La investidura se pone difícil, y si se lograra, el próximo Gobierno quizás sería un juguete no cómico, sino dramático. Además Pedro Sánchez no quiere que Pablo Iglesias se siente en el Consejo de Ministros y Pablo Iglesias responde como los de Mayo 68, que ser realista es pedir lo imposible. Estamos descubriendo muchos ardides y estratagemas, poco genio y gallardía. Los partidos se dejan llevar por sus intereses más que por el interés general. Rebrota la España de la rabia más que la de la idea, vuelve el cliché de la ingobernabilidad y el pareado de España es una y no 51. No sabemos si es que no nos dejamos gobernar o es que no saben gobernarnos. Albert Rivera repite el «no es no» al autor de la frase, y ha jurado odio eterno a Pedro Sánchez como Aníbal a los romanos .

El presidente del Gobierno en funciones esquiva fijar el día señalado para la investidura antes de conocer la repuesta de Iglesias al ofrecimiento de cargos menores.

Los partidos antisistema y anticonstitucionalistas ponen precio a la abstención, los indepes exigirán indulto y autodeterminación. Las tres derechas le niegan a Sánchez cualquier apoyo, empujándolo al abismo de Bildu-ERC. Pedro Sánchez acusa a Ciudadanos y al PP de paralizar al Gobierno de nación. «España -dice- no se merece estar bloqueada». Acaso está gestándose un Ejecutivo débil, inestable, a merced de las embestidas parlamentarias, incapaz de hacer leyes y tapar agujeros. Fuentes podemitas dicen: «Los de Podemos no vamos a ser los becarios de Pedro Sánchez. No vamos permitir que nos humille. Ni le vamos a apoyar gratis como hicimos en la moción de censura y durante los meses que ha estado en La Moncloa. Si no nos deja entrar en el Gobierno, sería más sensato ir a nuevas elecciones».

Pablo Iglesias se ha domesticado y lo mismo vale para un fregado que para un barrido; además sospecha que Pedro espera que Íñigo Errejón apuntille a Podemos si hubiera nuevas elecciones porque presentaría su propia marca electoral, «feminista, verde y de cambio». Esa iniciativa, con probable éxito en Madrid, dejaría tiritando a Podemos, resucitaría el bipartidismo mal enterrado y daría fuerza a la nueva Restauración. El culto a la personalidad, las traiciones y las purgas han debilitado a Podemos. Jorge Verstrynge, que quiere a Pablo Iglesias como si fuera su hijo, me dice: «No nos van a encular -se refiere al coito anal-. No van a hacer con nosotros lo que hicieron siempre con IU. Si tiene que convocar elecciones que las convoque. Pero si creen que les vamos a servir los cafelitos ha tomado el número cambiado.
 
 

FUENTE: ELMUNDO