Una «profunda reflexión» con su familia y su mujer. Esto es lo que, el pasado miércoles, llevó a Ricardo Costa Climent (45), ex diputado de las Cortes Valencianas y ex secretario general del Partido Popular de la Comunidad Valenciana (PPCV), a confesar que esta formación «se financiaba con dinero negro» por indicación del que fuera presidente autonómico, Francisco Camps. Tras su incendiaria declaración en la sede de la Audiencia Nacional, ‘Ric’, como es conocido el castellonense en la jerga de la Gürtel, miró y sonrió a su esposa, la alicantina Laura Chorro Diéguez (36), que se encontraba sentada unos metros más atrás.
Con esta revelación, Costa, retirado de la vida política desde enero de 2015, prendía fuego a un pasado que le avergüenza y, de paso, acercaba a su partido a la incandescencia con una nueva hornada de corrupción. Curiosamente, del poder purificador de las llamas sabe mucho la mujer de Costa: fue Bellea del Foc de Alicante en 2005, es decir la reina de las hogueras de la ciudad que, cada 24 de junio, quema las malas energías durante la noche de San Juan en sus fogatas.
Aparte de ser un gran apoyo, Chorro ha tenido un papel relevante en la confesión de su marido. «Ella tiene una gran personalidad y es muy tranquila. Ricardo se siente muy unido a ella. Tienen una hija pequeña de dos años…, y, después de hablar mucho, él decidió que era el momento de asumir responsabilidades. Ser padre le ha planteado ver las cosas de otro modo», dice a LOC una fuente familiar. La capacidad pedagógica de Chorro no es baladí. Estudió Magisterio Infantil en la Universidad de Alicante y, hace tres años, cursó un máster sobre orientación educativa en la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
El PP y la familia siempre han sido una misma cosa para Ricardo Costa. Su hermano Juan fue ministro de Ciencia y Tecnología con José María Aznar; su madre, María Dolors Climent de Pino, concejal de Castellón y su mujer, concejal de Alicante. De hecho, los dos se conocieron cuando militaban en el partido. Ricardo empezó a los 16; Laura, a los 26, cuando Luis Díaz Alperi, entonces alcalde de la ciudad levantina y en la actualidad también en graves problemas con la justicia, le propuso el puesto.
Tras los cuatro años de mandato, Chorro, procedente de una familia de clase media de Alicante y de padres trabajadores en el sector de la sanidad, prosiguió su carrera profesional en diferentes puestos de la Administración valenciana, dicen, gracias a sus buenos contactos en el PP. En primer lugar, como gerente de la Fundación del Voluntariado y la Solidaridad (Fundar) en 2011, cuando ya era novia de Costa, y posteriormente como directora general de Familia y Mujer, donde estuvo hasta 2015.
Ese año, Laura y Ricardo se casaron en la parroquia castrense de Santo Domingo de Valencia ante más de 300 invitados. Meses más tarde nació su primera hija y, tras muchas conversaciones, llegó la gran reflexión de Ricardo y Laura que ha supuesto romper con el partido, las costumbres del pasado -hace tiempo que ella no se deja ver por las hogueras- y entonar el mea culpa, en el caso de Ricardo.
Aparentemente, Laura no forma parte de la cohorte de esposas ignorantes y silentes de otros imputados y ha sido esencial para que Ricardo afronte la realidad: la Fiscalía solicita para él siete años y nueve meses de prisión por tres delitos electorales y por uno de falsedad en documento mercantil. Parece inevitable que Costa escape de la cárcel: «Mucho tendrían que cambiar las cosas para que ella no le apoyara también entonces».
FUENTE: ELMUNDO