La decisión de Albert Rivera de romper todos los puentes con el PSOE tenía un objetivo: convertir a Ciudadanos en la primera fuerza de la derecha aprovechando el previsible desplome del PP. Consiguió su objetivo a medias. El PP aguantó por menos de un punto y 220.000 votos. Ese ha sido el margen por el que el PP ha evitado el sorpaso. Pero el detalle de los resultados de las elecciones generales deja un panorama azul oscuro casi negro para el PP: solo gana a Ciudadanos en los pueblos y zonas envejecidas, y gracias al voto de mujeres y pensionistas. Los primeros sorpasos en la derecha se han producido y los dos partidos se juegan la vuelta el 26 de mayo. Esta vez, en casa del PP, porque son unos comicios en principio favorables para el partido de Casado.

La noche electoral, Albert Rivera salió eufórico a festejar los resultados. Su partido solo había subido 2,8 puntos respecto a 2016, pero ganó 25 escaños porque esta vez la fragmentación de la derecha le benefició: el pinchazo de Vox en la España vacía penalizó al PP sin que el partido de Abascal convirtiese 800.000 votos en escaños. Eso convirtió la sede de Ciudadanos en una fiesta. Paralelamente, en el PP, entre la debacle, los menos pesimistas valoraban que no había habido sorpaso y que Pablo Casado sigue siendo el líder de la oposición oficial, el título que reclama Rivera.

No ha habido sorpaso en la derecha pero sí varios sorpasos destacables. El primero es el urbano. El PP resiste en Madrid por menos de 20.000 votos, pero entre las ciudades de más de 200.000 habitantes, Ciudadanos obtiene mejores resultados en 17 de ellas mientras que el PP gana en 11. Ciudadanos también vence en el 63% de los municipios de entre 50.000 y 200.000 habitantes e incluso en el 52% de municipios de entre 10.000 y 50.000 habitantes. Esos resultados explican que Ciudadanos gane al PP en la Comunidad de Madrid, Andalucía y Cataluña, las tres regiones más pobladas.

Es decir, el PP solo vence a Ciudadanos de forma generalizada en pueblos de menos de 10.000 habitantes —lo que hace que en un primer vistazo el mapa de España sea más naranja que azul, al comparar los resultados de los dos partidos— y su ventaja crece conforme disminuye el tamaño del municipio. El PP es un partido con gran implantación territorial, con miles de alcaldes. Los populares confiaban en que una vez esa maquinaria estuviera en marcha podrían arrasar a partidos nuevos como Vox y Ciudadanos. Ciudadanos gana al PP en los municipios con más renta, con más población con estudios superiores y con la edad media más joven.

Analizando más el voto que manejan las casas de encuestas a través de sus miles de entrevistas para los sondeos antes de las elecciones, Ciudadanos gana al PP también en voto masculino. Es habitual que los hombres cambien más de voto y apuesten por partidos nuevos. Le ocurre a Podemos y especialmente a Vox, mientras que el PSOE aguantó frente a Podemos en parte gracias al voto femenino, más fiel.

Dentro de la derecha, el PP resiste ante Ciudadanos en otro sector importantísimo: los jubilados. Mientras los asalariados prefieren ya a Ciudadanos, hay nueve millones de pensionistas entre los que el PP consigue más votos. Es ese sector el que da la victoria en el bloque de la derecha al partido de Pablo Casado. El mismo que ha frenado a Vox.

José Pablo Ferrándiz, investigador principal de Metroscopia, explica que antes de estas elecciones el PP ya había empezado a sufrir una fuga de voto a Ciudadanos de clases activas, urbanas, con ingresos superiores a la media, y que la vía de agua ha seguido creciendo en las generales. A eso se suma ahora que «con la aparición de Vox se le ha ido un porcentaje muy elevado de hombres, de tal forma que el electorado que se le está quedando es más feminizado que en otros partidos. Ahora tienen más mujeres que hombres, que es algo que no le había pasado al PP».

El resultado de sus fugas hacia la extrema derecha y el centro derecha es que «el PP se ha quedado feminizado, ruralizado y pensionizado». Ferrándiz detalla que «esto tiene ventajas e inconvenientes: la ventaja obvia es que es un electorado fiel porque es mucho menos tendente a cambios. La gente mayor que reside en sitios más rurales cambia menos. Pero también es cierto que, cuando no tienes el poder, te abandona aunque lo haga más lentamente».

El resultado de sus fugas hacia la extrema derecha y el centro derecha es que «el PP se ha quedado feminizado, ruralizado y pensionizado»

Ciudadanos solo ha entrado como socio de Gobierno en Andalucía y no tiene alcaldías importantes. Por eso la formación naranja ve clave los comicios locales y autonómicos de mayo. Extrapolando los resultados del domingo, podría tener en su mano la llave de comunidades como Aragón, Extremadura, Castilla-La Mancha y Castilla y León. Ferrándiz recuerda los problemas que tuvo el PP en los noventa para que los pensionistas le dieran el voto. «El PP tiene suerte porque Ciudadanos no ha tocado gobierno, pero si empieza a tocar gobierno… Se cuenta que un día Aznar preguntó a un asesor por qué los mayores no les votaban. ‘Espérate a que se den cuenta de quién les paga las pensiones’, le contestó. Los mayores votaron al PSOE y luego al PP. Si se dan cuenta de que el PP no es el que les paga las pensiones, les puede pesar».

El partido de vuelta en la derecha se juega en el campo del PP, en autonómicas y municipales en las que la implantación territorial de los populares —miles de alcaldes, concejales y sedes— les da ventaja. El PP intenta aplazar la guerra interna por el desplome en las generales hasta entonces, y ha dado un viraje drástico a su estrategia. De atacar por la derecha a defender el centro.
 
 

FUENTE: ELCONFIDENCIAL