VICTORIA PREGO

 

La ministra de Justicia en funciones lleva meses teniendo sobre sus espaldas un problema del que no se va a poder librar nunca y que convierte en imposible su permanencia en el equipo de gobierno de Pedro Sánchez. Ese problema se llama José Manuel Villarejo, el antiguo comisario de policía hoy en prisión pero que estuvo metido y formó parte activa durante décadas de todos los charcos en las cloacas policiales y políticas.

La ministra Dolores Delgado declaró en su día no conocer de nada al tristemente célebre comisario para, acto seguido, rectificar y confesar que había coincidido con él unas tres veces. Hizo bien en aclarar ese punto porque inmediatamente después se publicaron unas grabaciones en las que se escucha a la ya por entonces ministra compartir mesa, mantel y confidencias con el señor Villarejo en alegre compañía con el abogado y anteriormente juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón.

Aquellos audios colocaron a la ministra en una situación política y éticamente imposible en la medida en que ella, fiscal en ejercicio de la Audiencia Nacional en el momento de esa grabación, escuchaba tan contenta y tan divertida cómo el comisario en cuestión explicaba sin cortarse un pelo los métodos que él empleaba para obtener información de personas pertenecientes a las altas esferas de la política o las finanzas.

Delgado lleva meses con un problema del que no se va a poder librar nunca y que convierte en imposible su permanencia en el Gobierno de Sánchez

Y el método, más viejo que los caminos, consistía sencillamente en proporcionar a aquellas personas, varones en su totalidad, unas señoritas con las que mantener relaciones sexuales y cuya misión consistía en aprovechar el entusiasmo y hasta el frenesí del acto para sacarles información valiosa sobre asuntos de interés. Es decir, el señor Villarejo estaba confesando ante la fiscal una actividad abiertamente delictiva sin que la fiscal hiciera otra cosa que celebrarle la ocurrencia.

No se le ocurrió a la hoy ministra de Justicia en funciones hacer nada más, algo tan sencillo como cortar de cuajo semejante conversación y advertir al delincuente que delante de ella él no se podía permitir la libertad inaudita de pavonearse de la comisión de sus delitos.

Y no hay excusa para ella en el sentido de que pudiera ignorar la catadura del personaje con el que compartía ese día mesa y mantel porque, desdichadamente para ella, en esa misma conversación, ese mismo día y con los mismos comensales, el ex juez Garzón pronunció una frase inapelable. Le dijo a Villarejo: “Tú eres un mal necesario”.

Con esa sentencia queda claro que Garzón no ignoraba la dimensión dudosa de las actividades de su compañero de almuerzo. Y si Garzón no lo ignoraba entonces, tampoco lo ignoraba la entonces fiscal en ejercicio Dolores Delgado. Y este es el riesgo que comporta mantener amistades peligrosas cuando se ejercen determinadas profesiones y no digamos cuando se ocupan determinados cargos. Por ejemplo el de ministra de Justicia.

Viene todo este recordatorio a cuento de las información que publica El Independiente en la que nuevos documentos de grabaciones a Villarejo le han sido entregados al juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón que investiga los posibles delitos cometidos por el antiguo comisario y en los que éste vuelve a mencionar a la ministra de Justicia en relación con la pieza separada PIT, otro caso presuntamente delictivo.

Villarejo es un mentiroso compulsivo y una persona que ha ganado mucho dinero haciendo trabajos sucios y también engañando a mucha gente

Villarejo es un mentiroso compulsivo y una persona que ha ganado mucho dinero haciendo trabajos sucios y también engañando a mucha gente. Es significa que sus menciones a la hoy ministra de Justicia pueden corresponder a la realidad o resultar totalmente falsas. Él la menciona para dar verosimilitud a su cliente sobre la gestiones que se supone que está haciendo a su favor y por las que el policía le cobra muchos millones, tantos como 10 según la Fiscal Anticorrupción.

Quiere esto decir que puede perfectamente estar inventándose todo el relato. Pero no lo sabemos aún. Lo que sí sabemos es que una ministra de Justicia, que es, además, la Notaria Mayor del Reino, no puede andar en boca de un presunto delincuente ni enredada en madejas tan oscuras, sean fabricadas o sean reales. Porque sucede además que las investigaciones sobre el ex comisario no han terminado ni muchísimo menos todavía.

Por lo tanto, y habida cuenta de que ya hemos tenido constancia de la cordial relación que Dolores Delgado mantuvo en su día con el señor Villarejo, nada nos garantiza en este momento que no vuelvan a aparecer grabaciones en las que este hombre la involucre una vez más en no se sabe qué enjuague. Y, fuera eso cierto o no, lo que es evidente es que los españoles no podemos seguir teniendo una ministra de Justicia que ande en la boca corrupta de un presunto delincuente.

Una ministra de Justicia, que es, además, la Notaria Mayor del Reino, no puede andar en boca de un presunto delincuente

El presidente del Gobierno en funciones la mantuvo en el cargo después del episodio del restaurante con las escandalosas escenas de la descripción de Villarejo, y eso a pesar de que aquello la había dejado achicharrada y plenamente  invalidada para seguir desempeñando la función de ministra de Justicia. La razón de no cesarla estuvo fundamentalmente en que Pedro Sánchez no podía permitirse una tercera baja en su equipo gubernamental. Ya se habían visto obligados a renunciar el ministro de Cultura, Máxim Huerta, y la ministra de Sanidad, Carmen Montón. Lo de Dolores Delgado hubiera sido un golpe mortal asestado incluso contra el mantenimiento del propio presidente. Y por eso aguantó el tirón y no la cesó.

Pero ahora estamos en otra situación. Pedro Sánchez tiene que formar un nuevo Gobierno. Ahora no se trata de cesar a nadie sino de no nombrar a alguien. Y ese alguien tiene que ser necesariamente la todavía ministra de Justicia Dolores Delgado. Y eso por la razón aplastante de que no sabemos, y él tampoco sabe, qué nuevas sorpresas nos pueden deparar en relación con la señora Delgado las conversaciones del ex comisario Villarejo.

Es el momento de cortar ese vínculo porque esa relación con el ex comisario es tóxica para ella y también para los intereses, el prestigio y la dignidad del Gobierno de España.