La Constitución humorísticamente llamada la Carta Magna y algo mucho peor, en España pueden ser dos versos para que los párvulos políticos-arrieros somos-se recuperen del mal rollo del nacional-separatismo y la epidemia de corrupción, que nos tienen cogidos por el cuello-por los huevos aún no, mañana y apretando con ganas. PAUL VERLAINE: «Los largos lamentos de los violines y chistularis de primavera, hieren nuestros corazones con lánguida monotonía». La languidez enfermiza de Mariano Rajoy, en régimen paliativo, en las urgencias del hemiciclo que violó Pavía penetrando el Parlamento con violencia de género naciente.

 

En otro extremo, la otra España esperando que el voto popular, nacional y total, como un referéndum, nazca en libertad como creía PABLO RUEDA: «En los campos y en los montes, en el horizonte, en las alas de los buenos pájaros, en los molinos de las sombras cervantinas, he escrito tu nombre, noble nación de naciones, y por el poder de esta palabra que es madre España, volveré a vivir porque nacimos para conocerte y amarte en libertad».

 

A este himno tratan de agregar los versos de Ercilla en su Araucana, pero no es el deseo del pueblo atizar el fuego que nos quema el corazón desde siglos convertido en un secarral desierto. Excesos de pirómanos  y escasez de bomberos que calentados, opinan que los vencedores de ayer terminaran vencidos un día de estos, asaltando trincheras y escalando muros pintados con sangre.

 

 

Mala espina que la España de unos y la España de otros y la otra de nadie, sea fulminada por los que no la aman y aborrecen, aunque los nazis de la Generalidad nos llamen hermanos españoles, a las puertas de la catedral de Gaudí. Es el resultado del elevado precio de las inmorales concesiones y el mercadeo de las rebajas, votos por millones, el agravio comparativo feroz que duele a las Comunidades Autónomas de España. Y a los murcianos hasta nos venden un sorbo de agua otros españoles, saltándose la Constitución que exige la solidaridad entre regiones. Gane quien venza, nos come el alma que el futuro del pueblo y de la nación española, cuarenta y seis millones, estén en manos de cinco votos vascos que desconocen la historia común aunque no ignoran sus fuentes de ingresos pirateadas desde La Moncloa. SI – NO – EN BLANCO ¿qué clase de Democracia es esta en la que se negocia la voluntad popular con mayoría absoluta inmovilizada y resistirse por falta de líderes que no han sabido estar a la altura que exige la crisis institucional, ética y hasta humana? Si el rey Felipe VI ha sido capaz de limpiar la Casa Real arrojando al Urdangarin al contenedor y despojando a su hermana de títulos y regalías ¿qué espera la cúpula del PP hacer con dignidad? Tampoco Pedro Sánchez anteponiendo sus intereses personales y de su partido sobre los nacionales. Nos queda Podemos, la vía de la dictadura de Pablo Iglesias y su eslogan electoralista de UN CHALET PARA TODOS.           

 

 

Vote lo que vote el PNV será para hacer daño. Manteniendo a Rajoy y haciendo presidente a Pedro Sánchez, cuya locuras políticas asustan en su propio partido, y alegran a los podemitas. Contra peor vaya España, mejor para los cuatreros que nos roban un trozo de España. Si quieren independencia tiene dos opciones justas y democráticas. O referéndum en todo el país o Pleno de las Cortes. Lo otro, es subversión, complot o golpe pactado.               
                        

 

EPÍLOGO.- LA SOBERBIA y prepotencia de Rajoy ha conducido al país a la peor crisis desde el golpe de Tejero, sus errores en su último año de Gobierno ha dejado a Pedro I el Breve una herencia envenenada rehén de Podemos, su enemigo real y de los nacionalistas separatistas, que le van a hacer la vida imposible, que es el deseo mayor de Pablo Iglesias. Este político quemado y desconcertado en los últimos meses, finalmente ha cometido la peor torpeza, cuando una vez aprobados los Presupuestos Generales del Estado, no convocó elecciones generales ni buscó su sustituto o sustituta que los tiene, tal como le aconsejaron Albert Rivera y asesores de su entorno personal, como Feijóo. Un disparate tras otro, y un final lamentable si no se le aparece Trump dándole instrucciones.                                 
 


 

J. J. CANO VERA