Santiago Abascal puede estar satisfecho. Pablo Casado ha sucumbido a sus pretensiones sin que el líder de Vox haya tenido que bajarse del caballo. Ya no solo les une la inquina hacia los independentistas y el desprecio a los inmigrantes. El PP hace ahora suyo el discurso de la derecha extrema sobre la «indefensión» de los hombres y equipara la violencia machista con la violencia familiar. Se trata de mezclar conceptos como si fuese lo mismo. Pero no, no lo es, porque a las mujeres nos matan por ser mujeres. Esa es la diferencia.

El PP no ha tenido reparos en contentar a Vox en un ámbito más que sensible demostrando que todo vale para asegurarse el Gobierno andaluz. Los populares propagan los bulos de la derecha extrema pese a que los datos les desmienten. Uno de los más extendidos es el de la proliferación de denuncias falsas por maltrato machista. Las estadísticas oficiales señalan un porcentaje de 0,078% de condenas por denuncia falsa frente a las 1.222.172 denuncias interpuestas desde el 2009 por mujeres.

Vox ha difundido también otra falsedad, mezclando dos de sus hits preferidos: mujeres y extranjeros. Su propósito es vincular la violencia machista a los inmigrantes.Una vez más los datos le desmienten puesto que según las cifras del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) referentes al segundo semestre del 2018, siete de cada 10 hombres condenados por violencia de género eran españoles.

Casado podía haber optado por marcar distancias con Vox o intentar no blanquear su discurso machista y xenófobo. Podría haber escuchado a voces como las de su compañero  Borja Sémper (que conoce a Abascal de sus tiempos de militancia en el PP vasco) y no dar oxígeno a la derecha extrema. Pero el líder del PP ha abrazado el catecismo trumpista con un fervor que asusta. No es de extrañar que Steve Bannon lo tenga en el radar. Casado puede empezar a mostrar una ‘hoja de servicios’ que sea del agrado del gurú de Trump, ahora volcado en buscar aliados en Europa. No hay que olvidar que los eurodiputados del PP se alinearon con la ultraderecha y no apoyaron en septiembre la censura a la Hungría de Viktor Orbán por «violar los valores de la Unión Europea».

España merece tener una derecha responsable y cada día que pasa es más evidente que el PP de Casado no lo es. Su receta siempre es la de más gasolina, sea para combatir el independentismo o para emular el discurso de Salvini cuando se fotografía en las costas andaluzas. Uno de los mensajes más repetidos por el presidente popular, emulando uno de los eslóganes de Sarkozy, es el de ser el representante de la España que madruga. Un lema que ha adaptado a su discurso sobre la inmigración para defender a los « inmigrantes que madrugan«.

Cuesta creer que todas las dirigentes del PP puedan estar de acuerdo con la estrategia de su partido y como mujer avergüenza escuchar la vehemencia con la que la secretaria de comunicación del partido, Isabel Díaz Ayuso, denuncia la «indefensión de algunos hombres en los juzgados». Haría bien en leerse los datos del Consejo General del Poder Judicial para comprobar que la realidad la contradice.

También Andrea Levy, ducha en defender a menudo lo indefendible ante las cámaras,  se esforzaba este viernes en argumentar que hay «muchos tipos de crímenes» y en subrayar que el propósito del PP es «proteger a todos los miembros de la familia». La vicesecretaria de Estudios y Programas del PP tiraba de argumentario para reclamar, a la vez, que se separe la lucha contra la violencia machista de la violencia familiar, obviando que quien lo está equiparando es justamente su partido para contentar al precio que sea a sus socios de Vox. ¿Qué estará pensando Soraya Sáenz de Santamaría?

 
 

FUENTE: ELDIARIO