Jerónimo Tristante
Aunque todo hace pensar que tanto Pedro Sánchez como López Miras van a apurar sus respectivas legislaturas, lo ocurrido con Mañueco indica que comienza el baile. Poco a poco veremos cómo los movimientos irán ‘in crescendo’ por lo que no es descartable que tengamos una primavera movida debido a la situación de inestabilidad que vive el PP y que se debate entre dos posibilidades: cargarse a Casado y acometer la cita electoral del 2023 con un candidato que augure un buen resultado, léase Ayuso o Fejióo, o la segunda opción, ir a elecciones con Teo y Casi comandando la nave, lo que asegurará cuatro años más de Pedro Sánchez y un fiasco de los populares. En cualquier caso, viene una primavera caliente.
Ciudadanos. Lo del partido naranja no tiene nombre. No han dado una a derechas y las cuatro cosas buenas que en su momento pudieron conseguir –algunas dimisiones, estatuto de Murcia, etc.– han sido dinamitadas a posteriori por ellos mismos. No han hecho nada de lo que venían a hacer y han hecho otras cosas muy feas que, en principio, no se esperaba.
¿Regeneración? Ninguna, cero patatero: primarias que huelen a pucherazo, fuego amigo entre ellos a cascoporro y errores estratégicos, de bulto, que les han llevado a la desaparición. ¿La culpa? De Rivera. Pero no es el único culpable. Un partido donde han pululado tipos de dudosa catadura moral como Hervías, con ‘fichajes’ en Murcia como los Pacos y Valles, o los Castillos, han terminado devorados por un PP que siempre fue para estas cosas un partido serio.
Errores. No he visto a nadie tomar peores decisiones que estos vainas de Cs. Si tiene usted una duda sobre su vida, una hipoteca, una novia o un cambio de trabajo… vaya a Cs. Consúlteles. Y una vez obtenida la respuesta, haga lo contrario de lo que ellos le propongan. Acertará. Porque si algo han demostrado es una capacidad inagotable para tomar siempre, siempre, siempre, la peor decisión. Hubo un momento en que Cs resultó un partido decisivo y ahí podía ejercer su función de bisagra y acabar cepillándose al PP y morderle una buena parte del pastel al PSOE. ¿Cómo? Pues muy fácil: dando el Gobierno siempre a la opción más votada, siendo centro. Si lo hubieran hecho así, ahí seguirían, con sus carguicos, consejerías y sueldecicos, lo que ellos querían. Pero no. Allí donde fueron decisivos decidieron dar el poder al PP. En unos sitios era el más votado, sí, pero en otros como en Murcia, no.
Roma no paga traidores. Y como desde el PP tenían a estos ‘fenómenos’ perfectamente fichados, ninguno bueno, porque la mayoría de ellos eran desechos de tienta de los propios populares, ‘figuras’ a los que desde el PP se quitaron de encima por muchos motivos, pues han tenido claro que los iban a aguantar mientras fueran necesarios, poco más. ¿Ejemplo? Mañueco ha mandado al paro de manera sorpresiva y contundente a los consejeros de Cs, haciendo imposible cualquier acuerdo para que luego se pudieran integrar en sus listas. Me cuentan que los de aquí andan con el culo ‘apretao’.
En el PP no son tontos y saben que todos estos fenicios que acabaron recalando en Cs son capaces de declararse católicos por la mañana, musulmanes a mediodía o judíos a la noche, en función de quién les pague. Y eso, en política, es útil para una coyuntura determinada, pero no para tener a esa gente dentro de tu casa. Porque igual que vendieron a tu enemigo, te pueden vender a ti. Es así. Y así ha sido lo de Castilla y León. Ese engendro decepcionante que fue Cs ha servido para lo que ha servido, regenerar nada y apuntalar al PP en sus peores momentos.
No es descartable que detrás de Castilla y León venga Andalucía y quizás, Murcia. Teo y Casi quieren vender estos futuribles triunfos para afianzarse ahora que el suelo se mueve bajo sus pies. ¿De qué depende? De las encuestas. Cuando en el PPRM vea las encuestas que espera tras Navidad decidirá qué hace. Se han ventilado a Cs que ya no existe, y se dispondrán a hacer lo mismo con Vox. El abrazo del oso que hundió en su momento a IU ha finiquitado a Cs. Aunque en IU había gente decente y preparada. Pero CS se ha dado de frente con el PP que, como el PSOE, son maquinarias perfectas y serias encaminadas a conseguir el poder y no la banda de Pancho Villa como estos. El último que apague la luz.