Inés Arrimadas es el peón esencial que Pedro Sánchez necesitaría para destronar a Isabel Díaz Ayuso de la Comunidad de Madrid y asestar así un fuerte golpe al Partido Popular en su bastión político por antonomasia. Los socialistas ganaron las elecciones autonómicas en 2019 de forma inédita tras años, pero la deriva derechista de Albert Rivera les quitó la oportunidad histórica de pisar la Real Casa de Correos. La herida no ha dejado de supurar, máxime, con el enfrentamiento diario entre Ayuso y Sánchez, que supone otro escenario más de lucha soterrada entre PP y PSOE por la Moncloa. Aunque con el avance de pandemia en Madrid, la presión sobre Arrimadas no dejará de crecer para echar a Ayuso, pese a la firmeza de la líder naranja por resistirse.
Eso es así porque Sánchez tiene algo que le interesa mucho a Ciudadanos, y lo exhibe como un señuelo: son los Presupuestos Generales del Estado. De hecho, la hipótesis de un intercambio de cromos no ha dejado de colear en los últimos días. De un lado, Arrimadas podría pactar las cuentas públicas con el PSOE y visibilizarse como apoyo útil de Moncloa, erigiéndose además como los salvadores de la gestión del PP en la Comunidad. Del otro, Sánchez destronaría a Ayuso y rebajaría las aspiraciones de Podemos en los presupuestos. ‘Win-win’, aparentemente. Los socialistas ya buscan ponerle los dientes largos a Aguado, y por eso Ángel Gabilondo afirmaba esta misma semana que él no sería un estorbo para la moción de censura. Es decir, que la presidencia de la Comunidad podría ser quizás para Ciudadanos.
Sin embargo, Arrimadas parece mantenerse en sus trece de no derribar a Ayuso por dos motivos esenciales. El primero es que los naranjas creen que su base social en Madrid bebe esencialmente del caladero del PP. Por tanto, no pueden coaligarse con la izquierda. Que Ayuso se desgaste en público, además, no parece del todo inconveniente. El vicepresidente naranja Ignacio Aguado ya se marcó un tanto pidiendo en público que el Gobierno de España interviniera. Además, Arrimadas ha recuperado la hipótesis Rivera, es decir, que el escenario de desgaste con el caso Kitchen podría ayudar a su partido a desangrar electoralmente al PP.
Sin embargo, el segundo motivo por que Arrimadas no se abre a la moción de censura no depende hoy de ella, sino de Sánchez. Quizás la líder naranja confía en que puede ser la socia preferente de Moncloa en los presupuestos del Estado, sin pagar el peaje de echar a Ayuso de Madrid.
De hecho, ese es el quid de la cuestión en este momento. Hasta qué punto el PSOE no llevaría semanas jugando de lado a lado del tablero, con ERC y con Ciudadanos, con el fin último de conquistar Madrid. Es decir, si la hipótesis en realidad fuera que Pedro Sánchez solo pactaría los presupuestos con Ciudadanos si, a cambio, Arrimadas aceptase la moción de censura contra Ayuso. La líder naranja tal vez entendida solo como peón necesario para destronar a la presidenta regional del PP.
De hecho, es llamativo que las conversaciones del vicepresidente Iglesias parezcan estar avanzando más con Esquerra Republicana y Bildu. Sánchez le deja hacer, e incluso, unos pactos con ERC parecen hoy algo menos arriesgados para Moncloa que hace un tiempo. El presidente Quim Torra no piensa convocar elecciones pese a su esperable inhabilitación. En esencia, porque las encuestas le van mejor a Oriol Junqueras que a Carles Puigdemont. Con una Esquerra estable al menos hasta febrero, Sánchez podría no tener ningún problema para pactar ahora con ellos unos presupuestos, pese a que a Ciudadanos parecía convenirle para lograr moderación y los proyectos europeos. Quiénes serán los socios definitivos aún sigue en el aire.
Así las cosas, ninguna moción de censura podría prosperar hoy sin los votos de Ciudadanos, el PSOE y, al menos, Más Madrid. Es decir, que para que ello sucediera, Arrimadas debería tumbar al Partido Popular, «salirse de la foto de Colón» —en palabras de Sánchez en el Congreso la semana anterior—. Aunque a esa manifestación, curiosamente, la líder naranja nunca asistió porque según la versión oficial perdió el vuelo. Sí acudió el entonces líder del partido, Rivera, que reaparece estos días por redes anunciando la presentación de un libro.
En paralelo, otras piezas han empezado a moverse y el efecto bola de nieve corre riesgo de llegar hasta el despacho de Ayuso. El peón Íñigo Errejón ve su oportunidad de oro por visibilizar a su partido Más Madrid y está dispuesto a presentar una moción de censura, con la candidata Mónica García, como ariete. García no es muy conocida por el gran público, pero sí un símbolo de todo aquello que la izquierda critica a Ayuso. Médica anestesióloga, conoce bien los intríngulis de la Sanidad en momentos de pandemia y desborde.
Triunfe o no la moción, Errejón habrá logrado dos objetivos. Primero, abrir la espita de las mociones de censura en Madrid, y normalizar su excepcionalidad en el marco mental de la opinión ciudadana. Estamos en pandemia y la calle suele no entender los giros de la política. Segundo, Errejón le habrá dado un codazo a Podemos, ofreciendo a Más País para recoger los votos desafectos con el ‘folclore político’ de Pablo Iglesias (memes, entrevistas, series…), ante su desgaste en el Gobierno.
Ante ese escenario, el único problema es que, haga lo que haga Ciudadanos hoy, no es de esperar que el partido de Arrimadas pueda remontar a largo plazo. A lo sumo, resistir cual bisagra minoritaria.
En esencia, porque Vox sigue siendo el principal agente de freno del ascenso de los naranjas a costa del PP. Según algunas encuestas, el partido de Santiago Abascal empieza a penetrar el cinturón que rodea a la Comunidad de Madrid. Es decir, del voto de jóvenes liberales que auparon a los naranjas. Incluso, su objetivo es lograr la penetración en barrios humildes. La estrategia lepenista-obrerista de Vox —que expliqué en este artículo— fue visibilizada en su máximo esplendor en el Congreso este miércoles. Mientras el resto de partidos peleaban, Abascal metía en la agenda una pregunta sobre la precariedad que sufren las personas humildes por la crisis económica que ya está aquí. El nuevo partido protesta.
Y por parte de Sánchez, quizás el auténtico jaque que logre por el momento no sea contra Ayuso, sino contra Arrimadas, que se podría quedar sin Madrid y sin presupuestos del Estado. Descartada por ahora la moción, lo segundo sigue siendo un misterio.
FUENTE: ELCONFIDENCIAL