardia el pasado miércoles en Madrid, bajo la batuta del diplomático Carles Casajuana.

“Menos autonomías y más pensiones”. En Italia, un planteamiento similar ha llevado al Movimiento 5 Estrellas al Gobierno de Roma. Puesto que en el país que se extiende desde los Alpes hasta las costas de Libia las regiones no son especialmente potentes, el grito de guerra se centró en los costes de la política parlamentaria –las subvenciones públicas a los partidos– y los entes provinciales. El Movimiento 5 Estrellas gobierna hoy en coalición con la Liga, un partido muy compacto que debe 49 millones de euros al Estado, dinero que cobró fraudulentamente entre el 2008 y el 2010, según una sentencia judicial. El M5E gana votos prometiendo subsidios. La Liga los gana prometiendo mano dura con los inmigrantes y menos impuestos. El reclamo de la Liga es más potente y está escalando posiciones en los sondeos. Treinta años de populismo, dice Rachman. En Italia siempre van por delante.

Las pensiones son el debate prohibido en España detrás de la amable pantalla del pacto de Toledo. La actual mejora de la economía está frenando el crecimiento del déficit de la Seguridad Social, sin rebajarlo, de momento. Se está ganando tiempo. Otra recesión podría causar verdaderos estragos en la endeudada España. No hay que tomarse a broma las fotocopias pegadas en las farolas de Madrid.

El pacto de Toledo es el mecanismo tranquilizador acordado hace unos años por los dos grandes partidos. No sin riesgo, Podemos ha enmendado el acuerdo analgésico con el que ahora se quería llegar a las puertas de las elecciones. No deja de ser significativo que el partido con más intención de voto juvenil sea el que hoy más defienda que la edad de jubilación se mantenga en los 65 años y que no se rebaje el actual sistema de cómputo.

En las farolas aún no hay pasquines llamando a la lucha política entre generaciones.