Cuatro guipuzcoanos residentes en Barcelona hablan del año transcurrido tras el ataque yihadista | Aseguran que a pesar de los «malos momentos» vividos aquella tarde del 17 de agosto, «nadie ha cambiado su rutina diaria por miedo al terrorismo»

 

No hay miedo en las calles de Barcelona. Los datos dicen que el número de turistas ha descendido este año, pero La Rambla sigue repleta de personas que suben y bajan sin cesar. Ojean escaparates, charlan mientras se sacan unas fotos para recordar su aventura por tierras catalanas o se paran a tomar una tapa en alguno de los muchos restaurantes de la zona. Entre las decenas de paseantes están los guipuzcoanos Iñaki Rodríguez, Arrate Olasagasti, Iñaki Frías y Marta Molino. Los cuatro llevan tiempo en Barcelona y desde la propia capital reconocen que el día del brutal atropello tuvieron «un poco de miedo», pero a día de hoy «la actualidad política ha podido con los yihadistas». El procés ha ocupado más portadas que elterrorismo en Cataluña, señalan.

A cuatro días del primer aniversario del 17-A, los dos Iñakis, Arrate y Marta aseguran que su rutina «no ha cambiado en absoluto». El viernes se cumple un año del atentado yihadista de La Rambla de Barcelona y del posterior ataque en Cambrils. El caos que se vivió la tarde del 17 de agosto de 2017 cuando la furgoneta que conducía Younes Abouyaaqoub embistió a toda velocidad a los peatones que ocupaban la avenida central fue absoluto. Desorden, confusión, tristeza, horror, tensión… Y un balance de dieciséis fallecidos. Un año después, «afortunadamente», la ciudad «ha recuperado la normalidad al completo», se felicitan.

Iñaki Rodríguez: «Barcelona se recuperó pronto, la normalidad volvió enseguida a sus calles»

En 16 años en Barcelona, el irunés Iñaki Rodríguez no ha vivido nada similar al atentado yihadista del 17 de agosto del pasado año en La Rambla. Recuerda a la perfección el momento en el que se enteró del atropello en pleno centro turístico de la capital: «Estaba en la playa y de repente la gente empezó a mirar el móvil. Yo tenía la radio puesta y escuché que habían cometido un atentado yihadista en La Rambla y que además habían huido», recuerda desde la ciudad catalana. Fue un momento de «caos absoluto».

Sin saber qué hacer, Iñaki salió «corriendo» del arenal y se fue a casa. Explica que la sensación que vivió aquella noche fue «muy extraña. No paraba de leer las noticias de última hora y de hablar con los amigos para asegurarme de que todos estaban bien. Ese día me mudé de casa y era la primera vez que dormía en mi nueva habitación». «Fue todo muy raro», subraya.

«Tristeza, tensión…». Pero «no podía» quedarse encerrado. El día siguiente tenía hora en el Ayuntamiento para cambiar la dirección en el censo y, aunque reconoce que dudó «de si ir o no», vio en internet que el consistorio estaba abierto y se dirigió a él. «Luego volví andando por La Rambla a casa», matiza.

Pese a lo sucedido, «Barcelona se recuperó muy pronto. La normalidad volvió enseguida a las calles catalanas». Además, «con la Diada del 11 de septiembre y el 1-O de después, el atentado quedó un poco olvidado», cuenta y añade que «con el referéndum sí que ha habido mucha incertidumbre». «Aunque sea triste, han sucedido tantos atentados yihadistas en Europa en estos años que ya no nos cogen por sorpresa. La Rambla sigue estando llena. La gente no ha dejado de pasear por ahí ni de visitar los lugares más turísticos por miedo a los terroristas».

Arrate Olasagasti: «Tras el atentado y el 1-O el turismo ha descendido, pero Barcelona es un sitio seguro»

Arrate Olasagasti es de Irun, pero hace una década que reside en la ciudad condal. Trabaja en una empresa de reservas turísticas que tiene dos hostales en Barcelona y, aunque no sabe cuál es el motivo exacto, asegura que «el turismo ha descendido este verano en Cataluña. Comparado con el anterior, este año ha sido muy flojo. 2017, de todas formas, fue un año muy bueno. Quizá tenía que llegar a su tope».

