Sito Miñanco, el hombre capaz de multiplicar por diez cada euro que invertía en cocaína sudamericana, tenía a su disposición una red de empresas que, pese a carecer prácticamente de actividad comercial legal, le proporcionaban un eficaz engranaje de tapaderas entrecruzadas. Esta es la conclusión que formula el sumario de la operación Mito, que el 5 de febrero precipitó la caída del legendario narcotraficante cambadés y de toda su organización, considerada como la más activa y poderosa de Europa.

Dentro de este entramado de muñecas rusas, dos empresas concentraban, según los investigadores, una importancia crucial para José Ramón Prado Bugallo (Cambados, 1955). La inmobiliaria San Saturnino, con domicilio en su villa natal, fue constituida por Miñanco en 1991, poco antes de que todo se fuese al garete por primera vez. Los papeles sitúan al frente del negocio a la exmujer del narco, María Rosa Pouso Navazas, y a una de sus hijas, Rosa María Prado Pouso, lo que les ha valido a los tres, y a un puñado de sus allegados, un proceso por blanqueo todavía abierto, que podría echarles encima seis años de cárcel y una multa de diez millones de euros.

 La última operación que cerró la inmobiliaria se remonta al 2007. Lo que no quiere decir que en el interior de sus oficinas reinase el ocio. Todo lo contrario. «Se dedica a gestionar el numeroso patrimonio inmobiliario que ostenta [el grupo de Sito] », sostiene el sumario. Por ejemplo, varios inmuebles que la organización de Miñanco empleaba para sus cosas, la vivienda de Montalvo (Sanxenxo) en la que Prado Bugallo residía cuando viajaba a Galicia en régimen de semilibertad, y, sobre todo, O Facho, su astillero fetiche a orillas de la ría, un verdadero símbolo.

Las piezas comienzan a encajar. San Saturnino es la propietaria de la nave en la que funciona el astillero. Su objeto social es la construcción, reparación y comercialización de toda clase de embarcaciones,. En él se lleva a cabo una actividad aparentemente real de venta y construcción. De hecho, la empresa cuenta con una plantilla numerosa. Sin embargo, «se ha podido comprobar, gracias a las conversaciones telefónicas y a la información notarial, que su actividad lícita es casi nula, constatando la venta de solo cuatro embarcaciones desde el 2012 al 2016». El sumario deduce que ese trabajo fantasma justifica ingresos de dinero de procedencia ilícita gracias a contratos falsos tras los que solo hay humo. Tapadera y blanqueo puro y duro que, entre otras cuestiones, «justifica ingresos a la inmobiliaria, dirigidos hacia su exmujer».

Para el papeleo, el clan de Bugallo poseía la empresa de alquiler de vehículos Vicmar S. L., ubicada en Algeciras. A los mandos del tinglado, la actual pareja estable del capo, Claudia Viviana Delgado. Ella misma reconoce en las escuchas que lo único que hacía era manipular datos y elaborar facturas y contratos ficticios. El tenderete se complementa con el concesionario Mercedes Costa Sol, de Málaga, dirigido por Bruno Casado Rojas, que también proporciona a la organización vehículos, humo y nuevas oportunidades de blanqueo.

Pero es necesario volver a O Facho, que controla Ramiro Sotelo Costa, hombre de plena confianza del cambadés. El astillero es el corazón de la estructura, su piedra angular. «Sirve para tener acceso directo al mar, su ubicación aporta un lugar privilegiado a la organización, lo que le permite sacar y reintroducir las embarcaciones utilizadas para el transporte de sustancia estupefaciente». La firma, creada en 1995, es algo más, un espacio de reunión donde los miembros de la red se ven cara a cara. Otra vez ese aroma de vieja escuela que Sito Miñanco siempre ha respirado.

 

 

FUENTE: LAVOZDEGALICIA

 

Sito Miñanco y Quique Arango, 30 años de idilio criminal, tabaco y cocaína

 

El idilio criminal de José Ramón Prado Bugallo, Sito Miñanco, el narco más importante de Europa, y el colombiano Luis Enrique García Arango, «Alan» o «Viejito», se fraguó entre los muros de la desaparecida cárcel de Carabanchel a mediados de los ochenta. Juntos traficaron con tabaco, juntos introdujeron cargamentos de cocaína y juntos cayeron en 2001 y acabaron cumpliendo una importante condena. Ni los millones, ni la droga, ni las traiciones de terceros ni la prisión han roto su alianza. El gallego Sito Miñanco, alias «Mario», es el número uno, el director de la orquesta capaz de pactar hasta el infierno por una partida de cocaína o de hachís y Quique Arango su escudero inseparable, su lugarteniente. Ambos fueron detenidos en febrero junto al resto de la organización, en la operación Mito, y continúan en prisión por orden de la juez de la Audiencia Nacional Carmen Lamela.

