Los acuerdos políticos adoptados últimamente en Mazarrón, no sólo acrecientan las diferencias entre todos los partidos sino que provocan oleadas de críticas exageradas y peloteras desagradables entre ellos, ligados y desvinculados, nuevos o viejos, cada vez que se sube el telón de una nueva función y no forman parte del reparto. Los clanes empresariales de segundo nivel llevan algún tiempo marcando la estrategia de los partidos independientes, diciéndoles lo que está bien y lo que no, y marcan el camino que después siguen sus partidarios más activistas en las redes sociales creando una atmósfera favorable a sus intereses. A ello se suman luego una serie de opinadores en nómina, correligionarios aduladores y comentaristas con chiringuito mediático, que influyen decisivamente en la estrategia que deben seguir los políticos que, en teoría, han de tomar las decisiones claves en la vida cotidiana de todos los ciudadanos. Y si quieren un viejo ejemplo, todos recordamos como Valera tomaba en los noventa una decisión tan trascendente como fue crear un grupo independiente al ser arrancado del trono municipal y expulsado del Partido Popular. Aunque en ésta prodigiosa década se vuelve a las andadas de error en error, con otra escisión conservadora menos traumática bajo las siglas de UIDM, que ha evitado por dos veces un gobierno popular, a pesar de intentar gobernar con Alicia Jiménez en junio del 2015 y recular por el desprecio que su líder Campillo sufrió, se ha optado por repetir antagónicos pactos de ayer para hoy, carentes de lógica o eficacia, que nos han llevado donde nos han llevado.

Esta misma semana, algunos pesos pesados independientes han estado titubeando sobre el acuerdo alcanzado entre su formación y el PSOE para gobernar el Ayuntamiento de Mazarrón por esa misma presión de los sectores económicos más ansiosos e inquietos, que avalaron el acuerdo alcanzado con los socialistas en un principio, pero que pronto están cambiando de opinión al ver las críticas que están recibiendo del empresariado benefactor, exponiendo algunos con cautela su estado de opinión contrario al trato “políticamente correcto”. Los pactos siempre demuestran división aunque se entiendan. De hecho, por poco se queda nuevamente el PSOE con la miel en los labios, como ya ocurrió en 2011 con todo un año de guerra de guerrillas para olvidar. En ese sentido, ahora la fortuna está de su parte, al igual que una actitud disciplinada del partido en el momento de arropar a Miras. Porque Campillo, como era de esperar, lo intentará hasta el final consciente de los problemas de sus rivales y empieza a verse cada vez más líder.

UIDM y PSOE han optado por hacer unos acuerdos municipales con arreglo a su experiencia de gobierno y al interés de cada caso. Seguramente ha influido su estrategia partidista de confrontación de cara a la gran batalla de las próximas elecciones, pero tienen toda la legitimidad para hacerlo. En mi opinión mucho más de los que están fuera y llevan años escribiendo y dando lecciones sobre cómo llegar a mantener el régimen bipartidista, sobre quiénes son buenos o malos mazarroneros o, lo que es peor, construyendo falsos mitos que luego devienen en grandes frustraciones. Estos mismos autores acusan después a los políticos que han arrastrado hasta allí de haberse equivocado en su estrategia, porque, claro, ellos sí que se equivocan, y siembran todas las dudas posibles sobre ¿quién manda aquí?

El tiempo que viene aún será complicado y habrá que tener mucho temple para encajar las controversias de un pacto a dos, reconstruir las vías del diálogo e intentar que la opinión pública local acepte un nuevo rol de gobernanza que hoy parece impensable sin un tercer apoyo. Para ello se necesitan políticos de primera línea de choque, que pisen la calle y que sepan tomar las mejores decisiones en cada momento o cuestión, pero sobre todo, que no se dejen influir más de la cuenta por aquellos sectores que quieren usurpar su papel sin pasar por las urnas.

 

COLECTIVO “EN CLAVE TRANSPARENTE”