Hace una semana, José María Aznar volvía a la palestra. Tras un tiempo desaparecido, empezaba a dejarse entrevistar, en Valencia Plaza o en la Cadena SER, por ejemplo. Eligió un momento malo, que se ha vuelto peor, para reaparecer y encima intentar presentarse como alguien ajeno a la corrupción de su partido. Dijo que “no conocía nada de eso” y defendió que Rodrigo Rato fue “un político formidable”. Ahora, Rato va a juicio por la salida a Bolsa de Bankia, acompañado de Ángel Acebes, mientras otro de sus ministros, Eduardo Zaplana, se ve envuelto en las grabaciones de Lezo, cumpliendo sus órdenes para colocar a fiscales cómodos para las causas de corrupción.

Buena parte del aznarismo se someterá a juicio, previsiblemente, a partir del año 2018. Entre los acusados, lo más granado de la Administración. Para hacer honor a ese gabinete de 14 ministros, con 12 imputados, implicados o cobradores de sobresueldos, encabezan la lista de acusados el vicepresidente de Aznar, Rodrigo Rato. Junto a él, su ministro de varias cosas, entre otras, Justicia, Ángel Acebes.

Le siguen dos secretarios de Estado, José Manuel Fernández Norniella y Estanislao Rodríguez Ponga. Y quien fuera presidente de la Comunidad Valenciana, José Luis Olivas, que llegó al cargo cuando Aznar convirtió a Zaplana en ministro de Trabajo.

El juez Fernando Andreu cita a todo este reparto, al que se suman varios sospechosos habituales hasta superar la treintena. José Antonio Moral Santín, diputado de IU en la Asamblea de Madrid y presidente de Telemadrid, quien abandonó sus inicios comunistas para aliarse con Miguel Blesa en Caja Madrid. Su apoyo fue crucial para abortar la entrada de Ignacio González en la Presidencia de Caja Madrid por deseo de Esperanza Aguirre y mantener en el cargo a Blesa, amigo íntimo de Aznar de los tiempos de oposiciones a inspectores de Hacienda.

Otro que se sentará en el banquillo es Javier López Madrid, perejil de varias salsas y amigo íntimo de Felipe VI y “compiyogui” de la Reina Letizia, a quien ya han retirado la palabra. Aunque a estos lodos llegó por su relación con Ignacio González –“yo soy el que le meto en Bankia”, dice el expresidente madrileño en las grabaciones de la Operación Lezo-, y por el camino se ha visto envuelto en un turbio caso de presunto acoso sexual en el que participó el oscuro comisario Villarejo, ahora en prisión.

Siguiendo la lista de viejos conocidos, también aparece Arturo Fernández, antiguo jefe de la patronal madrileña, quien tiene otros problemas en la cartera. En concreto, el caso de la cafetería de la Asamblea de Madrid, aún bajo la lupa de la Guardia Civil y que tiene de los nervios a la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes. Fernández ha reconocido que donó dinero a Fundescam, la fundación del PP que habría servido como vehículo para financiar ilegalmente a la compañía.

La sorpresa en la causa es la incorporación al banquillo de Deloitte, la auditora a la que se le acusa de haber incluido datos falsos en el folleto informativo sobre la salida a bolsa de Bankia. Una acusación que se extiende al socio auditor de la compañía, Francisco Celma, quien revisó esos datos falsos.

Junto al reguero de sobresueldos que tocó a prácticamente todo el gabinete, se suman Rato y Acebes en el banquillo; Jaume Matas habiendo pasado ya por prisión y preparando su regreso; Cascos, Arenas y Mayor Oreja con problemas en Gürtel; Arias Cañete salpicado por intereses petroleros y con una esposa radicada en paraísos fiscales; Zaplana grabado en el despacho de González y Aguirre acabada políticamente por rodearse de presuntos delincuentes… precisamente, como le pasó a Aznar, quien tampoco “conocía nada”.

FUENTE: ELPLURAL