El día del atentado, cuenta, «hubo viajeros que se volvieron a sus países de origen. Al principio hubo muchas cancelaciones, pero este efecto solo duró las siguientes 24 horas». Además, «luego vino el 1-O y se creó una situación que causó rechazo en el extranjero. Parecía que estábamos en guerra». Sin embargo, recalca que ella ha seguido haciendo su vida «como siempre. Nada ha afectado a mi rutina».

Independientemente de que Arrate siga cogiendo el metro cada mañana o pase por zonas como la Sagrada Familia y La Rambla sin preocupación, los turistas siguen preguntando si es seguro viajar a Barcelona o no. Y «claro que sí». En estas ocasiones, Arrate siempre intenta «transmitir la mayor tranquilidad posible, porque es algo que ya ha pasado y la rutina hace que te olvides».

El atentado le cogió trabajando. Acababa de terminar la jornada laboral cuando el terrorista bajó con la furgoneta y arrolló a decenas de personas en La Rambla. Pero no era la primera vez que Arrate se veía en una situación de estas. Antes de irse a vivir a Barcelona, la irunesa estuvo unos años en Inglaterra. En 2015, concretamente, ella vivía en el Reino Unido cuando se sucedieron las cuatro explosiones en el metro y en un autobús de Londres.

«Si te va a tocar te va a tocar. No podemos tener miedo ni amedrentarnos. ¿Eso es lo que ellos quieren, no?», reflexiona Arrate. «A veces te asustas y piensas que te puede pasar a ti, pero es incontrolable. No podemos dejarnos llevar por el miedo», añade.

Iñaki Frías: «Afortunadamente el ataque yihadista ya está totalmente superado»

«Ante casos como el del atentado yihadista de Barcelona no puedes quedarte en casa. Hay que recuperar cuanto antes la normalidad». Así se manifiesta Iñaki Frías, de Donostia, que lleva quince años en la capital catalana. Como cada verano, Iñaki aprovechó sus días de fiesta para volver a San Sebastián. Fue entonces cuando los terroristas decidieron pasar a la acción. «Me llegaron mensajes muy confusos, mis amigos me mandaron vídeos en directo… Lo recuerdo como un día muy triste», señala.

Tras esas primeras horas y días de «angustia», Iñaki volvió a tierras catalanas. Sus vacaciones estivales habían terminado y se acercaba el momento de volver a la rutina. ¿Lo que más le sorprendió a su regreso? «El vuelco de la ciudad con las víctimas. La ola de solidaridad que se produjo tras el atentado fue impresionante», narra. Entre otras cosas, destaca «las muchas donaciones de sangre que se hicieron, así como los viajes gratuitos de los taxistas». Esa ola de solidaridad, afirma, le puso «la piel de gallina».

Desde entonces todo evolucionó de manera positiva. «La normalidad se ha recuperado al completo. Afortunadamente, el atentado está totalmente superado», cuenta y añade que, además, tras lo acontecido «Barcelona tiene más medidas de seguridad que antes». O, al menos, eso es lo que a él le parece cuando pasea por los lugares más emblemáticos de la capital.

Marta Molino: «Aquel día estaba trabajando en el hospital y vivimos momentos de gran tensión»

La irunesa Marta Molino se mudó a Barcelona hace siete años para estudiar el grado universitario de Enfermería y desde entonces reside en la ciudad condal. Está contenta allí. El atentado de La Rambla le cogió de cerca. Quizá más de lo que le hubiera gustado: varios de los heridos -«los que estaban un poco peor»- fueron trasladados al hospital donde Marta estaba de prácticas. «Fue todo un poco caótico y muy tenso. Vimos mucha sangre», reflexiona.

Pese a que «no» va «con más miedo que antes por la calle», reconoce que aquella noche lo pasó «muy mal, pero esa situación duró solo unas semanas». Ahora, «por suerte», el ambiente está «más tranquilo». Durante este año, asegura, «en Barcelona más que de los atentados se ha hablado del procés y el independentismo».

Estos días son las fiestas del barrio de Gracia, en Barcelona,y eso, junto al aniversario del atentado, «ha traído el drama que vivimos a la memoria, porque el año pasado estas fiestas se tuvieron que cancelar por seguridad. Eso es lo más cerca que hemos estado de hablar de yihadismo», dice.

Ni ella ni los que le rodean pasan miedo en Barcelona. En cualquier caso, admite que «el turismo ha descendido. En la calle no se nota tanto, pero tengo un amigo que trabaja en un restaurante y que me cuenta que desde los atentados y el posterior 1-O la afluencia de turistas ha disminuido».

 

 

FUENTE: DIARIOVASCO