La exministra Tejerina, «simplificando» como ella misma dijo el pasado jueves, usó un informe PISA que mide las competencias de niños de 15 años para aplicarlo a su gusto a niños de 10 y concluyó que las evaluaciones decían que un alumno andaluz de esa edad equivale a otro de 8 en Castilla y León. Se conocían simplificaciones entre extensiones y campos de fútbol, entre cantidades y piscinas olímpicas, pero es la primera vez que se escuchan equivalencias entre cerebros de niño por región de nacimiento. Luego puntualizó que no es culpa de los niños ni sus cerebros, sino de la Junta de Andalucía y su sistema educativo.

Como no tenía tiempo ni ganas de leerse el informe, alguien le había dicho esto y ella lo replicó en la televisión pública, según su propio testimonio. Como quería colocar un titular para las próximas elecciones andaluzas y ayudar a sus compañeros del PP, en lugar de defender un argumento o hacer una propuesta educativa seria, obvió la fuente, los datos y aniquiló el factor socioeconómico que desvía los resultados entre las comunidades autónomas y entre países analizados por este informe de la OCDE. Remató así una semana de política kamikaze que empezó copando titulares y acabó en parodia y combustión.

Simplificando, o más bien complicando una simple comparación númerica que podría hacer incluso un niño andaluz, salió Teodoro García a arreglarlo. La Junta gasta más en prostitución que en educación, según sus cálculos. Lo dijo en una sala noble con moqueta del Congreso de los Diputados, y los leones se estremecieron: el director de la agencia pública de la Junta cuyos gastos en prostíbulos se investigan usó 15.000 euros de dinero público en clubes. El presupuesto de Educación en Andalucía para 2018 son 6.326 millones de euros. Torciendo datos simples para llegar a argumentos electorales igual de simples.

Pero la prostitución ya había salido como estrategia electoral unos días antes. Fue la portavoz del PP, Dolors Montserrat: «Tienen a las prostitutas desconcertadas». Una preocupación por estas mujeres que ha asaltado a Montserrat justo después de ser ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Y, simplificando, luego quiso resumir el convulso 2018 electoral, la moción de censura y el desafío catalán en el mismo enunciado: «Señora Calvo, de una vez coordine Moncloa, Waterloo, la dacha de Galapagar y la herriko taberna». Tanto sintetizó para que lo entendiéramos los siempre apelados y simples «ciudadanos de a pie» que el embrollo resultó incomprensible para todos. Quizás porque «la gente normal» es más compleja de los que creen los «políticos de escaño».

La política es una labor que los ciudadanos de las democracias hemos subcontratado. Es un modelo de representación y legitimidad democrática en el que no se requieren simplificaciones ni paternalismos. Hemos pactado que nos representen a tiempo completo personas capaces que se dediquen a lo más sagrado: el bienestar de todos y la gestión de lo público. La tentación de ser sencillo, gracioso o hacer comparaciones pretendidamente ocurrentes, además de ridículo es una desviación de la labor que les hemos encomendado. Twitter, los platós y los debates del Congreso televisados son una tentación vanidosa que están amplificando políticas huecas y políticos simplistas. Seguro que hay propuestas mejores y más respetuosas con la inteligencia de los representados. Simplificando: vamos a las políticas, dejen las estupideces.

 
 
 
 
FUENTE: ELDIARIO