“…Hoy resulta que es lo mismo, ser derecho que traidor, Ignorante, sabio, chorro,generoso o estafador, ¡Todo es igual!,¡Nada es mejor!, lo mismo un burro que un gran profesor….”

Ya lo dijo Enrique Santos Discépolo en 1934 “…Hoy resulta que es lo mismo, ser derecho que traidor, Ignorante, sabio, chorro ( delincuente en jerga rioplatense) ,generoso o estafador, ¡Todo es igual!,¡Nada es mejor!, lo mismo un burro que un gran profesor….” y no era precisamente Nostradamus, sino un cantante de tangos que en su letra de “Cambalache” , escrita hace casi un centenar de años, retrató a la perfección la realidad en la que vivimos; Unos tiempos revueltos donde tener formación, ética, decencia, dignidad, o no, da exactamente lo mismo. En pocas palabras, estamos frente a un virus invisible, que no hay vacuna que lo cure, el de la perversión de valores sociales.

La pandemia del Cavad 19 ha sido el disparadero para muchos periodistas, toreros, presentadores, cantantes, actores, futbolistas que, en su afán de desgastar al gobierno central, han obtenido el título de “todólogo” sin haber pasado en su vida por la puerta de una facultad de Medicina o de Farmacia.

Es verdad que no nos debería de sorprender, teniendo en cuenta que en  nuestro país el líder de la oposición  aprobó “ curiosamente” 18 asignaturas de la carrera de derecho en un trimestre o, como se ha comprobado en los tribunales, le regalaron un master que nunca hizo.

En tiempos de la crisis de 2011, escuchábamos asiduamente “Se nos va del país , la generación más preparada de la historia “ ,será quizás por este motivo, que no han vuelto, que en tertulias, redes sociales y algunos medios de comunicación, han aflorado ,siempre escudados en el derecho de la libertad de expresión estos todólogos que, menos de hablar de su profesión o de su trabajos, se creen expertos en epidemias, derechos laborales, política económica y tributaria y hasta de vestuario ( léase sobre qué corbatas son apropiadas para determinada ocasión y cuales no….).Sin duda, el  mensaje implícito que se traslada desde programas de máxima audiencia es demoledor; Da igual que conozcas o no de lo que hablas, pero habla, y si es para atacar al gobierno, tienes barra libre asegurada.

Sin perjuicio que en una entrevista de difusión de sus trabajos, un torero, un cantante, futbolista o un actor exprese su opinión sobre la pandemia o sobre ciertas decisiones del gobierno durante el confinamiento, eso no da derecho a llevarlos como “expertos” en la materia, como hemos visto en las últimas semanas en programas de máxima audiencia de cadenas nacionales. Hay un trecho entre el derecho a la libertad de expresión y el intento de usurpación o de intrusismo en campos propios de médicos, epidemiólogos, químicos, farmacéuticos, etc. En conclusión, no podemos  ni debemos, apelar a la libertad de opinión para no dejar hablar verdaderamente a los que saben.

La misma situación se repite con periodistas que, de la noche a la mañana, se han convertido en epidemiólogos y científicos a tal punto de burlarse públicamente, sin tapujos, del coordinador de Emergencias Sanitarias, Fernando Simón o del ministro de Ciencias, Pedro Duque, dos profesionales de intachable experiencia y reputación, pero claro, el tan manido derecho a la libertad de expresión, todo lo aguanta! Lo siento, y quizás sea la excepción, pero tras 5 años de carrera de Periodismo, no me siento en condiciones de cuestionar decisiones o explicaciones de especialistas y creo, que, por el bien de la profesión, si es que a algunos colegas todavía les interesa y conservan  un mínimo de dignidad, deberían de pensárselo antes de emitir juicios y apreciaciones infundadas como así también de invitar a sus tertulias a personajes del mundo taurino, de la música, del fútbol o del corazón que, de epidemias , como es de prever, conocen más bien poco o nada.

Y sobre llovido, mojado…. Si además de la “Todología” de moda le sumamos , los insultos, las fakenews y los bulos difundidos por bots de pago de los cuales muchos de esos todólogos promueven y se sirven para fundamentar sus sectarios argumentarios, estamos elaborando un cóctel molotov que, poco a poco, está dinamitando la credibilidad de una profesión, cada vez más indigna y más indecente.

Desde estas líneas, hago un llamamiento al resto de colegas para denunciar las malas prácticas, las manipulaciones, el sectarismo, la todología. Ahora es el momento, el corporativismo periodístico sólo acrecienta la herida y puede que ya estemos llegando tarde porque al periodismo “….Entre todos lo mataron… y solo se murió….”

 

Maximiliano Fernández Ibarguren