«Arango es su mano derecha y una de las pocas personas con las que cuenta para tomar las decisiones más importantes», señala la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UdycoCentral) de la Policíaen sus informes. Se han convertido en su sombra en los últimos 18 meses, siguiéndolos en sus viajes, en sus reuniones de seguridad. oyéndolos y espiando sus comunicaciones y sus citas.

«Su perro fiel»

Arango viajaba continuamente por toda la geografía española (Madrid, Málaga, Barcelona, Algeciras, Pontevedra) para llevar a cabo las gestiones más importantes y estaba presente en las principales reuniones: en los pisos, chalés y naves de seguridad; en las gasolinerasdonde se citaban, en los restaurantes de postín, cerrando operaciones con los colombianos y con los holandeses o entregando miles de euros en metálico a un grupo de «mulas» para que los trasladaran a Colombia. «Es su perro fiel», resumen fuentes policiales.

Ese dinero fue interceptado en el aeropuerto de Barajas el 6 de febrero de 2017. Se lo había entregado el colombiano a Manuel González, a su mujer y a otros tres miembros de la organización. Manuel declaró que era suyo y que iba a montar una empresa en Colombia. Entre los cinco llevaban 889.470 euros en metálico, ocultos en mochilas negras. Pese a la cantidad perdida, QuiqueArango les volvió a dar dinero, según conversaciones del sumario.

Hay un trayecto en coche en julio de 2017 desde Algeciras (donde vivía Sito Miñanco, en tercer grado) hasta la estación delAVE de Málaga en el que el narco gallego y su hombre de confianza van repasando los proyectos que tienen en marcha y que quedan registrados en el micro instalado en ese vehículo.

Sito:«Se retrasa pero lo importante es que salga (…) yo solo le pido a Dios que no se retrase otra vez (…) si no tenemos un problema serio, porque Kit (Van Rij) no, la gente va a decir que no». En la conversación mucho más larga, Arango asiente y hace algunas acotaciones al jefe. Hablan de un supuesto envío de droga que habrían financiado y se está retrasando y ocasionándoles problemas.

Wifis portátiles

Pese a los teléfonos encriptados que utilizan, los investigadores logran los fotogramas de unos elocuentes mensajes enviados por Arango desde un centro comercial del paseo de la Castellana en Madrid. «Mandé a mi hermano para que viese todo lo que está pasando en Ecuador. Ya vio todo el producto y dice que muy bien.En teoría este finde cargamos», escribe a su interlocutor al que manda recuerdos de «Mario» (Miñanco).

Los teléfonos preocupaban a Sito hasta tal punto de que solo usaban aparatos con sistemas de encriptación PGP y tecnología satélite. En el primer caso llegaron a comprar wifis portátiles para intentar que las comunicaciones a través de sistemas cifrados no fallaran.

Sito está al frente de un nutrídismo grupo de hombres y mujeres que fueron apareciendo y que los investigadores encuadran en los siguientes grupos:coordinación, con Arango, y miembros destacados como David Pérez Lago, el hijastro del capo gallego Laureano Oubiña, y otros de los «directivos» de la mayor confianza de Miñanco. El segundo grupo lo integrarían otros miembros importantes que colaborarían con los primeros, entre los que está su pareja –la colombian Claudia Delgado que regentaba una de las tapaderas de la trama– y una de sus supuestas amantes –Leonor Pérez–, también supuesta participante en transportes de droga o dinero.

Las mujeres, claves

El tercer grupo sería el que proporcionaba la logística e infraestructura; el cuarto, dedicado al transporte marítimo; el quinto se encargaba de los movimientos de dinero en metálico y uno final dedicado al transporte terrestre.

La pareja de Miñanco durante la investigación administraba la sociedad Vicmar, utilizada para elaborar contratos y facturas ad hoc. «Me inventaba nombres y nombres de contratos y hacía contratos ficticios y facturas que las puedo borrar», explica Claudia en una escucha. Su exmujer María Rosa Pouso es propietaria de Inmobiliaria San Saturno, dueña del astillero Facho donde se construían lanchas rápidas para alijar la cocaína.

Del poderío y la influencia de la red de Miñanco, da idea el auto dictado por Lamela justo antes de las detenciones. Los investigadores le pidieron que se les incomunicara 24 horas para evitar que algún miembro de la organización, sus familias o abogados dieran al traste con la operación Mito. Tenía dos folios con decenas de matrículas de policías y guardias civiles.

 

 

FUENTE: ABC