El PCP tuvo su mejor momento en 1975, en las primeras elecciones libres tras la Revolución de los Claveles: un 12,4% de los votos. La reciente fiesta del partido, en terrenos de su propiedad adquiridos por cuestación popular, certifica que tampoco son malos los tiempos que corren. Hoy el PCP tiene cuatro puntos menos (8,25%) que hace 43 años. Sus 15 escaños en la Asamblea de la República son los mismos que en 1991. En las últimas elecciones europeas consiguió más votos (12,6%) que en las de 1987. En las municipales roza el 10%, 7 puntos menos que en 1976, y cuenta con 24 alcaldías, por las 37 de hace 40 años.Si los tiempos están cambiando, en el caso del PCP, cambian poco. “Es un caso peculiar, al igual que los de Chipre, Grecia y Finlandia”, explica José Pacheco Pereira, historiador, exdiputado y ensayista político. “En todos esos casos existía una fuerte implantación en sectores económicos que se sentían amenazados por la llegada de la modernización”.
¿Cómo se han mantenido? La fuerza del PCP se concentra en el cinturón industrial de Lisboa y en el mundo rural del Alentejo. “Álvaro Cunhal —secretario general de 1961 a 1992— comprendió que si seguía la vía de los otros, perdería el control en esos sectores y no ganaría en los nuevos, principalmente servicios, banca o juventud. Con el sindicato CGTP pudo retardar los cambios en la industria, y con el control del empleo rural hacerse fuerte en el Alentejo”, añade Pacheco Pereira.
No es que en estos años nadie haya intentado arañar el espacio político del PCP. En 1999 el nacimiento del Bloco de Esquerda, que agrupaba a excomunistas y pequeñas agrupaciones marxistas, preconizaba una vez más la muerte del PCP. A ello contribuían cabezas de cartel más jóvenes, mejor marketing, con un discurso más a la moda, más feminista y más urbano.
Los comunistas reivindicaron las esencias y la tradición. A diferencia de los bloquistas, el PC está a favor de los espectáculos taurinos, en contra de los vientres de alquiler y de la eutanasia. En Europa, votó junto a la derechona contra las sanciones a la Hungría de Orbán, porque no le gustan las injerencias de la UE en un país soberano (por cierto, el PCP nunca condenó la invasión soviética de Praga).
Esa orientación no hace mella en el electorado comunista. Después de dos décadas compitiendo por el mismo trozo de pastel, el Bloco le saca dos puntos en las elecciones legislativas, pero el PC le gana en las europeas (por ocho puntos) y municipales (seis puntos).
“Al Bloco le faltan dos cosas del PCP”, afirma Pacheco Pereira, “la base local y los sindicatos. Veinte años después sigue sin tenerlas y al final busca más arañar votos a los socialistas que a los comunistas. En cualquier caso, el incuestionable proceso de decadencia del PCP pasa por el envejecimiento de su voto rural y por la pérdida de fuerza de sus sindicatos”.
Pero la muerte anunciada ya ha retrasado varias veces su fecha. “Muchos clichés, muchas caricaturas fueron creados para intentar disminuir nuestra influencia en el pueblo”, explica el director del Avante! “El PCP no ha desaparecido porque tiene profundas raíces en la clase operaria. El PCP mantiene una relación umbilical con el pueblo, es la alternativa de izquierdas a los grandes monopolios; y, como se acaba de demostrar con los miles de jóvenes que participaron en la fiesta del partido, el PCP es también el futuro”.