Han pasado ya más de dos meses desde que el pasado 15 de junio tomé posesión de mi acta de concejal electo por VOX. A partir de ese momento, me tracé tres objetivos para mí sagrados. Cumplir con mis obligaciones como concejal. Representar al Consistorio en la parte que me corresponde, con la dedicación y la entrega que el cargo requiere. Ejercer la oposición de forma leal y constructiva, pensando siempre en el interés general, por encima de cualquier adscripción de partido o filiación ideológica.
Mi mayor satisfacción, inmensa alegría, es constatar que tengo conmigo -me niego a decir enfrente mío- a una serie de personas, que tanto desde la Oposición en la que yo también estoy, como desde el equipo de Gobierno, ofrecen un perfil humano, un talante y una buena disposición que, indudablemente, ensalzan a la Corporación, que es la representante del pueblo de Mazarrón, y que, en consecuencia, benefician a todos y no perjudican a nadie. Bien sé que este clima de entendimiento y de cooperación tal vez no sea -de hecho no lo es- del agrado de algunos.
Y creo -estoy seguro- que también lo saben en el gobierno. Pero si entendemos la política como la prestación de un servicio a los demás, a los cuales nos debemos quienes estamos en ella; si somos de la convicción que los retos y las necesidades que tiene ante sí nuestro ayuntamiento, que es -tiene que ser- lo mismo que decir nuestro pueblo, son tarea de todos, porque trabajando unidos en una misma dirección los logros siempre serán más fructíferos y, lo que no es menos importante, duraderos… Si tenemos todo eso claro, y estoy seguro que lo tenemos, esos rebotes de algunos, las diferencias y los matices existentes, incluso los pequeños podríamos decir rifirrafes propios del debate político, quedan minimizados, totalmente diluidos, ante la mayor: Mazarrón y los mazarroneros.
Todos sabemos, y quienes están en la responsabilidad de gobernar más aún por razones obvias, que hay muchas cosas por hacer, dándole a cada una de ellas la prioridad que le corresponde; que hay muchas cosas por conservar y mejorar; y por supuesto que hay que actuar siempre desde la transparencia, la honradez y el decoro, con el fin de impedir cualquier hecho, comportamiento, actuación o proceder que ensombrezca la dignidad de nuestro pueblo. Porque un comportamiento impropio en un servidor público, no sólo lo desmerece a él: desmerece también, aunque no deja de ser una injusticia, a quienes apostaron por él y confiaron en él. Y, lo que es peor aún, ensombrece además la imagen del pueblo, porque, no sin menor injusticia, la lectura muchas veces realizada es la de «de tal pueblo tales representantes, y de tales representantes, tal pueblo». Y tal hipótesis no se puede permitir. Y estoy seguro que nadie de los que formamos la corporación la vamos a permitir.
He recibido acerbas críticas, de tirios y de troyanos, unas veladas, otras no tanto, siempre desde la trastienda, por esta forma de entender la política municipal. No sé qué esperaban quienes así reaccionan. ¿Tal vez los unos que negase «el pan y la sal» al gobierno por estar en él PSOE y UIdM? ¿Quizás los otros que mantuviese un comportamiento mamporrero y guerracivilista? ¡Qué poco conocen mi sentido de lo que son la honorabilidad y la honradez quienes así piensen! Cuando, en razón y conciencia, entienda que, sin transgredir los principios y valores del partido político que represento y sin incumplir los compromisos que públicamente adquirí en su día, deba dar mi confianza al Gobierno y apoyarlo con mi voto, lo haré sin ningún género de duda, como así ha sido ya en aspectos puntuales. Y lo haré por encima del sursuncorda si necesario. Igual que cuando entienda que una propuesta de alguno de los otros dos grupos de la oposición sea justa y necesaria, procederé en el mismo sentido. Y cuando no sea así, cuando crea y entienda que debo votar en contra o abstenerme ante uno u otra, otro tanto. Pierdan toda esperanza los «salvapatrias» del signo que fuere que me vaya a apartar un ápice de tan menesteroso afán.
Es un honor muy grande formar parte de la corporación municipal, que es lo mismo que decir representar al pueblo de Mazarrón, el que me ha votado y el que no, y no estoy dispuesto a que ese honor pueda ser ensombrecido. Haré siempre todo cuanto esté en mi mano por coadyuvar a mantener el muy buen clima de concordia existente entre todos, que -he de decirlo y agradecerlo públicamente- ha sido propiciado en no pequeña medida por parte del alcalde y su equipo de gobierno.
Mi palabra y mi predicación no tenían nada de la argumentación persuasiva de la sabiduría humana, sino que eran demostración del poder del Espíritu, para que ustedes no basaran su fe en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.
Es verdad que anunciamos una sabiduría entre aquellos que son personas espiritualmente maduras, pero no la sabiduría de este mundo ni la que ostentan los dominadores de este mundo, condenados a la destrucción. Lo que anunciamos es una sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, que él preparó para nuestra gloria antes que existiera el mundo; aquella que ninguno de los dominadores de este mundo alcanzó a conocer, porque si la hubieran conocido no habrían crucificado al Señor de la gloria. Nosotros anunciamos, como dice la Escritura, lo que nadie vio ni oyó y ni siquiera pudo pensar, aquello que Dios preparó para los que lo aman.
ALGUNOS PARTIDOS INSISTEN EN MOVERSE EN LA BARRA DE EQUILIBRIOS SOBRE EL ANTAGÓNICO ‘PACTO’, POSIBLEMENTE POR RAZONES INTERNASY ELECTORALES
Los partidos casi nunca disfrutan de plena libertad de movimientos a la hora de adoptar sus decisiones. Cada vez que toca posicionarse, las diferentes formaciones empiezan a decantarse en función de su ideología. Pero de inmediato entra en juego la conveniencia, el ir más lejos o quedarse más cerca, en función de qué hacen sus adversarios.
AL CONCEJAL DE CUENCA:No hables tanto, solo actúa…No digas, solo demuestra…No prometas, solo hazlo…»Te define más lo que haces, que lo que dices…Así que no hables tanto y «»ACTUA»»más».
Como diría Venancia Lengüeta, “la vieja del visillo”: “Te pido por Dios que no cuentes ná… que ya lo cuento yo”. Así que nada, no nos dejemos engañar por las apariencias. Porque a veces, y como dice el refrán, “las apariencias engañan”.