M. A. CÁMARA

 

Se les ha dado la palabra, divino tesoro, y el voto libre a los murcianos y a las murcianas, pero no se les deja hablar con rectitud, y votan desinformados, nadie sabe nada. El resultado es el que sufrimos los de a pie, los fiscales y jueces desbordados ¿intencionadamente? y sepultados por decenas de miles de folios al borde de la prescripción, la nefasta humillación a una Justicia erosionada en un Estado del Derecho politizado desde aquel preciso momento en el que el genial ALFONSO GUERRA declarara solemnemente que  «hemos enterrado a Montesquieu», consigna de salida que fue el comienzo del declinar del Partido Socialista, de los cien años de honradez pero ni uno más, movimiento de estrategia financiera a la que se sumó entusiasmado el PP, ambos financiando a sus cúpulas, líderes y directores de campañas electorales. Hasta el cese de los movimientos de maletines negros con una pasta que llegaba de la Europa rica y pudiente.

 

Había empezado el camino tortuoso de la corrupción política con sus colaboradores necesarios del ladrillo y las burbujas inmobiliarias y sus  tiburones financieros que recalaron en la mayoría de las regiones en competencia con la Sicilia italiana. La Región de Murcia llegó a ser un caladero de fantasías de iluminados y se derrochaba el dinero que luego navegaba hacia paraísos fiscales o a bunkers huertanos a los que no llegaban los lebreles policiales. Nadie sabía nada, en Murcia no pasaba nada, salvo algunos funcionarios despistados y altos cargos, y asesores, que mangoneaban a su aire y libre albedrío delictivo.
Y Valcárcel, el amo de todo, ni se enteraba, ni oía el rumor de la calle. Muchos sordos, mudos y ciegos acudieron a las consultas, disimulando. Del negocio, del pelotazo, de las tramas, de los repartos, todo eran inventos de los derrotistas, de los enemigos de la democracia y de algunos periodistas sanos que escuchaban, veían  y hablaban quedo en reuniones clandestinas tratando de tirar de las mantas manchadas de vómitos y propaganda púnica pagadas a buen precio y a veces hasta con dinero público.

 

 

Cuando el pasado miércoles Miguel Ángel Cámara, ex alcalde murciano, ex secretario general pepero y comisario político, íntimo del amo, trataba de convencer a los magistrados de que él no tomó parte ni arte en la gran jugada de Nueva Condomina y arrojaba basura sobre los funcionarios, colaboradores o no porque no se enteró de qué iba, sentí mucha lástima y vergüenza, recordando aquellos viejos tiempos en los que se ponía de modelo mientras conspiraba con otros que luego han sido investigados. Un alto dirigente de lo que ha sido un gran partido, y ya no lo es, porque Rajoy tampoco se enteraba no ya de lo de la región murciana, sino de sus franquicias. También el presidente Rajoy argumentaba recientemente, llamado como testigo, utilizando la apertura del ajedrez murciana que consiste en ignorarlo todo, tan jaleada por los medios de información nacionales, como la cúspide nebulosa del juego sucio. Mala suerte para los murcianos ¿o haciendo de Pilatos?.

 
 

Pero todo este maremágnum de cinismo e incompetencia y trileros que ha culminado con el envenenamiento programado del Mar Menor debe tener un castigo ejemplar. Solo queda la vía de que se haga justicia, renqueante pero siempre habrá un juez, un fiscal, un medio de prensa limpio y libre o unas elecciones con urnas que den resultados de acuerdo con el sentimiento generalizado de que los culpables deben pagar, eso sí sin correr riesgos de alternativas radicales y extremistas que terminen por ahogar a esta desolada Comunidad Autónoma arrasada sin escrúpulos. Si fuera funcionario del ayuntamiento de Murcia capital, insultados, daría cumplida respuesta al ex alcalde deslenguado y falso, pero con tolerancia , no bajando a la sentina del barco municipal.
 
 

EPÍLOGO.- Epílogo prestado, porque retomando lo que escribe el compañero, Ángel Montiel, los que debieran estar más cabreados son los profesores de la UMU siglas relacionadas con la honesta Universidad de Murcia, pues el camarada Cámara, ha gozado de un privilegio que se han dado así mismo los políticos que son los que hacen las leyes e interpretan fiscales y jueces.»Mientras tanto, gracias a una normativa ad hoc, Cámara se ha convertido en catedrático sin necesidad de recurrir al método Cifuentes. Sus veinte años sin pisar un aula de la Universidad le han contado como MERITOS, por la barba, la acumulación de QUINQUENIOS, que en otros profesores que no se dedican a la política les exigen la continuidad de clases presenciales, día a día.»En el tema de los sexenios por dedicar tiempo a la investigación, es otro camelo, ya que el ex alcalde no tenía tiempo por su exceso de trabajo, viajes, turismo político y conspiraciones fouchelianas, en las que es un experto consumado. Miren sus rostro, y lo dice todo. Y sus bellos ojos achinados. 

 

 

 

JOSÉ MARÍA QUEVEDO