El pasado lunes, Pedro Sánchez se reunió con una serie de humoristas que habían colaborado en una campaña contra la violencia machista. En la foto oficial en las escaleras que dan entrada al Palacio de la Moncloa estaban todos: Andreu Buenafuente, Marisol Aznar, Berta Collado, Luis Piedrahita, Juan Luis Cano, Don Mauro, Ernesto Sevilla, Iñaki Urrutia, Esther Gimeno y Joaquín Reyes. Sin embargo, en el vídeo que también difundió Moncloa en redes sociales hay una persona más en el grupo. Se trata de Alfredo Díaz.
Díaz es un asesor de comunicación empleado por Moncloa que tiene un pasado de cómico, un monologuista histórico de Paramount Comedy y que fue guionista de José Mota. Militante socialista, Díaz es una de las figuras en la trastienda del gabinete de Presidencia. Su labor consiste, entre otras cosas, en salsear los discursos de Pedro Sánchez con juegos de palabras y chistes, ideas sencillas y brillantes que copen los titulares. Y lo está consiguiendo. A él se le achaca, por ejemplo, la palabra «voxonaros» con la que Sánchez se refirió a PP y Ciudadanos por pactar con Vox. Así es la nueva política.
Cuentan quienes conocieron el gabinete de Mariano Rajoy que aquello era un club reservado y tradicional, austero y poco dado a frivolidades. El entonces presidente no hacía muchas concesiones en público ni buscaba innovar. El núcleo duro que acompaña a Pedro Sánchez contrasta con eso. Lo dirige Iván Redondo, un consultor político que antes trabajó para Xavier García Albiol o José Antonio Monago, ambos del PP. Los datos de personal confirman que el gabinete de Sánchez tiene cada vez más peso. En abril pasado, Rajoy tenía 600 personas en el área de Presidencia y ahora Sánchez tiene 627, un 5% más, según la relación de puestos de trabajo del portal de transparencia, informa Jesús Escudero.
En el gabinete hay perfiles que nunca se habían victo antes en Moncloa, con habilidades reservadas a las campañas electorales y que prueban que en una legislatura tan atípica que puede terminar en cualquier momento, Moncloa tiene engrasada su maquinaria electoral. Uno de ellos es Manu Cavanilles, un publicista que realiza vídeos para Moncloa y que ya trabajó para Sánchez en las primarias.
Otro es Alfredo Díaz, un cómico con un pasado en Paramount Comedy. Nacido en Madrid en 1965, definía sus actuaciones como de «un humor marrullero, comedia sin contemplaciones». En YouTube quedan monólogos suyos: «Soy Alfredo Díaz y a pesar de lo que pueda parecer no soy calvo. Lo que pasa es que utilizo una talla de cabeza 59 y de pelo me han puesto una 38. Es probable que a alguno de vosotros os suene mi careto. Empiezo a ser popular. Empiezo a ser lo que yo denomino un famosillo de mierda y eso quiere decir que me conoce un 1% de la población de este país». En otro explica que tener 50 años es una putada: «Se te encoje la polla y te crecen los huevos. Y debajo del culo te crecen subculos. Y el cuarto o el quinto subsculo, ya cerca de la rodilla, se da con los huevos descolgados».
Asesor de comunicación y militante socialista, como se define en su perfil de Twitter, Díaz llegó al gabinete de Sánchez tras la moción de censura. Allí se encarga entre otras cosas de salpimentar los discursos de Sánchez, con fama de no ser especialmente divertido en las distancias cortas. A Díaz se le atribuye, por ejemplo, el concepto de ‘voxonaros’ con los que Sánchez atacó a PP y Ciudadanos por pactar con Vox en Andalucía. «Son los ‘voxonaros’ de la política española», afirmó el presidente en un mitin en Barcelona. El palabro hizo fortuna y copó los titulares.
También estuvo detrás de otro titular de Sánchez. El pasado 14 de noviembre, en el Congreso el presidente del Gobierno replicó a Pablo Casado con un dardo: «No sé qué prisa tiene usted y tiene su partido en perder unas elecciones. No se preocupe que habrá elecciones». La vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, se rio a su lado y hasta Casado sonrió. El sábado, Sánchez hizo otro de esos juegos de palabras. Ironizó si el PP en su convención busca «fundarse o refundarse» pero que en realidad lo que va a hacer es «fundirse con la ultraderecha».